Una ventana de entonces al cine que veía el mundo
La Filmoteca recuerda el 50 aniversario del Círculo A
El estado de putrefacción de un conejo era una de las imágenes de aquellas que no se olvidan de Repulsión (1965), de Roman Polanski, una película que se estrenó en Barcelona en 1967 en el cine Publi, en el Paseo de Gràcia, el primero de los cines de arte y ensayo de la capital catalana. Una cinta interpretada por una esquizofrénica Catherine Denueve que a más de uno le dejó una aprehensión tremenda hacia los inofensivos conejos: "Mi abuela se metió en el cine sin darse cuenta de qué película era y, horrorizada, ya no pudo comer conejo nunca más". La anécdota la explicaba Esteve Riambau, director de la Filmoteca de Catalunya en la presentación de la exposición La quadratura del Cercle Ay de un ciclo de películas en homenaje a los 50 años de la creación del entonces llamado Círculo A. Con ese nombre se conoció la red de cines de arte y ensayo de Barcelona, que exhibía cintas en versión original y subtituladas, impulsada en pleno franquismo por tres hombres clave de la crítica del cine: Antoni Kirchner y Pere Ignasi Fages y Jaume Figueras.
Los tres conformaron la sociedad FKF que fue decisiva para conseguir el permiso del entonces Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne. "Los requisitos eran varios: solo en capitales de provincia con una población de más de 50.000 habitantes, en salas de menos de 500 butacas con una sola copia de la película y que no se produjeran tumultos o actos sediciosos", explicaba el comisario de la muestra, Octavi Martí, entre las risas del público a la referencia de "tumultos y sediciosos" que estos días está de actualidad en la política catalana.
Figueras y Kirchner, dos de los impulsores de aquella idea, recordaban cómo y por qué se produjo: "Para empezar porque era absurdo que publicáramos críticas de películas que veíamos en el Festival de Cannes y que no se iban a poder ver en Barcelona y España nunca. Así que pasamos a la acción y contactamos con salas francesas de Perpignan para compartir alguna cinta y poder exhibirla aquí", explicaba Kirchner. La primera sala fue el Publi —que atravesaba problemas, puntualizaron— y solo por la noche. Al Publi le siguieron el Atenas, Alexis, Aquitania, Arcadia, Ars, Arkadin, Maldà, Capsa y Casablanca. Cada uno con un segmento más o menos definido, el más joven y moderno en el Casablanca, más de corte político en el Arkadin, o el más minoritario en el Maldà que es, precisamente, el único que ha pervivido hasta hoy. De forma premeditada o no, resulta que al empezar muchos de ellos por la letra "A" ocupaban los primeros puestos en las carteleras de los periódicos.
Al cine Publi le siguieron el Atenas, Alexis, Aquitania, Arcadia, Ars, Arkadin, Maldà, Capsa y Casablanca
"La complicidad y la querencia por el cine de la familia Castañer —propietaria de varias de esas salas— fue indispensable", comentaba Figueras. Barcelona fue la primera ciudad que tuvo salas del llamado arte y ensayo aunque en realidad eran películas que se habían estrenado fuera de España y que abarcaban un abanico de títulos y géneros muy diferentes. La lista puede ser muy larga: To be or not to be, de Ernst Lubitsch, Le mari de la coiffeuse (El marido de la peluquera), de Patrice Leconte, Primma della rivoluzione (Antes de la revolución), de Bernardo Bertolucci o Acorazado Potemkin, de Serguéi M. Eisenstein que se estrenó en la inauguración del Cine Capsa, el 11 de septiembre de 1977, Diada histórica donde las haya.
¿Y la censura? Existía pero con cierta manga ancha. Aunque no todas burlaron los censores: "Pasó Bell de Jour (1967, Luis Buñuel) pero no se consiguió con La dolce vita (1960, Federico Fellini)", comentaba Figueras que junto con sus dos socios en la iniciativa se convirtieron en programadores de cine en las salas del Círculo A.
Algunos de los documentos claves de la historia de ese proyecto , como el decreto que autorizó su funcionamiento, se pueden ver en la exposición en le Filmoteca de Catalunña así como los anuncios que se insertaban en prensa de la programación de esas salas. Algunas de sus fachadas se han reproducido en forma de alfombra en el suelo. Hay otros guiños a la memoria —"el tiempo lo devora todo, menos la memoria", ironizaba Riambau en la presentación— como un sillón de peluquería de atrezzo en recuerdo al que se utilizó para cortar el pelo a todos las personas que lo quisieron para celebrar los 9 meses en cartelera en el Alexis de El marido de la peluquera que es uno de los títulos que se exhibirá en el ciclo que ya ha arrancado en la Filmoteca hasta el 11 de febrero.
El Círculo A murió de éxito a partir de 1992 porque el cine en versión original dejó de ser una rareza y se extendió en otras salas de Barcelona, como los Verdi, los Renoir, Melies, Boliche, Girona y más tarde los Texas. La desaparición de la censura también empezó a marcar el fin del Círculo A y, sobre todo, la transformación del negocio del cine.
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