El jazz poderoso de Leganés
La Big Band de Leganés, nacida como ‘amateur‘ en la escuela de música municipal, triunfa sin prisa pero sin pausa
En un pequeño local de un polígono de Leganés suenan trompetas afiladas, trombones desenfrenados, saxos abrasadores. Se escucha jazz poderoso. Son 17 músicos que suenan como un cañón bajo las instrucciones del director Juan Moreno. Juntos forman la Big Band de Leganés, un proyecto que nació en la escuela municipal de música entre un grupo de amigos y aficionados a este género. “La mayoría tocábamos clásico, pero nos picó el gusanillo por el jazz”, señala Moreno, que también toca la trompeta. La banda actúa el 29 de octubre en el Bogui Jazz de Madrid (Barquillo, 29).
Minutos antes de las diez de la noche los músicos llegan a la nave donde ensayan. La mayoría viene de la zona sur de Madrid. “No vivimos de la banda; tenemos apoyo del Ayuntamiento y el proyecto se mantiene con lo que sacamos de los conciertos, además de una cuota anual de 10 euros”, explica Javier Ochoa, presidente de la asociación que gestiona el conjunto.
El grupo, con componentes en una horquilla de edad que oscila entre los 16 y los 71 años, emana buen rollo. Las maneras y el rigor de los músicos desmienten cualquier atisbo de pasatiempo caprichoso. “Nos hemos profesionalizado todo lo que hemos podido”, apunta Moreno, que lidera el grupo con disciplina. Pide parar ante cualquier yerro. Se levanta y habla con el músico que tenga cualquier duda. “Sería imposible conducir a tanta gente si no pones seriedad y orden”, cuenta. El repertorio de la banda se nutre de géneros como el swing, el latin-jazz o la bossa nova. A su lado se sitúa la batería, que ese día está comandada por el hijo de Ochoa, también Javier, que colabora con las baquetas cuando le necesitan. Tiene 16 años y promete.
Por otro lado sopla la trompeta de Rafael López, murciano afincando en Madrid desde joven. Cuenta 71 años y aunque es el veterano del conjunto transmite jovialidad. “Me reclutaron a través de un amigo del conservatorio de Móstoles, donde yo colaboraba”, comenta. En esos tiempos la banda ensayaba en la escuela de música municipal de Leganés, donde la mayoría recibían clases. Tras pasar por otro espacio cerca de Alcorcón, 10 meses atrás se instalaron en esta nave.
El proyecto nació sin pretensiones, pero con la sana convicción de que si hacían bien las cosas tendrían una proyección “casi profesional”. “El 80% de los participantes tiene formación de conservatorio”, continúa Moreno. El año pasado autoeditaron y publicaron —con la ayuda de una campaña de microfinanciación colectiva— su primer disco, 7 años no son nada. Pese a su corta, pero fulgurante, carrera, han actuado en los festivales de jazz de Toledo, de Talavera o de Madrid. Y antes de su próximo show en la capital actuarán en Soria el día 24.
Rebeca Muñoz es la única chica que atesora la banda. “Hemos llegado a ser cuatro, todas tocando vientos”, aclara. Muñoz toca el trombón y es una de las fundadoras del proyecto. “Empezó como algo amateur para descubrir el jazz. Cada uno se puso a estudiar por su cuenta y la ilusión se fue contagiando”, cuenta.
Entre tanta formalidad, el director de la banda recuerda con dificultad un traspié antes de una actuación: “Una de las primeras veces que tocamos en el Café Berlín nos faltaba el pedal del bombo. Hubo un momento de pánico, pero nos salvó un componente que vivía en plaza de Castilla”, recuerda.
La mayoría de los componentes de la Big Band son estables, aunque algunos rotan según las circunstancias. “No hay nadie imprescindible”, concluye Moreno, “aunque es importante la continuidad ya que ensayamos todas las semanas”.
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