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El Reial Cercle Artístic se gastará 4 millones para ponerse al día

El palacio Pignatelli tendrá biblioteca, galería y centro de estudio

Josep Catà
Esculturas cubiertas durante la remodelación del Palacio Pignatelli.
Esculturas cubiertas durante la remodelación del Palacio Pignatelli.Albert García

El Reial Cercle Artístic quiere recuperar el peso artístico y cultural que tuvo en Barcelona a principios del XX, cuando la institución organizaba los bailes de Carnaval en el Liceo, y entre sus socios estaban Ramon Casas o Santiago Rusiñol. Para conseguirlo, el presidente del Cercle, Josep Fèlix Bentz, ha presentado este jueves una inversión de cuatro millones de euros para la segunda fase de la renovación de los espacios interiores de la sede en el palacio Pignatelli, ubicado en el Portal de l'Àngel. La remodelación, que no afectará la fachada, incluirá una biblioteca y un centro de documentación ya en proceso de digitalización.

La institución, fundada en 1881, compró ese palacio en 1959, “en ruinas”, ha explicado Bentz. Este proyecto es la segunda gran intervención en el edificio, y se incluye en el Plan Directivo del Cercle, iniciado en 2014. El objetivo es “hacer el palacio más accesible, seguro y funcional”, conseguir un 30% más de espacio y “dar respuesta al crecimiento de la entidad y a su apuesta para la proyección exterior”, ha dicho el presidente.

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El Cercle espera también ampliar sus socios (ahora tiene 300) y “captar artistas jóvenes y gente interesada en la cultura”. La institución puede emprender este proyecto gracias a un crédito con la Caixa d’Arquitectes, entidad situada a pocos metros del Cercle, con la que colaborará en actividades cuando finalicen las reformas.

La primera fase del plan, iniciada hace dos años, ya se ha completado, con la remodelación de la primera planta y con la instalación del restaurante El Cercle en una privilegiada terraza con vistas a la concurrida calle comercial del centro de la ciudad. “Fue una manera de paliar la pérdida de asociados”, ha explicado Bentz sobre el restaurante, que les ha permitido sanear una situación económica “muy complicada” y llegar a tener, hoy, un presupuesto anual de un millón de euros. Las principales vías de ingresos del Cercle son las cuotas de los socios, los alquileres de los locales que dan a la calle y el de sus espacios para eventos.

Las obras de la segunda fase, dirigidas por los arquitectos del Grupo Alonso Balaguer, acabarán en enero de 2017 y permitirá “reordenar los espacios” y mejorar las instalaciones tanto para los artistas como para los empleados. Así, en la tercera planta, por ejemplo, se instalarán unos vestuarios, con ducha y lavabos, para facilitar el trabajo de las modelos de los talleres de dibujo. “Hasta ahora se cambiaban tras un biombo”.

Espacio a pie de calle

Para más adelante, el Cercle prevé atraer a los ciudadanos con una galería de arte a pie de calle, en una tercera fase que empezará en octubre de 2017. En ese momento acabará el contrato de alquiler que tiene la empresa Faber Gòtic en los espacios de la planta baja, los más antiguos. En ese espacio hay ahora una sala de exposiciones dedicada a Salvador Dalí, que fue polémica en 2012 por un litigio con la Fundación Gala-Dalí por competencia desleal.

De momento, los socios que asisten a los talleres de pintura, escultura y grabado se han trasladado a un espacio en la calle Casanova. Como contrapunto a estas actividades, y para atraer a los estudiantes de arte, el nuevo proyecto prevé que en ahí se instale el Institut Barcelonès d’Art, escuela que ya existía como proyecto desde la fundación del Cercle, pero que nunca se había desarrollado.

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Sobre la firma

Josep Catà
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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