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Badalona reivindica la magia con el Memorial Li Chang

Hausson recibió un homenaje en la gala internacional del festival

Tomàs Delclós
El mago Hausson.
El mago Hausson. KIKU PIÑOL

El mes que dura el Memorial Li-Chang de Badalona ha llenado la ciudad de acontecimientos mágicos en restaurantes, bibliotecas, centros comerciales... Enric Magoo, el director de este festival de magia, puede presentar un expediente ciudadano muy satisfactorio. Muchos espectáculos han agotado las localidades. Un taller para profesores sobre la magia como recurso educativo, pensado para un grupo de veinte, tuvo setenta peticiones de matrícula lo que seguramente obligará a repetirlo fuera de programa.

El viernes se celebró la primera de las sesiones de la gala internacional, que se prolongaron hasta ayer domingo y que no clausuran las actividades del festival. Todavía hay actos pendientes en algunas bibliotecas y una última gala, la solidaria, en el teatro Blas Infante el 5 de marzo.

En la primera sesión de la gala internacional, se concedió la mención honorífica que reconoce una trayectoria a Jesús Julve (Hausson). Cincuenta años dedicado a la magia entendida como poesía escénica, un concepto muy brossiano. Entregaron el premio el hijo del badalonés Joan Forns (Li-Chang) y la alcadesa de la ciudad, Dolors Sabater, que reivindicó la magia como patrimonio cultural que la ciudad proyecta más allá de su término municipal.

La gala estuvo conducida por el argentino Maximiliano Stia, mago cómico y hombre de circo. Sus presentaciones no fueron ningún trámite, acertó tanto en la dosis como en la inteligencia de los gags. El espectáculo estuvo pensado como una antología de géneros mágicos. La manipulación corrió a cargo del valenciano G. Alexander, que dejó el suelo del escenario lleno de cartas que habían ido apareciendo entre sus manos. El madrileño Jaime Figueroa divirtió con su, aparentemente y muy calculada, desastrosa magia.

El tercer plato corrió a a cargo de Melodía García, que presentó la técnica patentada por el suizo Medir Rigolo, que hace ya 15 años creó este espectáculo donde se construye un enorme costillar cruzando en equilibrio, e inspiración zen, troncos vegetales. Un equilibro muy frágil porque con solo quitar una pluma se desmorona. Estos tres primeros artistas actuaron sin decir ni mu. En cambio, la gracia del cuarto, el francés Marc Métral, un enorme ventrílocuo, consiste en que hace hablar desde un perrito de verdad a voluntarios del público a los que dota de extrañas voces.

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