“En agosto todo va más tranquilo, también en la obra”
David de la Cruz, de 42 años, trabajará todo el mes de agosto, como ya ha hecho otras muchas veces
Las paredes del antiguo edificio se derrumban a su alrededor. A trozos. Por partes. Un día tras otro del mes de agosto. Lo peor no es el ruido ensordecedor, que se repite. Lo peor es el polvo que impregna todo. Polvo blanco que una manguera de agua trata de aplacar constantemente. Eso sin tener en cuenta las olas de calor de las últimas semanas. Entre el 27 de julio y el 5 de agosto, Cataluña vivió un episodio de calor intenso, el más importante desde la excepcional ola de calor de julio de 2015. Así están las cosas en la zona cero de esta obra. El viejo cine Novedades dará paso a un gran hotel, de varias estrellas, en el centro de Barcelona. Para ello David de la Cruz, de 42 años, trabajará todo el mes de agosto, como ya ha hecho otras muchas veces.
Nacido en Trujillo (Perú) en mayo de 1975, la historia de este hombre es la de una decisión que lo cambia todo. En 2002 opta por dejar su país para buscarse la vida en España. Esta es su historia, escrita, como cuenta, a base de sacrificio y muchas horas de trabajo, también en agosto. “Inicialmente vine por un par de años. Encontré trabajo en una empresa, estoy en la misma constructora en la que empecé. La cosa iba bien, mucho trabajo, ellos me ayudaron con los permisos de reagrupación. Primero traje a mi esposa. Le gustó. Luego trajimos a mis dos hijos de Perú. Estamos todos juntos desde 2005”. Este peruano estudió para mecánico de mantenimiento, pero no es lo que quería. David soñaba con ser periodista.
Al llegar a Barcelona, apostó por la construcción aunque nunca había trabajado en el sector. “Cuando empecé toqué muchas puertas. No sabía hacer nada, pero tenía ganas y necesidad de trabajar. Empecé como peón... Hacía regatas, picaba paredes, cortaba hierro...”. Las cosas mejoraron y optó a un puesto de responsable de almacén en la misma empresa. Allí estuvo cuatro años. Y entonces le ofrecieron dedicarse a la seguridad. “Me formé y es a lo que me dedico ahora: soy recurso preventivo de la obra, superviso la seguridad de la obra”. David es el responsable de lo que pase en ella. Llega a las 7.15 horas. Tiene el acceso a la obra, quita alarmas y hace un control diario de personal. Después se ocupa de ver qué necesitan las personas que se encargan del derribo. Trabajará muchas horas este mes de agosto: “Usamos todos los permisos de derribo de la obra”.
"El verano huele a trabajo"
¿Dónde irás de vacaciones? A Perú.
¿Qué quieres ser de mayor? Hoy por hoy, técnico en seguridad.
¿A qué huele el verano? A trabajo.
¿Eres más de Gin tonic o de tinto de verano? Tinto de verano.
La máquina excavadora no para. David vigila sus movimientos desde una esquina. Sabe que se irá de vacaciones a finales de septiembre y octubre. Ahora le toca el trabajo “más peligroso, más estresante, hay que estar encima de la gente, a veces hay exceso de confianza”. “Aquí cada vez me cuesta menos porque me conocen y colaboran. No he tenido ningún problema grave en las obras que he estado”, explica. Y no le importa trabajar este mes: “En agosto, pese al calor, es un trabajo más relajado, ahora en la obra estamos en la mitad. Va más tranquilo, mejor que otros meses del año en que la obra está llena de gente. En agosto los encargados están de vacaciones”.
Pero no es su único trabajo. David tuvo su primer hijo con 20 años. Con 40 nació su tercera hija, que ahora tiene un año y medio, y supone una oportunidad para volver a empezar. “Empezar de cero”, dice. Algo que no es la primera vez que le pasa, pero que tiene sus inconvenientes. “Echo de menos Trujillo, un montón. Acostumbrarme no me acostumbro. Si por mí fuera volvía la semana que viene”.
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