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El Macba como bálsamo del ‘procés’

Estado y Generalitat aparcan sus diferencias en la celebración de los 30 años de la Fundación Macba

José Ángel Montañés
Enric Millo, Carles Puigdemont e Íñigo Méndez de Vigo, durante el recorrido por la exposición de la colección del Macba
Enric Millo, Carles Puigdemont e Íñigo Méndez de Vigo, durante el recorrido por la exposición de la colección del MacbaAlbert Garcia

"Estoy encantado de estar en Barcelona”, fue lo primero que se le escuchó decir este lunes a Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, Cultura y Deportes, además de portavoz de Mariano Rajoy, tras entrar en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba). Méndez de Vigo, que visitaba por primera vez el enorme edificio del Raval como ministro, participaba en el acto de celebración de los 30 años de la Fundación Macba, la entidad que desde 1987 ha adquirido 1.600 obras de arte para el museo. En compañía de Enric Millo, delegado del gobierno en Cataluña, el consejero de Cultura Santi Vila y la presidenta de la Fundación Ainhoa Grandes, esperaron la llegada del presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, que por motivos de agenda llegó tarde. El Macba, por unas horas, actuó de bálsamo ya que todo fueron buenos gestos y afables palabras.

Visto el recibimiento y la encajada de manos entre los políticos nada podía dar a entender el pulso político que vive la Generalitat con el Estado en los últimos tiempos. En un discurso bilingüe, como el resto de los participantes, Méndez de Vigo alabó la “sociedad inquieta, sensible, apasionada y abierta al mundo” de Barcelona. El Macba, según él, “ha mantenido su esencia pasando a convertirse en un referente internacional y orgullo de España. Todos los españoles nos sentimos orgullosos de esta ventana a la cultura”.

Y es que en el Macba no se habló del procés, ni de la celebración del referéndum. El acto sirvió para que Estado, Generalitat y Ayuntamiento reafirmaran su compromiso con el funcionamiento de este museo de modelo de gobierno público y privado único. Tampoco hubo quejas. Tan solo la petición de Grandes de más espacio que permita crecer en la Plaza dels Àngels; un proyecto aparcado por la crisis que ahora parece desempolvarse. “Era el momento de hacerlo delante de todas las administraciones”, justificó el actual director Ferran Barenblit. Solo recogió el guante el teniente de alcalde Jaume Collboni —que también llegó tarde por coincidir con un acto de apoyo a la candidatura de la Agencia Europea del Medicamento—, que reafirmó el compromiso de la ciudad con un “proyecto inacabado que comenzaron Leopoldo Rodés, Pasqual Maragall y miles de ciudadanos”. Méndez de Vigo hizo suya la frase de Josep Pla: “el dinero no da la felicidad, pero tampoco es un serio obstáculo”.

Puigdemont, Barenblit, Vila, Collboni, Grandes y Méndez de Vigo, en el Macba.
Puigdemont, Barenblit, Vila, Collboni, Grandes y Méndez de Vigo, en el Macba.Albert Garcia

Puigdemont, que también se estrenó en el Macba como President, dijo que el modelo de éxito del museo es “irrenunciable, incluso si el Ministerio equilibrara sus aportaciones respecto a otros grandes equipamientos de Madrid o si los presupuestos públicos fueran más generosos”. En efecto, todas las administraciones colaboran económicamente, pese a que, tal y como recordó Barenblit, el Macba se autofinancia en un 26%. El ministerio, que se incorporó al museo en 2007, doce años después de abrir sus puertas en noviembre de 1995, aporta un millón de euros al presupuesto que asciende a 10,3 en este año (4,4 los aportará el Ayuntamiento y 3 la Generalitat). Puigdemont reafirmó la apuesta de la Generalitat pidiendo seguir adelante: “Si nos conformamos con lo que tenemos, dentro de 30 años estaremos celebrando una naturaleza muerta”.

Rodes y Maragall fueron recordados por los que intervinieron en el acto de celebración que se realizó en la Capella dels Àngels después de realizar un recorrido por la primera planta del edificio de Richard Meier que acoge la exposición número 31 de la colección de arte del museo. La comitiva, presidida por Grandes se detuvo en el enorme cubo de condensación de Hans Haacke; la obra 100 años, de Hans-Peter Feldmann en la que retrata a 101 personas, que cuentan de uno a 100 años, o el enorme tubo de madera que arroja aire caliente, Entrevendo, creado por Cildo Meireles, aunque ninguno se atrevió a pasearse por su interior chupando los dos cubitos, uno dulce y otro salado para visibilizar el viento. Demasiado para un político.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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