El largo trayecto de los vallecanos hacia su destino
Las obras de reforma de la Línea 1 del suburbano se alargarán hasta el 12 de noviembre
El cierre de la Línea 1 del Metro entre las paradas de Sierra de Guadalupe y plaza de Castilla ha llenado Madrid de autobuses de la EMT atestados de gente. Más de 7.5 millones de viajeros utilizan cada mes la línea más antigua de Madrid, la segunda más transitada de la capital tras la Circular. La remodelación afectará a 25 de las 33 estaciones y contará con una inversión de casi 70 millones de euros. En la zona más afectada por el cierre, Vallecas, donde no hay alternativas para viajar en metro, cada 3 minutos pasa un autobús del servicio alternativo. En las primeras paradas van ligeros de pasajeros, pero a partir de Portazgo se ponen ya hasta la bandera de vallecanos que chasquean, como Gladys, ecuatoriana, que resume lo que piensa la mayoría con un "¡Qué fastidio!”, que suelta arrastrando la f con disgusto.
Son las 7.42. Antonio, de OHL, la empresa responsable de las obras, está informando a los transeúntes en Sierra de Guadalupe. Dice que todo va bien: “Algunos van muy despistaos…”. Despistaos como Ideldia García, de 36 años y origen cubano, que no se había acordado de que hoy era el primer día laborable del cierre de la línea. Tiene que ir hasta Estrecho, 21 paradas más allá. Pero ahora con el cierre no tiene ni idea de cómo llegar. Abre una aplicación en su móvil, pero se da cuenta de que solo le ofrece opciones en el metro. El autobús en el que va, el Servicio Especial S2, termina en Atocha. ¿Qué línea tiene que coger? Una vecina de asiento le dice que cree que es mejor que se baje en Pacífico y coja la línea Circular hasta Nuevos Ministerios y que allí ande un buen rato o coja otro autobús. Ideldia asiente tranquila. Entra a trabajar a las 9.00. Por suerte, todavía tiene tiempo.
Tras varios retrasos hoy ha sido el primer día del cierre, que se prevé sea hasta el próximo 12 de noviembre, fecha en la que se espera hayan terminado unas obras que se concentrarán en 13,5 de los 23 kilómetros de trazado que tiene la línea, que cruza la capital de norte a sur. "Ay, qué lejos queda", se duele Juan, de 48 años, que se acaba de dar cuenta de que se ha equivocado al coger el servicio especial: pretendía ir hacia Conde de Casal y ahora va dirección Atocha. Son las 7.55 y entra a trabajar a las 8.30. “Y eso que he salido 10 minutos antes de lo normal”, dice con el morro torcido.
A las 8.10, a su paso por Portazgo, el autobús va lleno. Es difícil avanzar hasta la puerta de salida y los asientos reservados para embarazadas y personas mayores los ocupa cualquier afortunado que pueda acceder a ellos. Elena López, de 57 años, no puede más y decide bajarse en la siguiente parada y esperar a que pase un autobús menos lleno. “Si total voy a ver a mi hermana”, dice.
El retraso en el comienzo de las obras ha ayudado sin duda con el tráfico. Al empezar un 4 de julio, en pleno verano, ha habido menos incidencias que si hubiese empezado el corte de la línea un 21 de mayo, como estaba primero previsto, o un 18 de junio, fecha a la que se atrasó para no coincidir con la huelga de Renfe.
Según el Ayuntamiento y la Comunidad, la mañana ha transcurrido sin incidencias. Diversos colectivos han solicitado en los últimos meses a Metro de Madrid que acometiera estas obras por fases en lugar de cerrar las 23 estaciones de golpe, algo que la Comunidad descarta porque no es viable técnicamente. El Ayuntamiento, que era uno de los que abogaba por el cierre por fases, y la Comunidad lograron un acuerdo para desplegar el servicio alternativo en la EMT. Hoy han funcionado hasta 60 de ellos y unas 50 personas han informado a los transeúntes de los servicios alternativos previstos.
⚠ Consulta en nuestra web y app la información relativa al cierre parcial de @Linea1Metro https://t.co/OBJn0pGrCd pic.twitter.com/o38HBbSQrM
— Metro de Madrid (@metro_madrid) July 4, 2016
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