El edificio Capitol de la Gran Vía obtendrá la máxima protección de Patrimonio
Famoso por el luminoso que cuelga de su torreón, es uno de los ejemplos más importantes del racionalismo español
El edificio Capitol de Gran Vía, reconocible por el icónico luminoso de Schweppes, pasará a ser Bien de Interés Cultural en categoría de monumento. El Gobierno regional ha iniciado el procedimiento y sigue así adelante con el proyecto que persigue proteger los inmuebles de autores contemporáneos. Los arquitectos Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced y Eced finalizaron en 1933 la obra, que se convirtió en una de los ejemplos más importantes del racionalismo español en su vertiente expresionista. El inmueble está ocupado por un hotel, los cines Capitol y una tienda de moda.
Los cientos de personas que se apresuran Gran Vía abajo y arriba, a la altura de Callao, en un trasiego continuo no dirigen al edificio Capitol más allá de una mirada rápida quizá atraída por los escaparates de la tienda de moda que ocupa sus bajos o por las carteleras de las salas de cine. A pesar del desconocimiento general sobre sus valores arquitectónicos, el inmueble se ha convertido en un icono de la Gran Vía y de Madrid, aupado por el archiconocido cartel luminoso de la marca de bebidas Schweppes, que pende del torreón de líneas expresionistas de la construcción desde 1972.
“Pocos edificios tienen la capacidad del Capitol de representar a una ciudad y a una época”, argumenta el informe elaborado por los técnicos de la Comunidad de Madrid. Paloma Sobrini, directora general de Patrimonio explica que “hay un desconocimiento de la arquitectura contemporánea de principios del siglo pasado hasta ahora”. Para solucionarlo, han puesto en marcha un proyecto con el objetivo de dar a conocer a los grandes maestros de la arquitectura más reciente escogiendo una de sus obras a la que otorgan la máxima protección. La iniciativa comenzó este año con la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de la torre BBVA del paseo de la Castellana, obra del arquitecto Javier Sainz de Oiza de 1981.
“No se puede abusar en este tipo de protecciones y debemos avanzar poco a poco”, añade Sobrini. Hay que tener en cuenta que un BIC limita los derechos de los propietarios, por lo tanto es necesario “hacerlo con muchísimo rigor”, concreta. El edificio Capitol es uno de esos inmuebles que merecen el esfuerzo. Se trata de una de las obras más importantes del racionalismo español en su vertiente expresionista, y por sus características y situación privilegiada constituye un hito urbano de primer orden, desgrana el informe. Hace tiempo se intentó protegerlo, pero el expediente caducó.
El inmueble ha conseguido llegar hasta nuestros días con muy pocas modificaciones y unas magníficas vistas de Madrid desde sus terrazas. Ocupa un solar irregular de 1.363 metros cuadrados en el ángulo de las calles Gran Vía y Jacometrezo, con una altura de 54 metros distribuidos en 14 plantas; las cuatro superiores forman el famoso torreón. La declaración de BIC supone garantizar para siempre sus valores, porque se marcan los criterios de intervención permitidos en un futuro. La protección alcanza a las envolventes de edificios cercanos (no al interior de las casas). “Se trata, por ejemplo, de que no se instalen unos focos al lado que impidan observar bien el edificio”, explica Sobrini.
En 1931, Enrique Carrión y Vecín, propietario del terreno encargó un proyecto para construir un edificio multifuncional con cine, sala de fiestas, bar, cafetería, hotel-residencia y oficinas a los jóvenes arquitectos Luis Martínez-Feduchi (1901-1975) y Vicente Eced Eced (1902-1976), que habían acabado la carrera cuatro años antes. Su trabajo está muy influenciado por la obra del arquitecto alemán Erich Mendelsohn, hasta tal punto que el edificio Capitol es consecuencia directa de la reforma de la biblioteca Rudolf Mosse de Berlín. Tras dos años de trabajo (de 1931 a 1933) demostraron que la arquitectura racionalista era válida para construir elementos de carácter singular o monumental.
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En sus inicios el edificio contaba con un gran rótulo luminoso indicando Capitol en la coronación de la torre y de otros tres sobre la marquesina del cine. Fue el principio. En pocos meses se multiplicaron, aparecieron anuncios corporativos de los inquilinos que ocupaban las oficinas e incluso publicidad ajena al inmueble.
“Su utilización abusiva durante 70 años como soporte publicitario se entiende por su posición privilegiada y por la normativa relajada”, explican los técnicos de Patrimonio. Los arquitectos consideraron la posibilidad de que se instalaran anuncios en la fachada como fuente de recursos económicos para la propiedad. Pero quizá no tanta, porque la elaborada carpintería de esa parte del edificio contradice que fuera lo que realmente desearan.
En 2009, siendo alcalde Alberto Ruíz-Gallardón, se desarrolló una nueva ordenanza para los carteles publicitarios que habían proliferado en la ciudad. A raíz de la entrada en vigor de la normativa se retiraron 223 soportes publicitarios. Pero hubo indultos, entre ellos el luminoso del edificio Capitol y el de Tío Pepe de la Puerta del Sol, que se instaló en 1935.
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