Un siglo de ritmo y poesía
Hay conciertos que pueden repetirse periódicamente sin temor, porque ganan con la repetición. Como el de Caetano Veloso y Gilberto Gil
Hay conciertos que, por buenos que sean, con verlos una vez es más que suficiente (incluso la repetición puede contribuir a disminuir su interés). Otros, en cambio, pueden repetirse periódicamente sin temor, hasta ganan con esa repetición. El concierto de Caetano Veloso y Gilberto Gil es de los segundos. Pasó por Barcelona el pasado julio y repitió el lunes con idéntico formato, cambiaron algunas canciones pero el concierto fue el mismo y, la verdad, fue todavía mejor (y ya era difícil) que su precedente.
Caetano Veloso & Gilberto Gil
Dois amigos, um século de música.
Palau de la Música, 2 de mayo.
Además, podría imaginarse que en esta época en la que dominan la imagen, el multimedia y todas esas cosas, dos tipo solos con sus guitarras acústicas en un escenario totalmente desprovisto de cualquier tramoya acabarían aburriendo por falta de estímulos para el espectador. ¡Qué va! Nada más lejos de la realidad. Caetano y Gilberto (los apellidos sobran cuando estamos en familia) se bastan para llenarlo completamente todo y transmitir una emoción que por momentos podía cortarse con un cuchillo y en otros se transformaba en pura algarabía. Poesía y ritmo, susurros al oído e incitación a picar palmas y cantar. Profundidad y alegría. Un grupo de músicos acompañantes o cualquier artefacto visual lo hubieran echado todo a perder, hubiera sido como una intromisión en una relación muy íntima.
Caetano y Gilberto, ambos a punto de cumplir los 74, desprenden una energía envidiable. Caetano en mucha mejor forma vocal que el exministro de cultura brasileño que suple las carencias con un sentimiento que cala hondo y eso que podríamos llamar duende, swing, alma o de cualquier otra forma. El título de su espectáculo es ya suficientemente expresivo: Dos amigos, más de un siglo de música.
Cantaron a dúo canciones de uno y de otro, se alternaron con las voces y las guitarras y Caetano hasta se marcó unos aplaudidos pasos de baile. Comenzaron con el viejo Back in Bahia y pronto se dejaron arrastrar por la magia de Tropicália y el público comenzó tímidamente a cantar. Poco a poco el canto se convertiría el grito, palmas y baile, cosa que no ocurrió en el Liceo. Allí todo fue más formal, más íntimo y retraído. Pero el Palau abarrotado hasta el órgano parece incitar más a olvidar la compostura y desmelenarse, y se desmelenaron tanto los músicos como el público que se conocía todos los temas y lo cantó a placer.
Unas treinta canciones, incluidos cinco apoteósicos bises, conformaron un programa que parecía moverse con las ondulaciones de algún insinuado ritmo brasileño. Fueron hasta la primera canción que compuso Caetano en 1963 (año en que conoció a Gilberto) que precedió a la última que han escrito juntos, As Camélias, y que no sonó todavía en el Liceo. Incluyeron algunas versiones, sorprendente y celebrada su Come prima, y acabaron por todo lo alto ante un Palau que se agitaba a ritmo de samba.
No se sabe si estos dos jovencitos seguirán de gira el próximo año. Si así fuera les estaremos esperando como agua de mayo.
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