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La ‘rapa’ de los solidarios

450 peluqueros cortan el pelo a 15.000 personas en plena calle para recaudar fondos destinados a dos ONG

Varios peluqueros en acción bajo las carpas habilitadas en la plaza de Sánchez Bustillo.
Varios peluqueros en acción bajo las carpas habilitadas en la plaza de Sánchez Bustillo.SANTI BURGOS

En Galicia se celebra todos los veranos una fiesta de interés turístico nacional, la rapa das bestas, en la que se cortan las crines de los caballos. Lo que sucedió ayer en la plaza de Sánchez Bustillo (la más próxima al museo Reina Sofía) evocó, con las lógicas salvedades, aquel espectáculo. 450 de los mejores peluqueros, barberos y esteticistas de toda España se dieron cita para prestar sus servicios y ayudar a una causa solidaria. Las personas que acudieron a cortarse el cabello (15.000, aproximadamente) pagaron ocho euros y contribuyeron de esa forma a la recaudación de fondos para las asociaciones Cuenta Conmigo (de ayuda a padres e hijos con capacidades diferentes) y Happy Brains (Asociación de personas con daño cerebral).

“Ha costado, pero al final aquí estamos con el evento en Madrid. Ahora mismo las tijeras mueven el mundo”, declaró Diego Lizano, uno de los organizadores de esta maratón de peluquería y, además, barbero en Fuenlabrada. El madrileño reconoce que está sensibilizado con la causa, porque un primo suyo pertenece a la asociación Happy Brains. Al joven también lo conoce Guru Pacheco, otra de las responsables del evento. “Nunca se había hecho un evento tan grande partiendo de asociaciones tan pequeñas. Esta afluencia de gente ha superado todas las expectativas”, contaba, ilusionada. Tal era la cantidad de personas que querían ayudar a la causa —y cortarse el cabello—, que sobre las 12.30 la organización fue informada de que se habían agotado los 10.000 tickets que había disponibles para dar cita a los asistentes.

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“Aquí hay desde peluqueros profesionales hasta personas de academias y de formación profesional. Se hacen cortes de pelo, arreglos de barba o de uñas, y repartimos a la gente en dos filas, la de mujeres y la de hombres”, explicaba Pacheco.

Bajo las carpas habilitadas para que los profesionales prestasen sus servicios, estaban Rosa Asenjo y su hija Mar, atendidas por Olga, una peluquera de Cenicientos (Madrid). “Me daba un poco de miedo venir aquí, pero el pelo siempre crece. Lo importante es la solidaridad con los niños”, afirmaba Asenjo, mientras su hija observaba cómo largos mechones de pelo de su madre caían al suelo sin parar.

En otra de las carpas, y utilizando las tijeras y las planchas sin parar, estaban José María Neira, llegado desde Barcelona, y Elena Beza, que es peluquera es La Línea (Cádiz). “La mañana entera la dedico a esto. Esta es la sexta persona que atiendo hoy, y las que quedan”, decía Neira. A su lado, Elena le cortaba el pelo a Irene, que aseguraba tener confianza en las manos de la andaluza. “Estaré aquí todo el tiempo que haga falta, atendiendo. Esta iniciativa es algo que hacemos con ganas y además demostramos que nuestro sector está cada vez más integrado”, afirmaba Beza.

A medida que pasaban las horas, las colas en la plaza iban aumentando, a pesar del sol y los más de 35 grados que marcaban los termómetros. Muchos de los asistentes intentaban olvidar los sofocos mientras miraban con admiración (y miedo también) cómo Alberto cortaba el pelo magistralmente con una katana a una niña sobre el escenario. “Qué barbaridad”, exclamaba un grupo de mujeres que abandonaba la plaza estrenando peinado y con un look más solidario que nunca.

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