Fotografías con segunda vida
Joan Fontcuberta expone en ‘Trauma’, su último trabajo, imágenes deterioradas y degradadas por diferentes patologías
Las fotografías son organismos con un metabolismo orgánico; elementos vivos que recorren todo un ciclo: nacen, crecen, se reproducen y mueren. Una vida que comienza su deterioro y envejecimiento en el momento en que la imagen, mediante un proceso químico, se fija en el papel, si las condiciones no son las óptimas de conservación. Es lo que defiende el fotógrafo Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) que lleva años investigando este proceso degenerativo de la imagen y rescatando fotografías enfermas que han sufrido algún tipo de trauma que les ha llevado a casi desaparecer y perder la información impresa que contenían.
Investigador incansable de los límites de la fotografía, Fontcuberta recupera con la nostálgica exposición Trauma (su cuarta muestra en Àngels Barcelona) imágenes moribundas y alteradas, que todos desecharíamos por su grado de alteración, procedentes de archivos públicos, en este caso del Archivo Fotográfico de Barcelona (AFB), placas de autores anónimos que han acabado descatalogadas, a las que les da una segunda oportunidad tras fotografiarlas con nuevos encuadres o ampliando detalles que dan como resultado nuevas imágenes de gran poder abstracto.
En total, algo más de una docena de obras alteradas por diferentes patologías o procesos de revelado defectuoso, efecto de inundaciones o temperaturas extremas, en las que muchas veces es el espectador el que acaba viendo, o imaginando, nuevas escenas y personajes, espectros, fantasmas y paisajes oníricos, donde antes había una niña de comunión (ahora una especie de virgen), una anónima pareja endomingada en la Barcelona de los años cincuenta, un gondolero en uno de los canales venecianos, un barco de vapor en el puerto de Barcelona o un niño montando un caballo de cartón; unos protagonistas que el artista no busca conocer su historia o qué están haciendo.
“He querido hacer un homenaje nostálgico a lo queda de la fotografía en la época de la postfotografía. Con las imágenes digitales se ha perdido su materialidad”, explica el fotógrafo que intenta reflexionar acerca del umbral del reconocimiento que las fotografías enfermas llevan consigo y convertir el reciclaje fotográfico en un acto creativo; en el que “el espectador busca aquello que ha desaparecido”.
Nada nos puede sorprender en un fotógrafo de gran inventiva (Premio Nacional en 1994 y 1998 y Premio Hasselblad 2013) que lo mismo se ha fotografiado haciéndonos creer que es un astronauta ruso en el espacio, Bin Laden, uno de los personajes más buscados y odiados, o un explorador en busca de nuevas y desconocidas especies animales. “Son obras abiertas que el espectador debe acabar con su propia interpretación. La del caballo podría ser una imagen de la escultura ecuestre de Franco que se instaló recientemente en la puerta del Born”, comenta el artista junto a esta obra.
En la muestra se incluyen también media docena de fotografías realizadas en los años sesenta por Fontcuberta en su época de estudiante en las que se ha perdido toda representación de la imagen. “Son las imágenes límites de la exposición, el inicio del fin, después de la fotografía negra ya no se puede hacer nada más; son un homenaje a las ruinas de la fotografía” explica el autor para el que la fotografía en blanco y negro si es procesada correctamente tiene una vida de 200 a 300 años, pero se acorta si el proceso no es correcto. “Y todas estas han colapsado”, remacha.
La exposición es continuación de un trabajo que le encargó la Fundación Maria Cristina Masaveu Peterson de Asturias en la que el artista trabajó en diferentes archivos de esta comunidad y que acabó con la edición del libro Die Traumadeutung, que obtuvo el último premio a Mejor Libro de Fotografía concedido por PhotoEspaña. Desde hace un año Fontcuberta ha trabajado en el archivo municipal barcelonés en busca de estas imágenes para darles una segunda oportunidad, al menos, hasta el 3 de febrero, que permanece abierta la muestra.
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