Una ventana abierta a la montaña
Íñigo Hervías Domingo- Aldama publica un libro con fotografías de barrancos y picos tomadas en Pirineos
“Todo empezó en una despedida de soltero”. Podría ser la secuela de una rocambolesca película de Hollywood protagonizada por un grupo de jóvenes sin otro quehacer durante horas que empinar el codo, y llevar su comportamiento hasta el ridículo más extremo. Léase "Resacón" en cualquier lugar. Sin embargo, la cuadrilla de Iñigo Hervías Domingo- Aldama decidió calzarse los escarpines y el casco para adentrarse en los recovecos de un barranco en Asturias. Léase "Escaladón" todos los fines de semana.
Le impresionaron los juegos de luces en la oscuridad. La experiencia le enganchó. Y empezó a tirar fotos, “para transmitir lo que ves y sientes ahí arriba a quienes esperan”, hasta ganarse a pulso el apodo de ‘el japonés’. No es alpinista. Tampoco fotógrafo. Se gana la vida con transacciones inmobiliarias. Tiene buen ojo, quizá algo le venga de familia (su tío es redactor gráfico en El País), aunque prefiere pensar que “el 80% de la foto te la da el entorno en el que estás”.
En ocho años ha peinado barrancos y cumbres de Pirineos, también algunos en Picos de Europa y Alpes, y ha completado un archivo con más de 23.000 instantánea. Garantiza que se acuerda de “cada foto”. Un mar de nubes en el que asoma una cima nevada, ver cómo se apaga el día colgado en la pared de la montaña, soportar el frío cortante de la cumbre, disfrutar con la soledad de un paisaje que solo unos pocos pueden admirar… El collado de Cerbillona, la cima de la peña de Corallada, barranco de Consusa, el Aneto, el cañón de Gorgas negras o el Naranjo de Bulnes…
De niño seguía las aventuras de Juanjo San Sebastián
Después de una dura criba, con la eterna duda de que “igual al lector no le dice nada”, ha seleccionado algunas para editar su primer libro, Miradas rocosas. Lo ha publicado la editorial Libros.com que financia los proyectos a través de campañas de crowdfunding, con pequeñas aportaciones de particulares. "Se me ha quedado corto, dicen que es el primero del segundo”.
De niño seguía con los ojos clavados en la televisión las hazañas de su vecino, uno de los alpinistas más aclamados del país, Juanjo San Sebastián. Recuerda la expedición al K2 en 1994, pero con 16 años no le quitaba el sueño aunque le rondaba en la cabeza una foto del Montblanc que le había regalado su ama. Repite una y otra vez: “Jamás pensé que una simple imagen podría cambiarte tanto la vida".
Años más tarde, junto con su amigo Rober, holló la cumbre y respiró ahí arriba. Cómo no, capturó para siempre ese momento en el que ondeó la camiseta en recuerdo de un primo que, años atrás, había muerto de cáncer. “Fue un gesto con el que le sentí más que nunca”. Se aferra a otra frase de la alpinista francesa Chantal Maudit: "Persigo la felicidad y la montaña responde a mi búsqueda". Ésta le espera. Este miércoles presenta Miradas rocosas en el Club de Montaña Juventus en la Plaza Nueva de Bilbao, con San Sebastián como padrino. En junio volverá a calzarse las botas y capturar emociones. Nuevo reto: El Cervino, en Alpes.
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