Boda doble en el Teatre Lliure
Lluís Homar remonta como director ‘Les noces de Fígaro’, que él mismo protagonizó en 1989, para celebrar los 40 años del colectivo
Boda doble en el Lliure: se estrena el próximo viernes el remontaje de Les noces de Fígaro, de Caron de Beaumarchais, uno de los espectáculos emblemáticos y de más éxito del colectivo y que dirigió en 1989 Fabià Puigserver (fallecido en 1991). Se ha encargado de volverlo a poner en pie, adecuándolo a los tiempos que corren y con un nuevo reparto, el que entonces fue el protagonista, Lluís Homar.
Se podría decir que la doble boda es de hecho triple: a las dos de Fígaro (la antigua y la nueva) hay que añadir las bodas de rubí del Lliure, que con este espectáculo celebra el 40º aniversario de su fundación. El mismo viernes el actual director del Lliure y uno de sus nombres históricos, Lluís Pasqual, pronunciará un brindis de conmemoración.
Escoger Les noces de Fígaro para la ocasión tiene muchísimo sentido: no solo es uno de los grandes espectáculos de Puigserver -que fue el alma del Lliure- y el primero en tener versión en castellano y girar por España, sino que lo representó aquella primera vez un elenco –la crème de la compañía- en estado de gracia y el montaje supuso de alguna manera una culminación del “estilo Lliure”. La reposición tiene el añadido del emotivo del reencuentro entre Homar, Pasqual y el recuerdo de Puigserver.
"Me pareció que se trataba de sumar, de añadir cosas, desde el oficio y el impulso vital, aportar lo que hemos aprendido del teatro y de la vida desde entonces"
“Es difícil resumir los sentimientos que provoca todo esto, remueve muchas cosas, todo aquello es una parte muy importante de quién soy yo como persona y como actor”, explica Lluís Homar, “es como volver a casa de los padres”.
Las nuevas bodas se estrenarán en la sede de Montjuïc del Lliure (las antiguas se representaron en el teatro histórico de Gràcia), en la sala que lleva el nombre, precisamente de Fabià Puigserver, y que diseñó él.
“Fue a Pasqual al que se le ocurrió la buenísima idea de volver a hacer el montaje de Fabià, y a mí me sorprendió”, continúa. “Pero al ver la grabación de aquel espectáculo tuve la sensación de que era trasladable a ahora, no en balde Fabià fue un maestro, un adelantado a su tiempo y una personalidad total del teatro. Por otro lado, yo no quería que remontar las bodas sonara a hacer arqueología teatral, porque han pasado 28 años del estreno, ni que fuera lo mismo frase a frase, una simple sustitución de actores; me pareció que se trataba de sumar, de añadir cosas. Desde el oficio y desde el impulso vital, aportar lo que hemos aprendido del teatro y de la vida desde entonces. Con la base del teatro de Fabià –su sabiduría sigue estando- y la trayectoria del Lliure, pero a la vez como si no se hubiese hecho antes. Y cuestionándolo todo”.
El resultado ha sido que las nuevas bodas “son en un 90 % lo que eran, pero las hemos hecho nuestras”.
Homar describe el sello Lliure acuñado entonces y del que eran una síntesis las bodas y otros montajes como Al vostre gust, “una cosa diáfana y generosa de espíritu” y de manera más material: “Cuando la nata monta”.
El espectáculo lo pone en escena ahora él con actores diferentes. Solo hay una persona que estuviera, en parte, en el montaje original, Mónica López, que sustituyó a Emma Vilarasau, embarazada, en la versión en castellano del espectáculo que giró por España. Hizo de Susana y ahora es la condesa Almaviva.
Más allá de las implicaciones sentimentales, Les noces de Fígaro “es una obra que no te la acabas, y ahora eso lo pienso incluso más que entonces, cuando la estrenamos”. Puigserver “estaba enamorado de Beumarchais y de su Noces de Figaro (Le mariage de Figaro) que consideraba una obra maestra”. La pieza se escribió muy poco antes de la Revolución Francesa y está empapada de lo que se respiraba en el aire. Hasta el punto, recuerda Homar, de que Luis XVI la consideró “detestable” y dijo que no se montaría nunca (en cambio Danton la alabaría). Se estrenó finalmente en la Comédie Française en 1784 tras pasar cinco veces por los censores. En 1789 Mozart estrenó en Viena su famosa versión operística.
“Aparte de las ideas –revolucionarias e incluso feministas-, la obra es una maravilla técnica", recalca Homar, "no en balde Beumarchais era hijo de relojero y relojero él mismo. Pocas veces se ha visto una trama tan perfecta, además de tan divertida. Se advierten detrás lass sombras de Shakespeare y Molière. Es una obra que quiere hablar, desde la comedia, sobre la condición humana, y lo hace con grandeza. Y con un personaje inmenso: Fígaro”. Ahora lo interpreta Marcel Borràs (Joan Carreras hace el conde Almaviva y en el reparto figuran algunos veteranos como Manel Barceló y el gran Oriol Genís). ¿Qué tal ha sido para Homar dirigir a alguien en el personaje que hacía él mismo? ”Muy curioso, yo siempre pensé que yo no era el actor idóneo para Fígaro, tuve que luchar mucho y en cambio, al ver la grabación, he pensado que era muy bueno. Marcel lo hace con mucha tranquilidad. Estos chicos de ahora son mucho mejores de lo que éramos nosotros. He tratado de ayudarle pero sin marcarle un tono, que sea el suyo. Es maravilloso en esta profesión cuando puedes pasar el testigo”.
Lluís Pasqual: “Un caudal de sentimientos”
Para Lluís Pasqual Les noces de Fígaro era una opción clara a la hora de decidir reponer un espectáculo clásico del Lliure. "Los que estamos vivos podemos seguir haciendo teatro así que parecía mejor recuperar un montaje de alguien que ya no estuviera. Esta era una obra que le gustaba mucho a Fabià. Beaumarchais, Mozart, tienen esa misa coloratura humanista que tenía él".
Les noces, destaca, "fueron emblemáticas también por ser la primera traducción que hicimos al castellano y la primera producción que hizo temporada en Madrid. Giró y tuvo una larga vida". Pasqual explica que al revisarla le siguió pareciendo extraordinaria y pensó que se adaptaba al nuevo Lliure incluso mejor que al antiguo.
Estas noces, reflexiona, "son lo mismo pero no son lo mismo. Son lo mismo porque es la misma comedia divertida, aguda, con mala leche. Y no lo son porque nadie es ya el mismo, y nuestra respiración ha cambiado. Y hay otra urgencia, y otro punto de vista. Homar antes la respiraba desde dentro y ahora lo hace desde fuera. Es muy importante la edad con que haces la obra. Fabià la hizo más joven de lo que es ahora Lluís Homar".
Sobre el sello Lliure, Pasqual dice: "Sí, ahí está, una manera artesana, limpia, de relacionarse con el texto y con el público". De lo que le provoca que se vuelva a hacer la obra, señala: "Se juntan muchas cosas, muchas emociones. Intentamos no dejarnos arrastrar, no decirnos nada. Tratamos de ser lo más británicos posibles, sin serlo. Es un caudal de sentimientos".
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