Los 800 peligros que acechan al Jarama
Las asociaciones ecologistas han censado todas las presiones que sufre el río a su paso por la región, desde vertidos e infraestructuras en desuso a construcciones ilegales
Imaginen a un boxeador medio sonado después de haber recibido una buena paliza. Pese a todo, se mantiene en pie, aunque sigue recibiendo puñetazos en la cara y el tronco (los reglamentarios), además de algunos golpes bajos. Esa imagen puede dar una idea del estado del Jarama, después de echar un vistazo al trabajo en el que varios grupos ecologistas han documentado más de 800 presiones que amenazan este río, el más importante de la Comunidad de Madrid. Algunas son legales o, al menos, dudosas (bombeos, infraestructuras en desuso, vertidos desde plantas de depuración) y otras son auténticos golpes bajos, por ejemplo, en forma de vertidos incontrolados o de construcciones ilegales en la orilla.
Pese a la mejoría por el descenso de la actividad industrial durante la crisis, “el río está muy maltratado”, sentencia Antonio Martínez, uno de los portavoces Jarama Vivo, la plataforma que reúne varias asociaciones que trabajan en el entorno del Parque Regional del Sureste. “Lo que más nos preocupa no es tanto algún foco de contaminación o alguna agresión, sino el desinterés, el abandono por parte de las administraciones”.
Pone un ejemplo: la Confederación Hidrográfica del Tajo tiene contabilizadas dos infraestructuras en desuso en el entorno del Jarama —que deberían ser eliminadas para mejorar la calidad de los ríos—, mientras que que ellos han localizado “al menos seis docenas”, entre viejas estaciones de bombeo, azudes que ya no sirven para nada más que hacer más dura la vida de los peces o puentes como el de Mejorada del Campo, en ruinas desde que se desprendiera un pilar hace ya tiempo.
Sobre él paseaba Martínez el pasado jueves (en la imagen que acompaña a este texto) mientras contaba que por allí solía bañarse de niño. Hoy, el río en esa zona está rodeado de autopistas y tiene justo detrás un polígono industrial que se mete casi, casi en el agua. Las construcciones irregulares son, de hecho, otro grave problema.
A unos pocos kilómetros del puente de Mejorada, justo detrás del estadio del San Fernando de Henares, sale un camino que llega hasta una veintena de parcelas valladas en la misma orilla del Jarama. Algunas guardan apenas rudimentarias casetas alrededor de una huerta; otras, sin embargo, protegen auténticas viviendas que más de uno llamaría, sin dudarlo, chalés. Si no están en la zona de servidumbre (los cinco metros más cercanos, reservados para usos de vigilancia, pesca y salvamento), sin duda están todos en la “zona de policía”, los 100 metros colindantes en los que está muy restringida la construcción. “Es evidente que están ocupando la ribera”, dice Martínez. Al fondo, sobre una de las construcciones ondea una bandera pirata.
“La cuestión es que muchos de estos problemas llevan así años, sin que las administraciones competentes [desde el Gobierno madrileño y los Ayuntamientos, hasta la Confederación y el Canal de Isabel II] los resuelvan. Y ellos son quienes deberían de cuidarlo, protegerlo y recuperarlo y los que tienen los recursos para hacerlo”, se queja.
Por eso decidieron hace tres años reunir un censo exhaustivo de las presiones que sufre el Jarama, porque para defenderlo y empujar su defensa debían, primero, documentar bien lo que está pasando. Así, los voluntarios de las asociaciones ARBA, GRAMA, El Soto y Ecologistas en Acción han inspeccionado los casi 140 kilómetros que recorre el río dentro de la Comunidad de Madrid hasta encontrar, de momento, 810 afecciones. Después, han mandado toda la información recabada a greenUAV (una empresa medioambiental especializada en la integracion de nuevas tecnologias a proyectos con ONG) para que los colocara en un visor web.
A través del mapa, se puede ir recorriendo cada uno de los peligros, señalados con su respectivo icono: el de un vertido de aguas fecales, de montones de basura en las riberas, industrias de áridos, zonas de caza y pesca, de actividades intensivas de ocio, ocupaciones del Dominio Público Hidráulico... Al pinchar en cada uno de ellos, se abre una ventana en la que aparece una fotografía, se explica de qué se trata y se ofrece una propuesta de mejora, como la retirada de alguna estación de bombeo que ya nadie usa o la modernización de alguna depuradora que, pese a su nombre, echa al río agua demasiado sucia.
En la presión número 21, por ejemplo, dice sobre un punto del municipio de Coslada: “Vertido de procedencia desconocida”. Y, en las observaciones: “Alcantarillado en zona de servidumbre. Todos los vertidos de esta zona fueron denunciados el 12-4-2012”. En este caso, después de cinco años desde aquella queja al Gobierno regional sin que se haya cambiado nada, no hay propuesta de actuación.
“La información que hemos recopilado tiene un abanico muy amplio de posibilidades. Desde luego, vamos a denunciar, ante la fiscalía si hace falta, algunos vertidos de aguas fecales, algunas alteraciones radicales que tiene el río y cuyos responsables tienen nombres y apellidos”, asegura Martínez. El censo, en todo caso, se sigue actualizando.
El corredor biológico de Madrid
En una comunidad como la de Madrid, en la que presión urbana es de 775 habitantes por kilómetro cuadrado —una cifra que multiplica por 10 la media de España, 72,9—, el río Jarama y su entorno suponen el único un corredor biológico de casi 140 kilómetros de extensión que atraviesa la región de norte a sur. Así lo han dicho una y otra vez las asociaciones ecologistas, destacando su importancia para el equilibrio ecológico medioambiental de la Comunidad.
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