El voto agridulce del pueblo más pequeño de Cataluña
Los 27 habitantes de Sant Jaume de Frontanyà viven con inquietud los altercados en los colegios de las ciudades catalanas
![Josep Catà](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F96c59fff-e5ef-4b79-aa6c-54a3a2d1d465.jpg?auth=0453ae98c5a025b3600355a4e3366e24a4c973221a537df9fbeef124bc3f9400&width=100&height=100&smart=true)
![Jornada de votación en Sant Jaume de Frontanyà.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UJXNKKKO2NMKI2EII7LYTKUY3A.jpg?auth=f6f7814fe399963ba40fed700f845b659bb30fe84a3e5108e6a5fe7d99291d32&width=414)
A las nueve de la mañana, el aire fresco del pueblo más pequeño de Cataluña está enrarecido por las noticias que se escuchan por la radio sobre los altercados en algunos colegios abiertos por el referéndum independentista suspendido por el Tribunal Constitucional. "A ver si al final van a venir aquí, aunque no creo, no le importamos a nadie", dice uno de los 27 habitantes de Sant Jaume de Frontanyà, un municipio cercano a Berga donde, a primera hora, casi la mitad del censo espera a poder votar en el Ayuntamiento mientras comparte una coca de llardons para desayunar.
En el Ayuntamiento del pueblo reina la normalidad que la Generalitat había prometido para todos los colegios: una urna translúcida en la mesa, el presidente y dos vocales preparados con el aplicativo informático para garantizar un censo universal. Minutos antes del inicio de la jornada electoral, una patrulla de los Mossos d’Esquadra llega a la plaza, dominada por la iglesia del pueblo. "Ya están aquí, vamos a esperarlos fuera", dice el alcalde, Rubén Lladós, acompañado por un perro algo viejo y encantado de tener tanta compañía.
- Bueno, ya sabéis por qué estamos aquí… ¿verdad que estáis haciendo resistencia pacífica, y que no nos dejaréis entrar?
- No os dejaremos.
- Bueno, pues nos vamos al bar.
Los Mossos d’Esquadra, que durante la noche y la primera hora de este 1 de octubre han acudido a los puntos de votación solo para levantar acta, tampoco en Sant Jaume de Frontanyà han ido más allá de hacer una advertencia: "No nos pongáis en un compromiso, y no tendremos que hacer nada". Los dos agentes se van a uno de los bares, la Fonda Marxandó, regentada por Ramon, un señor que ya va por la mitad de su puro matutino. "No les cobraré nada", aclara.
Sant Jaume de Frontanyà fue el segundo pueblo, después de Arenys de Munt, que organizó una consulta sobre la independencia en 2009. Entonces hubo 18 votos a favor y uno en contra. En la consulta del 9-N, en 2014, el que votó en contra ya había cambiado de opinión: 21 personas votaron, todas afirmativamente a la doble pregunta planteada por el Gobierno de Artur Mas.
La votación del 1 de octubre se plantea en el pueblo como la oportunidad de volver a expresar el sentimiento independentista, cada vez más agitado por la actuación del Estado, que los vecinos consideran "una barbaridad". "Con todo lo que está pasando, solo queda una solución, y es la declaración unilateral de independencia, ¿no?", pregunta el alcalde, pegado al móvil para seguir las noticias que llegan de los pueblos y ciudades cercanas.
El presidente de la mesa, Arç Puig, de 32 años, piensa en su novia, que está en Barcelona. "Yo tengo que estar con la urna hasta las ocho de la tarde, pero luego igual voy a Barcelona, o donde haga falta", afirma. Puig ha recibido por la mañana un dosier con instrucciones precisas para usar el aplicativo informático que garantice un censo universal para que todos los catalanes pudan votar en cualquier colegio. A la media hora de empezar la votación, buena parte del censo del pueblo ya ha votado, algunos con la papeleta en el sobre, otros simplemente con la papeleta doblada. La votación ha sido interrumpida en varias ocasiones por la caída del aplicativo informático.
Uno de los vocales de la mesa, Nil Anselmo, de 20 años, no da crédito a las fotografías que ve por Twitter y otras redes sociales: "La policía está arrastrando a gente mayor, hay heridos ya a estas horas, es increíble". Ramon, el de la Fonda, vuelve al Ayuntamiento: "Bueno, voy a Borradà, ¿alguien quiere algo, más coca de llardons? ¿Tabaco tenemos no?". Se marcha y deja una sala con el ambiente agridulce: contentos de poder votar, pero preocupados por cómo puede acabar el día. El desayuno, como mínimo, ya está hecho.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
![Josep Catà](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F96c59fff-e5ef-4b79-aa6c-54a3a2d1d465.jpg?auth=0453ae98c5a025b3600355a4e3366e24a4c973221a537df9fbeef124bc3f9400&width=100&height=100&smart=true)