“Hay nervios, y a veces insultos y muy malas caras”
Malestar y resignación entre los pasajeros en el primer día de huelga en El Prat
La serpiente que forman las cintas verdes y azules con el logo de Aena ocupa todo el vestíbulo de la planta superior de la terminal 1 del aeropuerto de El Prat, pero las cintas casi ni se ven, tapadas por la cantidad de viajeros que esperan en las largas colas para acceder a los controles de seguridad. A raíz de un conflicto laboral entre los trabajadores y la empresa Eulen, encargada de gestionar los arcos de seguridad de las dos terminales del aeropuerto, los empleados han iniciado este viernes una huelga parcial que los usuarios se toman con malestar, indignación y, ante la evidencia de que van a pasar un buen rato esperando, con resignación.
La huelga parcial de los trabajadores de Eulen consiste en paros de una hora todos los viernes, domingos y lunes a las 5:30, a las 10:30, a las 16:30 y a las 20:30 horas. En las horas de huelga, la cola se mueve tan lentamente que muchos pasajeros optan por arrastrar la maleta con los pies mientras, entre gente sentada en el suelo y caras de aburrimiento, la mayoría aguarda mirando el móvil y escuchando música. "Es indignante, da muy mala imagen para el turismo", afirma Cristina, que tiene que coger un avión por trabajo.
Esto es lo que les espera a los que acaban de llegar. Largas colas por la huelga de los trabajadores de Eulen en El Prat pic.twitter.com/gJezAxXPq5
— Josep Catà (@jcatafiguls) August 4, 2017
A los que acaban de llegar les espera una cola de, como mínimo, 40 minutos, que puede llegar a ser de una hora y media según el testimonio de algunos viajeros. "¿Qué hacemos? ¿Haces tú la cola un rato y luego nos cambiamos?", es una idea que se escucha a menudo al inicio de la cola, que llega hasta los extremos del piso y llena todo el vestíbulo. No es una propuesta que los demás integrantes de la cola vayan a aceptar fácilmente: "Hay nervios, y a veces insultos y muy malas caras", explica un empleado de Eulen que ayuda a gestionar la hilera de gente.
Sin embargo, la picaresca encuentra su hábitat natural entre las colas. En las últimas semanas, cuando también se vivieron largas esperas por una huelga de celo que los trabajadores ejercían dedicando a cada pasajero el máximo de tiempo posible, viajeros que perdían el avión se colaban ante la atónita mirada de los que llevaban 40 minutos esperando, algo que se ha vuelto a ver este viernes.
Cueling en la T2. La picaresca de toda la vida. Aprovechan para ahorrarse la cola de la T2. Y nadie dice nada #elconflictodeElPrat pic.twitter.com/KMFmLzcVCB
— Camilo S. Baquero (@camilo_baquero) August 4, 2017
Tampoco ofrece mucho alivio el llamado "carril rápido", exclusivo para personas con problemas de movilidad y para familias con hijos pequeños. En las horas de huelga el carril está colapsado, con largas colas pobladas por familias con bebés pero también por padres y madres que quieren hacer pasar un niño ya no tan pequeño por la cola rápida.
La mayoría de los pasajeros, avisados, han llegado con mucha antelación al aeropuerto por el miedo a perder el avión. Jorge Ena, por ejemplo, estaba a punto de pasar el control a mediodía, después de 50 minutos esperando. "Tengo el vuelo a las cinco y media, pero como sabíamos lo que iba a pasar, hemos decidido venir con mucha antelación", explica, consciente de que perder el avión significa quedarse sin las esperadas vacaciones. Según las aerolíneas, ya son más de mil los pasajeros que han perdido el viaje.
Por otro lado están los turistas que vuelven a su país: Vincent, un parisino que lleva 40 minutos en la cola, ha llegado al aeropuerto con mucha antelación, aunque eso significa que ha perdido algunas horas que podría haber disfrutado haciendo turismo. "Lo vimos ayer en las noticias y no hubo lugar a dudas, teníamos que venir mucho antes", afirma. Una vez pasados los controles, el embotellamiento desaparece y quedan por delante muchas horas muertas.
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