Orcasitas dedica una calle al escritor Antonio Ferres
Narró en 'La piqueta' la lucha vecinal contra el chabolismo y por la dignificación del barrio
Orcasitas tiene memoria. Y la acredita. Este sábado, 23 de abril, y coincidiendo con las celebraciones del Día del Libro, el barrio sureño dedica una calle al novelista y poeta Antonio Ferres (Madrid, 1924) en el parque de Pradolongo. Así lo decidió la Junta Municipal local en una reunión reciente, a iniciativa de las entidades ciudadanas del distrito. La vía así nombrada cruza el parque y une Orcasitas con Usera. Fue Antonio Ferres quien magistralmente escribiera en 1959 su laureada novela La piqueta: en ella relató la lucha desplegada en Orcasitas por inmigrantes andaluces, castellanos nuevos y extremeños, inquilinos todos de centenares de chabolas por ellos levantadas en el deprimido confín de la ciudad.
Corrían los años 50 del siglo XX; la inmigración afluía a Madrid huyendo del hambre y las privaciones del campo. Los chabolistas de Orcasitas mantuvieron un combate desigual frente al desdén prepotente y al odioso clasismo franquista, mediante una movilización incesante que no culminaría hasta conseguir que las autoridades municipales se vieran forzadas a admitir primero y construir después, un barrio donde sus vecinos pudieran vivir con dignidad. Es decir: en pisos de fábrica, con agua, luz, alcantarillado, calles asfaltadas, escuela y zonas verdes. Para lograr su meta, los vecinos se asociaron y coordinaron esfuerzos. Así nacería en 1970 —en la chabola del líder vecinal de origen toledano, Félix López Rey— la Asociación de Vecinos de Orcasitas, puntera en las luchas ciudadanas madrileñas. Contra ella se cebaría la incomprensión oficial, la represión policial y el acoso administrativo, que el movimiento vecinal supo sortear con la convicción de que libraba un combate justo, que a la postre ganaría.
Hoy los vecinos de Orcasitas consideran la novela de Antonio Ferres como una baza capital para que Madrid conociera que era posible arrancar a la dictadura la satisfacción de necesidades básicas de sus pobladores, siempre y cuando el combate fuera constante y sin respiro: atrajeron a su lucha a abogados laboralistas que les asesoraron, como Antonio Montesinos, Amalia Liñán, Miguel Sarabia, Javier Benavides y Javier Sauquillo —estos dos últimos serían asesinados por pistoleros fascistas en el despacho de abogados de Atocha en enero de 1977—; luego, los vecinos conectaron con urbanistas como José Manuel Bringas y arquitectos comunistas como Eduardo Mangada, Jesús Gago y Eduardo Leira; y todos tuvieron la fortuna de encontrar a quien contara a los cuatro vientos la historia de su lucha: Antonio Ferres.
Un hombre de Argüelles
El escritor nació en la calle de Antonio Palomino, en Argüelles, en 1924. Vivió la Guerra Civil con 12 años. Perito industrial y empleado en los Laboratorios de la Escuela de Caminos, se integró en el clandestino Partido Comunista de España, de cuya Radio España Independiente sería redactor, con los escritores Alfonso Grosso y Armando López Salinas. Mediada la década de 1950, ganó el Premio Sésamo con un cuento; en 1959, Ferres escribió La piqueta, expresión de la lucha vecinal de Orcasitas, que le granjeó la admiración de la crítica. Al poco escribiría junto con su amigo López Salinas, Caminando por Las Hurdes, cima de la prosa adscrita al realismo social, entonces en boga. En 1964, marchó al exilio a Estados Unidos y México, de donde no regresaría hasta 1976. Ferres nunca dejaría de escribir y cosechar premios como el Villa de Madrid, de Poesía, en 2000.
“Mis amigos Javier Alfaya y Daniel Gil me convencieron para que escribiera poesía y es lo que ahora hago”, explica Ferres desde su casa de Alvarado. A propósito del rumbo actual de la Literatura, “estamos un poco perdidos”, señala; y agrega: “incluso hoy ya no hay sitio donde publicar cuentos”. Sigue considerando la novela como “una aventura de la imaginación. Sobre las diferencias entre el realismo social -corriente literaria a la que él perteneció- y lo que hoy se escribe, establece que “la Literatura ha seguido el curso de la experimentación”. Cree grave “el que el escritor se desentienda de la sociedad y de la ética”. Y en cuanto al capitalismo, al que siempre combatió, echa mano del sentido del humor y recuerda una frase de César Vallejo al respecto: “Que se lo coman todo y acabemos de una vez”. Y concluye: “si me ponen una calle, en Orcasitas, ¿cómo podría rechazarlo siendo, quizás, el único rojo vivo con calle en Madrid?”, bromea con una sonrisa a flor de labios.
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