Bailes obreros contra la Dama de hierro
Tras tres años de trabajo y una inversión millonaria, ‘Billy Elliot el musical’ llega a Madrid
En un pequeño pueblo minero del norte de Inglaterra un niño quiere bailar. Es huérfano de madre y su padre y su hermano, activistas obreros que luchan para que Margaret Thatcher no cierre las minas a mediados de los ochenta, consideran que la afición de Billy no es propia de un hombre. La historia de Billy Elliot es conocida: la película, estrenada el año 2000 y dirigida por Stephen Daldry, fue un éxito. Tanto que se acabó convirtiendo en un exitoso musical, con música de Elton John, que se estrenó en Londres, llegó a Nueva York y ha pasado por Berlín o Tokio. Tras tres años de trabajo, una cuidada adaptación, realizada por David Serrano, también director del montaje, y un afinado elenco, el pasado jueves Billy Elliot el musical llegó al Teatro Nuevo Alcalá de Madrid (Jorge Juan, 62).
“Este es uno de los musicales soñados por cualquier productor”, reconoce Marcos Cámara, de SOM Produce. “Cuando lo veías en el West End o en Broadway, te quedabas maravillado. Cuando pensabas en adaptarlo en España, siempre había voces que decían que no se podía por el presupuesto; por la complejidad añadida de trabajar con menores…”, continúa Cámara. Desde SOM consideraron que un Billy en Madrid podía salir bien con inversión —“solo en producción y lanzamiento hemos invertido cinco millones de euros”—, y “con planificación, paciencia, esfuerzo y un equipo muy profesional”.
A la cabeza está David Serrano, director y responsable de la acertada adaptación: “Las canciones fueron complicadas porque quisímos mantener el número de sílabas para respetar la entonación musical inglesa. A la vez, había que meterle el acento característico de los personajes [mineros de clase media baja]. Serrano trabajó en el texto y las canciones durante siete meses junto a su hermano Alejandro, que es músico, y con el director musical del montaje Gaby Goldman.
Con las canciones listas, llegó el momento de los actores. Para encontrar a Billy y a sus amigos, hace dos años, crearon una escuela de danza, al frente de la cual están Carmen Roche y Víctor Ullate Roche. Por allí han pasado 700 chavales de los cuales 63 están actuando en el espectáculo. En el musical aparecen 12 niños por función, que bailan, cantan, actúan, lloran, ríen... Cada uno de ellos está interpretado por cinco menores, que se van turnando para poder compaginar el escenario con las clases y su tiempo libre. “Hemos preparado el musical para más de 90 actores”, resume Serrano.
Miguel Millán, de 13 años, es uno de los seis Billys: “Cada uno aportamos una cosa, pero todos somos el mismo”. El día del estreno le tocó actuar. “En el número final rompí a llorar al pensar: ‘Ya lo hemos conseguido’. Está todo muy bien hecho”, cuenta el joven artista. Encontrar a los adultos fue más sencillo: “Todos dijeron que sí nada más proponérselo; es la primera vez que me ha pasado en mi vida”, reconoce el director. Natalia Millán, Adrián Lastra Mamen García y Carlos Hipólito son las caras más conocidas de un reparto de alto nivel.
“Ha sido duro, pero también está siendo una experiencia muy bonita porque es un trabajo muy coral”, resume Hipólito, que representa al hosco a la vez que sensible padre de Billy. Refuerza el trabajo de los actores una impresionante escenografía, con elementos volantes —“ideado todo desde aquí”, apunta el director—.
“Todos hemos conseguido compenetrarnos de manera muy especial para crear la familia Eliott, pero no solo en escena sino también fuera”, añade Hipólito. Con el resto del reparto consigue contagiar esa magia de la que habla al público: al final de la sesión inaugural —con lleno absoluto— todos los espectadores, entre lágrimas, se levantaron para aplaudir. “Dicen que el teatro es bueno cuando te cambia; cuando entras de una manera a la función y sales de otra”, cuenta Hipólito, “pues Billy Elliot lo cumple”.
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