Ciudadanos recrudece sus ataques al PSC para capitalizar el voto no independentista
Los socialistas, de momento, prefieren ignorar la ofensiva
El enemigo de Ciudadanos es el independentismo, pero el rival electoral es el socialismo de Miquel Iceta, convertido por la formación de Albert Rivera en diana de sus críticas más feroces. Conscientes de que parten del puesto de cabeza en el bloque constitucionalista, pero temerosos de un arreón de Iceta, Ciudadanos se ha lanzado a la yugular del PSC en el arranque de campaña y resucita su pasado de alianzas con Esquerra. El mensaje: evitar otro tripartito de izquierdas. Los socialistas, de momento, prefieren ignorar la ofensiva.
La campaña de Ciudadanos quiere dejar claro al electorado constitucionalista que el PSC no puede ser digno de la confianza de los catalanes que busquen un cambio real y acabar con el proceso independentista.La llegada de Pasqual Maragall al poder, en 2003, fue “igual o peor” que los 23 años previos de pujolismo, dijo Rivera en un acto en Granollers (Barcelona). Un tripartito de izquierdas (PSC, ERC e ICV) gobernó entonces en Cataluña tras la larga hegemonía de CiU. Puso el acento en las políticas sociales —como las mejoras en los barrios—, pero su proyecto estrella acabó siendo la redacción de un nuevo Estatuto de autonomía. “Cuando tuvo la oportunidad, el PSC entregó la educación a Esquerra (…) Se dedicó a limpiar la imagen a un partido independentista y radical”, insistió Albert Rivera, quien omitió, sin embargo, que en esos siete años de gobierno no hubo hoja de ruta secesionista.
Ni siquiera el expresidente José Montilla, cordobés de nacimiento y sin un ideario catalanista tan marcado como el de Maragall, se salva de la quema. “Montilla, acomplejadamente, hablaba mal de España. Queremos que Cataluña forme parte orgullosa de España”, ha dicho estos días Rivera, muy presente en campaña y siempre con un ojo puesto en Madrid, consciente de que es allí donde se juega su futuro político. “Todas esas embajadas que hay por el mundo”, ha repetido en alusión a las delegaciones en el exterior de la Generalitat, “las abrió el señor Montilla”. A las críticas se sumó ayer, Día de la Constitución, el secretario general del partido en un acto en Barcelona: “Nos jugamos mucho. No vamos a dejarlo en manos de Iceta, que siempre juega a la ambigüedad. La apuesta segura es Arrimadas”, afirmó José Manuel Villegas.
Y Arrimadas no le va a la zaga al retratar al PSC como un partido blando, e incluso connivente, con el nacionalismo. La candidata, sin embargo, se está centrando en describir los males del procés y en exigir su sustitución por una agenda social. Arrimadas habla de sanidad, educación o infraestructuras como prioridades que el Gobierno catalán debe recuperar. Ése es un terreno que resulta cómodo al PSC de Iceta y en el que Ciudadanos —tras renunciar, el año pasado, a los postulados de la socialdemocracia— puede flaquear.
El cinturón naranja
Nacido en 2006 —en plenos años del tripartito— para luchar contra el auge del nacionalismo catalán, Ciudadanos ha ido arrebatando terreno a los socialistas elección tras elección. Hasta el punto de que, lo que un día fue el llamado cinturón rojo de Barcelona, se ha transformado parcialmente en el cinturón naranja. Ese vuelco fue visible, sobre todo, en las últimas elecciones autonómicas, polarizadas ya por el debate independentista. El 29 de septiembre de 2015, Ciudadanos obtuvo 25 diputados —Arrimadas se convirtió en jefa de la oposición—, mientras que Iceta logró solo 16. La encuesta preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para el 21-D otorga a ambos partidos un llamativo crecimiento (cinco diputados más a cada uno) como consecuencia, sobre todo, de un previsible aumento de la participación.
La cuestión es cómo se repartirá la cosecha. Porque el origen del conflicto entre Ciudadanos y el PSC es precisamente ese: que ambos siembran en los mismos campos, los del área metropolitana de Barcelona. En un ambiente de creciente polarización, el partido de Rivera arrebató a los socialistas la hegemonía en 2015.
Ahora, sin embargo, el discurso del PSC se percibe de forma más nítida como parte del bloque constitucionalista. Ciudadanos, en cambio, insiste en desacreditar esa supuesta fiabilidad para contener un posible auge de los socialistas y mantener su posición de ventaja. Por eso Rivera apela al “voto útil” y pide “no equivocarse de papeleta”. Su objetivo es salir del 21-D claramente en cabeza, y forzar a los socialistas —en caso de que pueda formarse una mayoría— a dar su apoyo a Arrimadas. Pese a los ataques con artillería pesada de estos días, a la candidata Arrimadas le puede interesar un PSC fuerte. Las encuestas no son nada halagüeñas para el PP —pasaría de 11 a 7 diputados —, por lo que la única posibilidad de un Gobierno constitucionalista pasa porque los socialistas y ellos mismos den un gran salto adelante en votos y escaños.
Sánchez: “Para gobernar hay que conocer el dato del paro”
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, incidió ayer en el grave desliz cometido por Inés Arrimadas en su debate en televisión con la secretaria general de ERC, Marta Rovira. “Para presidir la Generalitat hay que conocer el dato del paro”, destacó el socialista en referencia a la candidata de Ciudadanos, que dio una cifra incorrecta del desempleo en Cataluña en el programa de Jordi Évole. “¡A mí me habríais colgado!”, comentó en tono de broma el secretario general del PSOE en conversación informal con los periodistas en los actos del 39º aniversario de la Constitución en el Congreso.
Sánchez defiende que el PSC obtendrá un “buen resultado” el 21-D, y cree que la solución es intentar que Miquel Iceta sea investido presidente, porque el bloque constitucionalista —Ciudadanos, PSC y PP— no va a sumar por sí solo. Necesitará el apoyo de los comunes, y estos no van a hacer presidenta a Arrimadas. ¿Y harán presidente a Iceta? Sánchez apuntó sus dudas sobre que Pablo Iglesias tenga “suficiente influencia” en el partido de Colau para decidir su posición.
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