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El Banco de España, blindado

El desprendimiento de un fragmento de cornisa lo mantendrá andamiado hasta 2017

El Banco de España fotografiado ayer.
El Banco de España fotografiado ayer.Kike Para

Dos de las amplias fachadas a las calles de Alcalá y al paseo del Prado del principal banco del país permanecerán completamente andamiadas hasta 2017. Su cubrimiento obedece al desprendimiento y caída (el pasado 28 de octubre) a la calle de Alcalá de un fragmento de piedra que ornamentaba su cornisa. El hecho alertó a los responsables de la conservación del edificio, que decidieron andamiar los 10.000 metros cuadrados de sendas fachadas. Se trata de una actuación destinada a examinar los elementos ornamentales susceptibles de sufrir degradación y caída; los pétreos, expuestos a una las emisiones de gases procedentes del tráfico.

El Banco fue construido en 1884 por los arquitectos Eduardo Adaro y Severiano Sáinz de la Lastra. El edificio fue ampliado en 1927 por José Yárnoz. También contribuyó a ampliarlo el arquitecto Rafael Moneo, con un proyecto ideado por él en 1978 que se materializó a partir de 2003, una vez que la entidad bancaria obtuvo en 1989 la modificación del plan urbanístico y los correspondientes permisos para demoler el contiguo palacio de Lorite, desde 1919 sede de la banca Calamarte. 

El pasado mes de junio, el plan director de las obras fue adjudicado al arquitecto y restaurador Valentín Berriochoa Sanz Moreno y su hijo, Valentín Berriochoa Haussman, por 316.000 euros. A medida que la consolidación avance, las franjas restauradas serán retiradas para facilitar la visibilidad del edificio, que goza de protección máxima por tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC). En su interior descansa una excelente colección de ocho retratos de próceres de la época, pintados por Francisco de Goya, así como una serie de La Tauromaquia —visibles al público mediante visitas guiadas— y grabados de Los disparates y Los caprichos, en recintos sin acceso público.

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El blindaje exterior con andamios del Banco de España refuerza el histórico acorazamiento interior de esta entidad, que no fue nacionalizada plenamente hasta 1962. Su cámara subterránea, a 35 metros de profundidad, contiene un enorme recinto blindado con siete galerías. Conecta con una red ferroviaria contigua, igualmente subterránea. Para acceder hay que cruzar una puerta circular de dos palmos de espesor y dos metros de diámetro en acero oxidable, impregnada permanentemente de vaselina para favorecer su hermetismo: tras ella se atesoraban las principales partidas de oro del país. 

Estas se encuentran hoy dispersas entre Fort Knox (Estados Unidos), con 180 toneladas en el año 2003; Londres, otras 180 toneladas y Basilea (Suiza), 140 toneladas, en el mismo año. Entonces, el Banco de España poseía 90,5 toneladas, en 5.072 lingotes de oro, cada uno de ellos de forma trapezoidal y casi 12,5 kilos de peso y de un color amarillo intenso; 38 de estos lingotes, troquelados con la esvástica, fueron un pago de Hitler a Franco a cambio de wolframio para sus cañones, durante la Segunda Guerra Mundial. Además, el Banco poseía una partida de medio millón de monedas de oro -en cajas de 250 piezas- y plata. En total, en aquel año 2003, el volumen de oro español en los depósitos norteamericano, británico, suizo y en el propio banco en Madrid era de 16,8 millones de onzas-troy y desde julio de 2007, fecha de la última venta concertada, era de 9,1 millones de onzas-troy, equivalente a algo más de 283 toneladas de oro, monto que se ha mantenido desde entonces hasta ahora, según fuentes del Banco de España. Un lingote equivaldría a 400 onzas, casi 12,5 kilos.

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