Arranca la 46 edición de Alcine con siete de días de actividades
61 cintas seleccionadas compitaran en el certamen que se celebra del 4 al 11 de noviembre
Un hombre pone un anuncio en Internet para vender un electrodoméstico e inmediatamente alguien se presenta en su casa para comprarlo. Así arranca Microondas, cortometraje de Juan Cavestany, y uno de los 61 seleccionados —entre los más de mil presentados— para competir por los premios de la 46 edición de Alcine, festival internacional de cine de Alcalá de Henares, que se celebra del 4 al 11 de noviembre.
La cita, con 170.000 euros de presupuesto y centrada en los cortometrajes, pero que también exhibe largos, ofrece además de las proyecciones, talleres, conferencias, actuaciones, exposiciones y un programa especial para niños: Alcine Kids. En la presente edición, gigantescas pantallas instaladas en la localidad —en la plaza de Cervantes, en La Casa del Tapón y en Ramón y Cajal— exhibirán una selección de obras a cielo abierto, que “van a cautivar al público”, asegura Luis Mariano González, director de Alcine.
En el festival, lleva 46 años celebrándose y que cuenta con el apoyo de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Alcalá de Henares, han participado respetados cineastas como Álex de la Iglesia, Isabel Coixet o Alejandro Amenábar. Aquí mostraron algunos de sus primeros trabajos. Ahora, otros nombres, por el momento anónimos, siguen sus pasos. En total se han presentado 1.185 trabajos, pero solo han sido seleccionados 34 para concursar en la modalidad nacional y 27 en la internacional. Este año se reparten más de 30.000 euros en premios.
“Es un honor proyectar en Alcalá”, manifiesta Marina Siero, directora de Bruno (mañana a las 17.45 en Teatro Cervantes), uno de los trabajos que han pasado la criba y que retrata, en once minutos, las carencias de una pareja. Por otro lado, aparecen piezas que ponen el foco en acontecimientos sociales. Algunos de ellos están recogidos en la sección El dedo en la llaga, que trata el drama de los refugiados. Boat People, de Paul Meschùh (9 de noviembre; 19.45; Teatro Cervantes), es una de esas historias y relata el viaje de Somalia a Europa del naúfrago Moussa, que acaba siendo acogido por una pareja adinerada y viviendo en un catamarán.
“Es un festival importante porque da cabida a cineastas que dan sus primeros pasos”, recalca el director de la cita. Presentarse es fácil, “lo más difícil es ser seleccionado para concursar porque existe una sobreabundancia de obras”, añade Mariano. “Hace una década solo recibíamos un centenar de cortos”, resalta el director. Durante esta edición se programan seis sesiones de 90 minutos; en cada una de ellas se proyectan 35 cortos que se podrán disfrutar por tres euros en el Teatro Cervantes y en el Corral de Comedias.
La temporada pasada, más de 12.000 personas pasaron por el festival. Número que esperan superar en la presente edición, donde el público ejercerá de jurado. La iniciativa Pantalla abierta invita a votar el mejor debut en largometraje entre siete obras. Aunque Los exiliados románticos, de Jonás Trueba, no será una de ellas, los espectadores sí que podrán disfrutarla porque se proyecta durante el certamen.
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