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Dormir a cero grados

Entre 600 y 900 personas pasan cada noche a la intemperie en la capital catalana y pese a la ola de frío la mayoría prefiere no alojarse en los albergues

Alfonso L. Congostrina
Una mujer pasea junto a dos sin techo en Barcelona
Una mujer pasea junto a dos sin techo en BarcelonaAlbert García

La masa de aire frío procedente del norte de Europa ha arrasado este martes Barcelona. Rachas de viento acompañadas de frío seco que acobardó al mercurio haciéndole descender hasta los cero grados. La sensación térmica en la ciudad llegó a ser de -8 a -13 grados, agravándose la situación en los barrios de montaña. Una inclemencia meteorológica que no fue acompañada de precipitaciones, por lo que la ciudad siguió funcionando y sólo las bufandas y los gorros modificaron el paisaje habitual.

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El frío complicó la vida de los entre 600 y 900 sin techo que cada noche duermen bajo las pocas estrellas que coronan Barcelona. Pocos de ellos quisieron hospedarse en las dependencias que el Ayuntamiento y otras instituciones que tienen permanente o temporalmente a su disposición. A mediodía de ayer, y con el sol intentando calentar Barcelona, la mayoría de los mendigos ya habían escondido los cartones con los que pasarían la noche. Otros acababan de conseguir dar la primera cabezada en toda la jornada. “Por la noche es más complicado dormir, estás indefenso y te despierta el frío”, asegura un joven de origen búlgaro que dormía en un banco en el paseo de Picasso.

Una pareja de ancianos procedentes de Rumanía malviven en la plaza de Urquinaona. No quieren ni oír a hablar de albergues. “Aquí estamos bien junto a nuestras cosas”, descarta el jefe de familia.

En un césped sobre la Ronda del Litoral, justo enfrente de la playa de la Nova Icària, descansa Mario. Es de Estonia y no puede evitar sonreír cuando se le habla del frío. “Sólo llevo tres semanas en Barcelona. Trabajaba en Valencia, en la construcción, pero me quedé en paro y hace poco me separé y me vi en la calle”, lamenta. “No necesito gran cosa, de noche voy a la entrada del mercado de la Barceloneta e intento dormir”, asegura.

En la pasarela peatonal que atraviesa la Ronda del Litoral por la calle de Jaume Vicens i Vives duermen media docena de indigentes en lo que consideran un hogar. Uno de ellos viene con dos cafés del McDonalds de enfrente. Tienen colchones, tiendas de campaña y mantas. “Estamos bien, en el albergue no podemos llevar nuestras cosas, ni nos dejan beber”, se sincera uno de ellos.

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De noche las temperaturas volverán a castigar a la ciudad y a los centenares de personas que sobreviven entre mantas y cartones.

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