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Fianza de 720 millones a una organización de narcotraficantes

El líder del grupo creó una empresa de cosmética para blanquear los beneficios de la cocaína. Solo en un año invirtió 13 millones

Una juez de Barcelona ha impuesto una fianza de 720 millones de euros a 15 presuntos miembros de una organización de narcotraficantes que escondía en una nave de Viladecans (Barcelona) 320 kilos de cocaína. El supuesto líder del grupo, el colombiano Juan Carlos Duarte, creó una empresa de cosmética —Rang Spain— para blanquear los beneficios de la importación de cocaína a través del puerto de Barcelona: solo en 2016, invirtió 13 millones en la compañía. Disponer de una empresa le permitió, además, alquilar la nave de Viladecans que servía como escondrijo para la droga.

Duarte fundó Rang Spain como inversor único a finales de 2015, aunque situó como administradora “formal” a su pareja, según el auto de la juez que da por concluida la investigación y le envía a juicio. La organización alquiló, además, un piso muy cerca de la nave, en la calle Antonio Machado, lo que les permitía tenerla vigilada en todo momento. Una mujer se prestó a alquilarlo a cambio de dinero. “Con el pretexto de llevar a cabo la limpieza y acondicionamiento” del local, el narco encargó a tres subordinaros que “contrataran los servicios de un mexicano experto en modificar vehículos y construir habitáculos ocultos en habitaciones”.

El experto es Raúl García Chi. Llegó a Barcelona en enero de 2016 y permaneció seis días con sus noches en la nave industrial, según constataron las vigilancias policiales. Construyó dos habitáculos en los despachos de Duarte, bajo la ventana. Cuatro meses más tarde, durante los registros, la policía comprobó por qué García Chi es uno de los mejores en su terreno: al habitáculo se accedía, recuerda la juez, “accionando un pulsador motorizado oculto bajo el papel pintado”. Allí aparecieron 149 paquetes de cocaína, con los símbolos de una corona y de un toro. Los 320 kilos ocultos tienen un valor estimado en el mercado de 11,2 millones.

El mexicano también construyó habitáculos ocultos en una flota de vehículo (12 coches y dos motos) con los que la banda trasladó la droga hasta la nave. En algunos casos, los habitáculos estaban bajo el anclaje de la puerta y se abrían con una sirga oculta en el tapizado. En otros, se situaban bajo los asientos traseros y podían abrirse mediante unos interruptores situados en el maletero. Como con el piso, los coches se ponían a nombres de terceras personas, incluidas mujeres sin carné que “se prestaban a ello por una compensación económica”.

La fianza es de 48 millones para cada uno de los miembros del grupo, procesados por los delitos de organización criminal y tráfico de drogas. Algunos tenían vínculos personales entre sí (marido y mujer, padre e hijo). Pero Duarte era el líder. Él (o alguno de sus hombres de confianza) vendía la cocaína a otros grupos criminales más pequeños, como han constatado las vigilancias. El colombiano vendió droga al grupo liderado por Rafael Brand en la esquina de las calles Balmes y Diputación, en Barcelona, y también en l’Illa Diagonal. Las “recargas” —compraventa de drogas— se producían hasta dos y tres veces por semana. Cuando Duarte no acudía, sus hombres iban a entregarle el dinero después de la transacción a su casa, junto a la sierra de Collserola. En el registro de esa casa, la policía encontró 1,9 millones de euros —repartidos en varias habitaciones y “en fajos de distintas cantidades”— y 10 relojes de lujo.

La organización también tanteó el cultivo de marihuana. Alquiló para ello una vivienda en La Bisbal del Penedès (Tarragona), donde los agentes encontraron 523 plantas. El hombre a cuyo nombre estaba alquilada la casa explicó por teléfono su temor a que otros le meten “en un fregado” y constató que todo iba sobre ruedas: “Las lechugas están crecidas”.

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