“El taxi era una apuesta segura, ahora ya no”
Los taxistas extranjeros del área de Barcelona, que son el 22% del total, hallan en las movilizaciones contra el “intrusismo” una forma de integración
Uno de tantos supermercados de Barcelona regentados por paquistaníes era propiedad de Sheraz Syed cuando, por culpa de la crisis, tuvo que cerrar sin tener un plan alternativo. Era 2012, llevaba ocho años en España y, con su buen inglés y un castellano más que decente, decidió probar suerte en el taxi. “Antes era una apuesta segura, ahora no se puede decir lo mismo”, lamenta Syed, pensando en el conflicto que el sector tiene abierto con aplicaciones móviles como Uber o Cabify, que según los taxistas les hacen competencia desleal y merman las expectativas de futuro de los tradicionales conductores de coches negros y amarillos.
Esta problemática ha unido a los taxistas en un frente común contra lo que consideran intrusismo laboral, mientras que históricamente reinaba la división según los distintos intereses del sector. Esta circunstancia, explica Syed, constituye una nueva oportunidad para los taxistas extranjeros de integrarse. En solo cuatro meses, la ciudad de Barcelona ha vivido dos grandes manifestaciones, y en ellas destacaban las asociaciones de taxistas extranjeros, que han sabido movilizar a sus integrantes y alinearlos junto a los conductores que, años atrás, los consideraban una amenaza. En el área de Barcelona, según los datos del Instituto Metropolitano del Taxi, hay 13.255 taxistas, de los cuales 2.909 son extranjeros, una proporción que va en aumento cada año que pasa.
Entre ellos, la comunidad más grande es la de los paquístaníes, que ya representa un 36% de los taxistas nacidos fuera de España. Su asociación, PakTaxi, nació en 2008 para dar apoyo a un grupo que no ha parado de crecer, paquistaníes que se endeudaron para comprar una licencia o que trabajan como asalariados normalmente en el turno de noche. En aquel momento, la misión principal de PakTaxi era hacer frente, con cursos y programas, a las críticas que recibían los conductores que no hablaban bien el castellano. Ahora el objetivo es más amplio, aunque también sirve para la integración: “Estamos defendiendo el sector, porque nosotros sufrimos la llegada de las nuevas aplicaciones igual que los demás taxistas”, cuenta Iftikhar Ahmed, taxista desde 2011 y secretario de la asociación.
Los taxistas reivindican que las instituciones controlen a los conductores de las aplicaciones de móvil como Uber o Cabify para que no hagan competencia desleal. Estas apps se basan en el uso de las llamadas licencias VTC, los permisos para conducir un coche que, tradicionalmente, el cliente reservaba con antelación. Este servicio, más destinado al lujo o a los traslados de personalidades, no representaba un peligro para los taxistas, pero ahora, con la inmediatez del móvil, creen que estos conductores están captando clientes por la calle, algo que solo podían hacer los chóferes de taxi.
Aunque amenazan con más parones y protestas en los próximos meses si la situación va a peor, los portavoces del sector ya han conseguido el apoyo expreso en un comunicado de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y de las instituciones metropolitanas, y han logrado crear un protocolo de actuación contra el intrusismo que en pocas semanas verá la luz. No obstante, cerca de 3.000 licencias VTC están pendientes de una sentencia del Tribunal Supremo y, si se conceden, se sobrepasaría la proporción de una licencia de VTC por cada 30 licencias de taxi que marca la ley de Transporte.
Competencia de las ‘apps’
Antes tenía sentido invertir en licencias, la gente vendía sus terrenos en Paquistán o hasta las joyas familiares, pero ahora, ¿por qué vamos a hacer esta inversión si hay 3.000 licencias VTC nuevas?”, lamenta Syed. En la última manifestación, a mediados de marzo, acompañando a los sindicatos tradicionales y a Elite, la nueva asociación que, no sin polémicas por las formas de algunos integrantes, lidera las reivindicaciones, estaban los paquistaníes de Paktaxi, pero también los marroquíes de Anget y los latinos de Taxistas Latinos Unidos.
Esta última asociación se creó expresamente para estas reivindicaciones, y sus impulsores, Bladimir Botero, Guillermo Quintero y Giovanni López, todos colombianos con cerca de una década en el taxi, cuentan que es su forma de ser “parte activa en una lucha común”. En esto coincide Carlos Fernández, del Sindicato del Taxi de Cataluña, explica que “se está haciendo un gran trabajo conjuntamente” con las agrupaciones de extranjeros: “Ellos nos ayudan, y nosotros a ellos también, porque estamos ante un tema muy complejo, ya que hay muchas instituciones implicadas y todas tienen competencias sobre una parte del problema”, abunda.
Las protestas han levantado críticas por parte de algunos sectores de la sociedad, en especial porque, según Quintero, “hay la percepción de que el taxi no está al día con las tecnologías”, algo que considera que no es cierto: “Los taxistas ya trabajamos con aplicaciones como MyTaxi o Hailo o NTaxi”. Más críticas les llegan por la violencia con la que algunos taxistas han tratado a los coches y conductores pirata. “Hay gente que está muy quemada, pero no vamos a solucionar nada con violencia”, cuenta Botero. Los conductores VTC, por su parte, se muestran en contra de las prácticas de intrusismo, pero defienden su servicio y alegan que trabajan según lo permitido por su licencia. Ante la posibilidad de pasarse al otro lado e intentar labrarse un futuro como conductor VTC, López es tajante: “Nosotros ya tomamos partido en su día, cuando decidimos que en el taxi estaba nuestro futuro, ahora vamos a defenderlo”.
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