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Los 785.875 niños buenos de Barcelona

Los Reyes Magos piden a los asistentes a la cabalgata de Barcelona que acojan a los refugiados

Camilo S. Baquero
El Rey Melchor, en Barcelona.
El Rey Melchor, en Barcelona.Massimiliano Minocri

Barcelona tiene 785.875 niños y niñas buenos. Y cero malos. Al menos es el registro que ayer mostraba la marquesina luminosa de una de las carrozas de la cabalgata de los Reyes Magos. El desfile recorrió las principales calles del centro de la capital catalana, atestadas de niños y adultos que se acercaron para saludar a Sus Majestades.

Un Melchor que se parecía mucho al teniente de alcalde Jaume Collboni dio inicio a la jornada festiva con un discurso invitando a los niños a acoger a los refugiados "tan bien como lo hacen con nosotros" y luchar contra el cambio climático.

La alcaldesa Ada Colau, que este año no ha centrado tanto la atención de los asistentes, le entregó a los Reyes Magos las llaves y la ciudad, la sal y el pan y les recordó que los barceloneses les han pedido en sus cartas que “ningún niño se quede sin casa, sin comida, sin electricidad”.

“Venimos de continentes donde niños y niñas como vosotros, por culpa de guerras sin sentido, se ven obligados a huir con sus familias si, muchas veces, saber a donde ir. Huyen de la guerra buscando un sitio donde poder establecerse y vivir en paz. Barcelona es una ciudad que ha decido acoger y dar abrigo a estas personas", dijo Melchor frente a las miles familias que se agolparon en el Moll de la Fusta.

Posteriormente, a las seis en punto, la cabalgata salió desde el Parque de Ciutadella. Baltasar, el único Rey Mago con grupo de fanspropio, lo volvió a encarnar Severino Baita como desde hace más de medio siglo. Gaspar, con un papel mucho más discreto, por no decir invisible, tenía un aire a Jordi Basté.

Carteros reales cargando inmensas cestas colgantes para recoger las cartas de última hora y vaporosos caballos blancos eran solo dos de las comparsas de un desfile que tuvo un recorrido total de cinco kilómetros. Como es tradicional cientos de personas recurrieron a las escaleras portátiles para no perderse detalle de la cabalgata, protegida por un fuerte dispositivo de seguridad.

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 Al menos en la primer parte del recorrido no se vio ningún farolillo con estelada. A muchos sí les sorprendieron las banderas rojigualdas que engalanaban la Capitanía General con motivo de la Pascua militar que se celebra hoy. La lluvia de caramelos, como siempre, fue el momento culmen. Se escuchó algún lloriqueo, pero el marcador de los niños buenos no se alteró.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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