El Consistorio busca una villa romana en la Casa de Campo
En la parcela se llevó a cabo una excavación en 1933 que localizó fragmentos de cerámica y otros restos
El Consistorio está intentando localizar una villa o asentamiento romano en la Casa de Campo. La tarea ya se intentó en 1933, sin gran éxito. El arqueólogo José Pérez de Barradas encontró entonces restos de cerámica y dos piscinas, pero llegó a la conclusión de que la construcción debía de haber desaparecido. Los técnicos buscan ahora vestigios de edificaciones con drones y georadares, además de estudiar los antiguos hallazgos, todavía sin documentar.
Tres personas se esmeran alrededor de una máquina equipada con un radar, con la que recorren pacientemente cada metro de la hectárea y media (un campo y medio de fútbol) en la que, de momento, se circunscribe la búsqueda de los restos. El lugar se encuentra situado entre las vías del tren y el arroyo Meaques. El radar —en realidad, un georradar— es capaz de detectar muros u otro tipo de construcciones enterradas, mediante el estudio de las ondas que recibe.
Previamente, se llevó a cabo un vuelo con dron, otra técnica que permite conocer con el estudio del terreno la existencia de restos de antiguas edificaciones, teniendo en cuenta si la hierba crece más o menos o el cambio del color del terreno, entre otras variables.
La parcela no se ha elegido al azar. En ella aparecieron en una antigua excavación del año 1933 huesos de animales, restos de cerámica, un fragmento de molino de granito, pesas de telar y los muros de dos toscas piscinas, entre otras piezas. Los hallazgos se trasladaron al Museo de San Isidro y allí han permanecido depositados.
Uno de los primeros trabajos que ha emprendido el equipo de arqueólogos es el estudio de esos fondos para catalogarlos. “Lo que hemos documentado pertenece no solo a este punto, sino a varios más de la Casa de Campo”, explica uno de los responsables.
Los vestigios analizados les dan a los investigadores “fuerza para pensar que hubo en la zona un asentamiento romano muy importante”. Hay que tener en cuenta que en Madrid son conocidos los asentamientos islámicos, pero no así los romanos, de los que se han encontrado “muy buenos materiales” que no están documentados, añade.
Las excavaciones emprendidas en la época de la República por el arqueólogo José Pérez de Barradas se iniciaron gracias al material que se había localizado en la superficie de la parcela. El suelo estaba “materialmente” cubierto de restos de tejas romanas y los conejos habían puesto al descubierto en muchos puntos fragmentos de terra sigillata (cerámica romana de color rojo brillante), describió entonces Pérez de Barradas.
Durante los trabajos, su equipo descubrió huesos de animales, restos de cerámicas, un fragmento de molino de granito, pesas de telar y los muros de dos piscinas. Sin embargo, Pérez de Barradas decidió poner fin a la exploración al considerar que “los objetos aparecidos eran escasos y pobres”. Aún así, dejó escrito: “Merecerían una excavación más metódica las ruinas de una probable villa existente en la Casa de Campo, en las márgenes del arroyo Meaques”.
Han tenido que pasar 84 años para que se reanude el estudio del pasado romano del pulmón de Madrid.
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