La vida secreta de los seres marinos

“Más que el planeta Tierra debería llamarse el planeta Agua”, dice Santiago Merino, director del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN). En efecto, tres cuartas partes del planeta están cubiertas por océanos, sin embargo estas enormes masas de agua siguen siendo las grandes desconocidas, incluso más que algunas partes del espacio exterior. “Conocemos mucho mejor la superficie de la Luna, que hemos cartografiado al centímetro, que las profundidades marinas”, comenta José Templado, biólogo del centro. ¿Qué pasa ahí abajo?

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A dar a conocer lo que sucede en el fondo del mar se dedica la exposición Océanos: la exposición, el último territorio salvaje, producida por World Exhibitions, que se puede ver en el MNCN (José Gutiérrez Abascal, 2) desde el sábado 25 de marzo hasta el mes de noviembre. La muestra parte del documental Oceans (Jacques Perrin, 2009) que fue visto por 12 millones en 40 países y costó alrededor de 50 millones de euros. “Es un proyecto que difícilmente se va a volver a realizar”, explica el comisario Óscar Vega, “para un documental de hora y media se rodaron 480 horas de material bruto: de ese material surge la exposición”.

Así, se trata de una muestra fundamentalmente audiovisual que se complementa con pantallas interactivas y algunas proyecciones 3D, con un discurso, por tanto, más basado en la imagen que en la verbalidad, en el asombro que en el dato: aquí vienen uno a maravillarse. Una pantalla curva gigante nos hace sentir que estamos sumergidos en las profundidades. “Es una experiencia de la que el visitante, tras un fascinante viaje, sale transformado, descubre la belleza y la riqueza del océano, y toma conciencia de la necesidad de preservarlo”, dice Vega. Una necesidad urgente: “Pensábamos que el mar era un depósito infinito donde arrojar de todo y una fuente de recursos inagotable, pero hemos comprobado que los océanos sufren el impacto humano. Debemos conservarlos”, apunta Templado.

“Imagínese explorar la Cordillera Cantábrica entera, de noche, y usando solo una pequeña lámpara”, dice el biólogo, “así se explora el océano, porque no podemos ver más allá de unos pocos metros. Cuando nos sumergimos surgen las sorpresas”. Por ahí surgen las cadenciosas anémonas, los (no tan) temibles tiburones, la comicidad de los torpes pingüinos o la brutalidad de la lucha por la supervivencia en esos pequeños cangrejos recién nacidos que intentan llegar al agua y, aún en la arena, son atrapados por las gaviotas. En la película aparecen hasta 200 especies animales. Los científicos señalan que solo conocemos el 10% de las especies que viven en los mares. “Hasta fechas muy recientes no se había conseguido filmar a calamares gigantes vivos”, apunta Templado.

Como complemento, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra sus investigaciones que abarcan desde la composición bioquímica y genética de los organismos hasta la oceanografía física o el funcionamiento de los ecosistemas en centros de Vigo, Castellón, Blanes, Palma de Mallorca, Cádiz o Barcelona.

Domina el espacio, sobre la cabeza de los visitantes, el enorme esqueleto de la ballena rorcual, de 20 metros de longitud, propiedad del museo. La única pega es que la exhibición de Océanos ocupa el espacio de la exposición permanente Biodiversidad, de 1.000 metros cuadrados, que, en las condiciones habituales alberga algunas de las piezas más interesantes de la colección, ahora escondidas.