El jurado declara culpable al acusado de matar al amante del cura de Riells
El fiscal pide que se investigue al párroco por tráfico de drogas
El jurado popular ha considerado culpable de un delito de homicidio con la agravante de abuso de superioridad, la atenuante muy cualificada de drogadicción y la atenuante simple de obcecación a Eulogio Lumalang, el filipino de 44 años que en 2013 mató al “ahijado” del párroco de Riells i Viabrea en Blanes. En realidad el cura y el joven, de 22 años, mantenían una relación. Una vez acabado el juicio, la fiscal ha pedido a la Audiencia que se investigue por tráfico de drogas al sacerdote Jaume Reixach, propietario del piso donde se produjo el crimen, porque reconoció que tomaba y adquiría drogas.
El jurado ha considerado probado que en la tarde del 5 de diciembre de 2013 el acusado fue al piso que compartían el cura y Kekeo, la víctima, un brasileño de 22 años. Fue al baño y cuando salió se topó con la víctima, que se burló de él diciéndole que era “un padre tonto” y que “violaría a sus hijas putas”, lo que dio pie a una pelea durante la que Kekeo cogió un cuchillo. El acusado, sin embargo, logró arrebatárselo y le apuñalo varias veces.
El jurado ha apreciado el agravante de abuso de superioridad, porque el agresor atacó a la víctima, que estaba desarmada, con el cuchillo a sabiendas de que podía causarle la muerte. No obstante, el veredicto recoge también dos atenuantes. Mantiene que tras 15 años tomando metanfetamina junto al cura, Lumalang “desarrolló una adicción que en el momento de los hechos le afectó muy significativamente sus capacidades cognitivas y volitivas”. Además, la situación de estrechez económica por la que pasaba tras haber perdido el trabajo, junto al hecho de pensar que perdería la herencia prometida por el cura, todo ello sumado a los frecuentes insultos y burlas soeces contra su familia que recibía, hicieron que entrara en un estado de “obcecación”. El jurado además, se ha mostrado partidario de que pueda serle solicitado el indulto.
Fiscalía y acusación particular solicitaron inicialmente 20 años de cárcel para el acusado por un delito de asesinato. Tras ver las pruebas y escuchar las declaraciones de testigos y peritos, sin embargo, rebajaron la petición a 12 y 14 años, respectivamente, por un delito de homicidio. Una vez emitido el veredicto del jurado, la fiscal ha solicitado para el culpable una pena de 10 años de cárcel. La acusación particular, por su parte, pide 12 años y medio, mientras la defensa ha mantenido los cinco años que solicitaba de inicio.
El abogado de la defensa, Manel Mir, también ha pedido al Tribunal que tenga en cuenta a la hora de fijar los años de pena en la sentencia que el jurado se ha mostrado partidario de que se pudiera pedir el indulto en favor del acusado, algo que “muy pocas veces se da”, ha recordado. En cuanto a responsabilidad civil, fiscalía y acusación particular solicitan 150.000 euros, cantidad que la defensa rebaja a 76.000.
La fiscal también ha solicitado al presidente del tribunal que remita la declaración del párroco al juzgado para que sea investigado por un delito de tráfico de sustancias estupefacientes. El ministerio público basa su petición en la declaración como testigo de Reixach, en la que explicó que no sólo consumía shabú —una droga originaria de Filipinas— sino que era él quien la adquiría y distribuía a los ortos implicados.
El Obispado de Girona ha recordado tras conocer la decisión del jurado que, tras el crimen, retiró al párroco la facultad de ejercer y que sólo se le permitía “esporádicamente” celebrar alguna misa. Ahora, además, “se le ha pedido que se abstenga de celebrar ninguna misa y se le apartado de toda actividad litúrgica”. Si Reixach es juzgado y condenado por un delito de tráfico de drogas es previsible que la Iglesia le suspenda A divinis, es decir, si le retire el ordenamiento de sacerdote.
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