Tres días de octubre con Franco
La exposición del Born incorpora las imágenes de las acciones que destruyeron la escultura ecuestre del dictador y obligaron a retirarla a un almacén municipal
En los premios anuales que conceden asociaciones y gremios de artistas y galeristas de Barcelona seguro que no reconocerán la exposición Franco, Victòria, República inaugurada el 18 de octubre en el Born Centre de Cultura i Memòria, ya que una de las críticas más generalizadas, es su museografía confusa y más que minimalista, mínima, a base de recortes de prensa pegados directamente en plafones de acero y pequeños vídeos que ilustran en imágenes (sobre todo del No-Do) el franquismo y postfranquismo barcelonés.
Otra cosa sería si estos premios reconocieran el grado de interacción entre los visitantes y las obras. Ahí obtendría el máximo galardón, ya que no se recuerda otra muestra en la que desde el primer momento haya habido tantas reacciones, la mayoría contrarias, como las vividas desde que se instalaron junto a la puerta de acceso del Born, La Victoria de Francesc Marès y, sobre todo, la estatua ecuestre de Franco realizada por Josep Viladomat en 1963; unas esculturas que recibieron incluso antes de abrirse la exposición el impacto de todo tipo de objetos, sobre todo huevos y caquis (sin duda los primeros de la temporada), seguidas de lanzamiento de pintura de varios colores, colocación de una cabeza de cerdo junto a la figura de Franco decapitado, una muñeca hinchable, una puerta a modo de corona de laureles y banderas de todo tipo, sobre todo esteladas.
Al final, en un espiral creciente de acciones que tenían como diana la figura de Franco, la noche del 20 de octubre, un grupo de personas derribaron la escultura que fue retirada por los servicios de limpieza de Barcelona partida en dos. Al día siguiente el primer teniente de alcalde Gerardo Pisarello dijo que las imágenes de esta agresión patrimonial en toda regla se incorporarían a la muestra, abierta hasta el 8 de enero.
Y así ha sido. A comienzos de esta semana los responsables de la exposición, que tiene un coste de 200.000 euros y han visitado 13.500 personas en los 51 días que lleva abierta, cumplieron lo prometido. Pero lejos de la expectación que despertó saber que dos esculturas que se habían retirado por franquistas volvían al espacio público; mientras el Born recibía la visita de varios centenares de personas para ver las ruinas de la Barcelona de 1714, solo media docena entraron a ver la muestra y ninguna se acercó a ver las imágenes que resumen en cinco minutos los tres días de octubre en el que Franco volvió a la calle. Por eso, parecían sobrar las dos únicas sillas dispuestas para escuchar las intervenciones del comisario Manel Risques y de otros especialistas que analizaban la muestra y la importancia de hablar de “un conflicto latente”.
Y es que, según fuentes municipales, después de apagarse el ruido mediático y, sobre todo, desde que dejó la exposición de ser gratuita a finales de octubre, solo unas setenta personas entran a diario a verla. En otra pantalla, situada junto al acceso de la exposición, que pueden ver todos los que entren al Born, se reproducen medio centenar de fotografías de las agresiones que sufrió la escultura “actuaciones de toda índole”, como se asegura en la explicación, durante los tres días. En todas, los rostros de las personas que participaron, desde los técnicos que las montaron, los periodistas, las personas que se acercaron a ver las esculturas y las tres personas que las derribaron, aparecen con el rostro pixelado.
“Fa molta pudor!”
Que la exposición levanta pasiones, más allá de las que provocó ver en la calle las dos esculturas franquistas, lo refleja el libro de visitas situado al final de la muestra: “¡Vaya mierda de exposición!”, escribió Erico el pasado martes; “Viva España! ¡Viva Cataluña!, siempre juntas. No a la independencia”, dejó escrito Mario el mismo día; “Fa molta pudor!”, escribió Ernesto; “He pagat 1,54 euros, quin pal… Vull un cafè”, escribió Andrés el miércoles, el mismo día que Jesús puso: “La historia es la historia y hay que respetarla, con sus símbolos e imágenes. No seríamos nada si no tuviéramos un pasado. Respeto por todo lo que nos rodea ayer y hoy”.
Ricard Vinyes, Comisionado de Memoria de Barcelona, aseguró el 27 de septiembre, en la presentación de la exposición: “La escultura de Franco estará protegida como cualquier otra obra de arte público; es un bien patrimonial de la ciudad”. Y añadió: “cuando acabe la exposición ingresará en los fondos del Museo de Historia donde se le aplicarán todos los procesos de conservación preventiva de cualquier pieza”. Tras la traumática experiencia, las dos esculturas, según fuentes municipales, esperan un mejor momento en los almacenes de este museo de la Zona Franca.
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