El guardián de la fotografía
El investigador valenciano José Huguet tiene una de las mejores colecciones de las fiestas josefinas
A sus 86 años, José Huguet (Benifaió, 1931) se encuentra ordenando sus recuerdos y vivencias a lo largo de una vida que ha ocupado una buena parte del siglo XX, y que aguardan su volcado en unas futuras memorias. Después de estudiar en los Jesuitas de Valencia, se tituló como profesor de Derecho Mercantil. “Lo que a mí me gustaba de verdad era Filosofía y Letras, pero por consejo de mi padre, acabé estudiando una carrera mucho más práctica y con mejor salida económica entonces”. A principios de los años 50, con solo 22 años, ayuda en el negocio familiar, la exportación de naranja, trabajando en Kehl am Rhein (Alemania), donde se encarga de organizar y posteriormente distribuir entre sus clientes alemanes, las naranjas que desembarcan desde Valencia. Después de la exportación de naranja, la familia buscará otros horizontes profesionales.
“Me fui a vivir a Pamplona donde controlaba dos fábricas de lavado de pirita, un sulfuro de hierro del que se obtenía cobre, un material, que aunque de pureza bastante pobre, estaba muy buscado en esos años ante la escasez de materias primas”.
No acabarán aquí las aventuras profesionales de José Huguet, pionero entre los primeros urbanizadores de la llamada Costa Blanca, editor de la revista de arte contemporáneo Suma y sigue, la primera publicación que se ocupa de las corrientes de la vanguardia plástica. “Mi relación con el arte moderno se la debo a Andreu Alfaro, él me introdujo en los ambientes artísticos de aquellos años”.
“Nos conocimos a bordo del barco Cruz del Sur de la empresa Elcano que organizó un curso de formación de profesionales y aficionados en el uso de las botellas del comandante Cousteau que estaban revolucionando la exploración subacuática”, señala. “Al volver a Valencia me animó a comenzar una colección de arte, y en una subasta benéfica tras la muerte del pintor Manolo Gil, compré todos los cuadros modernos que nadie quiso, obras de pintores como Tàpies, Millares, Canogar, Vento, Ràfols-Casamada y otros”.
Y, finalmente, llegó la que sería su gran pasión, la fotografía. “En 1966 me casé con una parisina, lo que nos obligó a viajar frecuentemente a Paris. Allí, en los bouquinistes, que tienen sus armarios en los pretiles del Sena, descubrí las tarjetas postales antiguas y comencé una colección que llegó a 22.000 postales”. La colección, que se encuentra hoy en día en la Biblioteca Valenciana, señalará el inicio de otras colecciones futuras formando lo que en la actualidad se conoce como Archivo Gráfico José Huguet. “El crecimiento del archivo me llevó a crear la Sociedad Valenciana de Historia de la Fotografía como espacio de estudio e investigación”.
“El tema de las Fallas”, señala Huguet, “es uno de los muchos que componen mi archivo sobre los diferentes temas o motivos fotográficos relacionados con la fiesta. Las primeras fotos de Fallas que se conocen son de 1889. La primera que tengo en mi archivo está datada del año 1898”.
“Naturalmente el punto culminante de las fallas es su quema, pero no son muy numerosas pues las que interesan son las que muestran las fallas y sus detalles más relevantes”, indica. “La mayoría de fotos de fallas son anónimas, pues todos hemos hecho fotos de las más importantes, pero las más interesantes para mi gusto son las particulares, pues nos muestran aquellos monumentos de barrio que sólo tenían valor para los miembros de la comisión y que así han podido ser salvadas para la memoria gráfica”, agrega. “Mientras que las céntricas, que las hacían los fotógrafos famosos de cada época, se pueden encontrar en revistas y otras publicaciones. Naturalmente, los castillos de fuegos nocturnos han sido uno de los temas falleros favoritos, pero tienen un interés limitado, ocurriendo que muchas veces estas imágenes son difíciles de documentar, pues no se puede identificar fecha ni el artista que los realizó".
De todas formas, la fiesta de las Fallas posee un catálogo argumental muy generoso, y tenemos un gran abanico de temas que ha dado lugar a otros subgéneros: fotos de ninots, pasacalles, de músicos, de comidas falleras, de presentaciones y de entregas de premios”.
“La fotografía de Fallas, evidentemente, ha evolucionado y se ha transformado, como ha ocurrido en otras temáticas o géneros, en correspondencia con los adelantos técnicos que ha tenido la misma fotografía. Temas como la nitidez o el uso del gran angular o teleobjetivos, han supuesto cambios importantes, y por supuesto el gran paso del blanco y negro al color. Y, en la actualidad, con la revolución que ha significado la llegada de la fotografía digital por su inmediatez, permitiendo la realización de numerosas fotografías y su corrección instantánea”, cuenta.
“Cuando empecé el coleccionismo no había ningún otro coleccionista organizado, sólo los curiosos que compraban cosas en el rastro. Nunca me he sentido como el realizador o practicante de un oficio, sino de una pasión no lucrativa que me ha hecho muy feliz”, concluye Huguet.
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