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13 años después de la muerte de Copito de Nieve no existe ninguna calle en su honor

Joan Clos prometió bautizar una avenida con el nombre del primate y erigir una estatua del animal que fue símbolo de Barcelona

Alfonso L. Congostrina
Copito de Nieve, el único gorila blanco del mundo
Copito de Nieve, el único gorila blanco del mundoCarles Ribas

Las portadas de las guías turísticas de Barcelona se diseñan con imágenes de grandes símbolos de la ciudad como la Sagrada Familia, el modernismo gaudiniano, la Rambla… Hace años que cayó de esas portadas la imagen de Copito de Nieve, el único gorila blanco del mundo. Copito falleció el 24 de noviembre de 2003. El alcalde de Barcelona, Joan Clos, hizo pública la noticia de la defunción bautizando al primate como “ciudadano Copito”. Murió con casi 40 años, una edad que Teresa Abelló, la bióloga encargada de primates del Zoo de Barcelona, considera “muy aceptable para lo normal en un gorila”. Han pasado trece años desde que se sometió al símbolo a una eutanasia. La mayoría de promesas y reconocimientos que realizó la clase política a la memoria del distinguido ciudadano han sido incumplidas. El alcalde, Joan Clos, prometió una estatua hiperrealística del gorila y una calle o plaza con el nombre de Copito de Nieve. Nada se cumplió

Años más tarde, el gobierno de Xavier Trias propuso abrir un vial en el parque de la Ciudadela y bautizarlo con el nombre del primatólogo Jordi Sabater Pi, el mismo que compró el gorila albino a un cazador y lo trajo a Barcelona. Se pretendía realizar así un reconocimiento indirecto a Copito. La obra quedó desestimada. Según el Ayuntamiento de Barcelona, jamás se hizo ningún trámite para incluir a Copito de Nieve en el nomenclátor de la ciudad, el nombre no está aprobado ni aparece en ninguna lista como pendiente. La ponencia que se encarga del nomenclátor no ha recibido ninguna solicitud para que se asigne el nombre de Copito de Nieve a absolutamente nada.

El 1 de octubre de 1966 unos cazadores de Guinea Ecuatorial abatieron a una familia de gorilas. En la espalda de una hembra apareció una cría albina de entre dos y tres años. Uno de los cazadores vendió el extraño espécimen a Sabater Pi. El 1 de noviembre de ese año el gorila llegó a Barcelona y fue recibido por el mismísimo alcalde José María de Porcioles. Un año después el animal fue portada de la revista National Geographic y se convirtió en uno de los símbolos de Barcelona.

En septiembre de 2003 el segundo teniente de alcalde y presidente del Zoo de Barcelona, Jordi Portabella, anunciaba el principio del fin: “No es cuestión de años y tampoco de muchos meses, es cuestión de semanas”. Copito se estaba muriendo, el cáncer de piel acababa con él.

Sabater Pi manifestó que el gorila debería disecarse por especialistas dado que el animal era único. El primatólogo creía que el gorila disecado seguiría atrayendo visitantes.

La dirección del Zoo tenía otros planes para Copito. Portabella anunció que el símbolo de Barcelona sería incinerado para preservar “su dignidad”.

Teresa Abelló trabaja con los primates del zoo desde 1985. La bióloga reconoce: “A mí me preocupaban todos los gorilas pero Copito era tan especial que parecía que sólo hubiera ojos para él”. La bióloga se reconcilió con albino en la última época de su vida: “Fue un abuelo ejemplar, jugaba y cuidaba de sus nietos, un animal entrañable”. Recuerda con los ojos emocionados como se movía, como se le pelaba la nariz cuando le daba el sol, como le curaban la llaga que tenía en una axila. El 23 de noviembre de 2003 el deterioro del gorila era muy evidente, había perdido mucho peso. La agonía era irreversible. Al día siguiente una inyección letal acabó en segundos con la vida del primate. No sufrió.

Responsables del parque, de universidades e institutos después de firmar contratos de confidencialidad procedieron a repartirse las reliquias del gorila. El Banco de Tejidos Animales (BTAC) se quedó fluidos, tejidos y el cerebro de Copito. El Instituto Universitario Dexeus fue agraciado con el epidídimo, el tubo del aparato reproductor del gorila donde se almacenan los espermatozoides. Hay diferentes muestras de tejidos y ADN en la UPF, la UB tiene muestras de piel y el Museo de Ciencias Naturales conserva una caja con diferentes partes del esqueleto y la piel del gorila. Se realizó un molde de la cara, manos, pies y pecho del gorila para diseñar la escultura hiperrealista que jamás se hizo. El molde se conserva pero, como el resto de reliquias, tampoco se puede ver ya que se firmó un contrato de confidencialidad.

Los restos que no quiso nadie se incineraron y se guardaron en una urna biodegradable junto con semillas del árbol Calodendrum capense, una especie típica de África. La urna se enterró en el zoo. Las malas lenguas dicen que un cortacésped acabó con el tallo que acababa de nacer. Lo cierto es que seis años después de la muerte del símbolo se remodeló la zona y allí donde debió nacer un árbol con los restos del gorila ahora hay un parterre donde saltan los canguros rojos.

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