Arte para ver, oír y chupar
La experiencia, el tiempo y los conflictos, ejes de una exposición del Macba a partir de su colección que cuenta con 5.452 obras
5.452 obras de arte contemporáneo son un rico patrimonio que da para mucho. El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) ha realizado con ellas 30 exposiciones en la que ha presentado esta colección formada a lo largo de sus más de 20 años de vida —celebrados el pasado mes de noviembre— planteando múltiples discursos. La última, basada en conceptos como experiencia, tiempo y conflicto, es Colección MACBA 31, la muestra que abre sus puertas hoy con 85 de estas obras, 30 de ellas expuestas por primera vez, creadas por 50 artistas a partir de los años sesenta del siglo pasado. En una de las salas, un enorme cañón, de nueve metros de largo por tres de diámetro, creado por Cildo Meireles espera al visitante del museo. Entrevendo, la pieza adquirida por el museo en 2013, se muestra por primera vez en Barcelona. Esta estructura tubular troncocónica puede verse, pero también —tras consultar un pequeño manual de instrucciones— pasear por el interior de este túnel y disfrutar de la experiencia gustativa —como en la mayoría de las obras de este artista brasileño— como es chupar unos cubitos de hielos dulce y salado ¡con forma de corriente de aire! que se deshacen en la boca por la acción de un potente chorro de aire caliente que genera un ventilador en un extremo.
El centro cerró ayer por huelga
El Macba fue uno de los 10 museos en Barcelona (la mayoría dependen del Icub) que ayer no abrió sus puertas por la huelga del personal de la empresa Ciutat’art dedicada a la atención al público. Tampoco pudo inaugurarla la exposición como tenía previsto. Se protestaba contra la precariedad laboral y por un convenio que unifique sus condiciones laborales. El Ayuntamiento ha abierto negociaciones para redactar un código de buenas prácticas para todos los centros. Las próximas jornadas de huelgas, si el conflicto prosigue, serán los días 23 de junio y 2 de julio.
“Las obras no solo activan el sentido de la vista, también el sabor, rompiendo el paradigma de que el arte solo se percibe por los ojos”, explicó Antònia Maria Perelló, responsable de la colección del museo sentada junto al director Ferran Barenblit, los dos comisarios de la exposición. Está claro que a un museo como al Macba no solo se va a ver pinturas y esculturas, sino objetos con nuevos formatos bien diversos que requieren tener bien despiertos nuestros cinco sentidos.
La experiencia inmersiva es una de las características de la muestra que estará abierta todo un año y que cuenta con piezas e intervenciones, junto a la Meireles, de Àngels Ribé, en las que intenta modificar un bosque o una ola de mar, los primeros poemas táctiles de Muntadas, los trabajos conceptuales de Piero Manzoni o de Art & Languaje. Todos permiten ver como los artistas se han esforzado en dar visibilidad a fenómenos o cambios físicos que habitualmente pasan desapercibidos al ojo humano.
Otras obras llevan la firma de Hans Haacke, Joan Jonas, Esther Ferrer y Hans-Peter Feldmann, que presenta el bodegón contemporáneo 100 años: un jarrón con flores rodeado por un centenar de fotos de 100 personas, una imagen por año, desde un recién nacido hasta un nonagenario, con la que puede comprobarse el paso inexorable del tiempo. También, los diez monitores de televisión de David Lamelas de Situación de Tiempo, que, sin estar sintonizados, emiten solo nieve “como negación del tiempo”, explicó Perelló, que demuestra un conocimiento exhaustivo de la colección del Macba.
Abuso de poder
El tema del conflicto, la frontera y la inmigración están presentes en las obras de la segunda parte de la muestra. Krzysztof Wodiczko firma una de las piezas más impresionantes If you see something… en la que se proyectan grupos de personas en diálogo que parecen discutir más que hablar, mostrando situaciones de abuso de poder en la que el espectador acaba formando parte. Sutíles son los mapas y los muros de Pere Noguera y Carlos Garaicoa, respectivamente y directos los trabajos sobre iconoclastia de Pedro G. Romero, junto a la demostración de que la tecnología bélica irrumpe en la vida civil como denuncian los trabajos de Harun Farocki, mientras que Allan Sekula retrata el hombre como arma política a partir de las manifestaciones en las calles en Seattle durante la reunión de la OMC en 1999.
El abuso de poder en la sociedad y la violencia se palpa en las obras del final del recorrido, a partir de los abusos que se comenten en el trabajo. Lo abordan artistas como Eulàlia Grau con su obra Discriminación de la dona y Octavi Comeron con su trabajo sobre la deslocalización a Polonia de la empresa de componentes de automoción Lear en la que predomina o Adrian Melis con dos trabajos no exentos de humor y sarcasmo como son El valor de la ausencia en el que se recogen las excusas dadas por los trabajadores para no ir a su puesto de trabajo o Línea de producción por excedente, una montaña de papel destruido que es otra cosa que los currículos de los aspirantes que ha triturado la persona que ha acabado obteniendo el puesto de trabajo.
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