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MÚSICA POP

Confesión y ternura

‘Historias de caza’ recupera en la Costello a los vigueses como una banda lúcida, diferente y cercana

El grupo los Seres Queridos en la sala Costello.
El grupo los Seres Queridos en la sala Costello.

No, quizá no sean nunca un grupo de masas. Los Seres Queridos andan ya por el cuarto álbum y la coqueta sala Costello no se llenó del todo este sábado para descubrirlo. Tiempo habrá, porque este excelente Historias de caza ahonda en un universo muy seductor de emoción, confesión y ternura. Un mundo lúcido en el que hay lugar para las conversaciones y hasta para formular tenues esperanzas: esas que, como anota una de las nuevas piezas, auguran el final de algunas tempestades.

No todo es carantoña y seda en el universo del encantador cuarteto vigués. “Hablemos de unos personajes muy de actualidad”, anota Eladio Santos, con característica retranca norteña, antes de abordar la furibunda Los dinosaurios. Las citas al extraordinario Estamos todos unidos (2011), el álbum que debió catapultar a estos caballeros, siguen resultando obligadas: El tiempo futuro, la cada vez más acerada Con el corazón en la mano, esa preciosidad absoluta (o, en su caso, esdrújula) titulada Viviendo con miedo. Pero la munición de refuerzo permite renovar las expectativas para nuestro barbudo del sombrero, desde la socarrona Algún iluminado a la sabrosura romántica de Ella, junto a ese chaval, Pablo Lesuit, al que urge echarle un ojo.

A Santos le asiste, hasta en el timbre de la voz, un delicioso deje a melancolía atlántica, quizá ese mismo talante por el que no se acaba de aprender las letras y las consulta en papeles manuscritos. Estos Seres son gente de una edad: tipos sensibles, sutiles, socarrones y documentados que pueden evocar a los Beatles, Xoel López y hasta a un Perales indie. Y capaces de rematar la faena con Cariñito, la irresistible cumbia de Los Hijos del Sol, y una lectura guitarrera de La leyenda del tiempo, de Camarón. Esta vez no hubo que reclamar silencio: se reía y sentía, pero sin pestañear.

 

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