Sant Jordi también viaja a Shanghái... pero no mata el dragón
Diferentes actividades culturales conmemoran el 15 aniversario del hermanamiento entre Barcelona y la ciudad china
“¿Es posible celebrar el Día Internacional del Libro y San Valentín en una sola jornada? Sí, esa es la conocida festividad barcelonesa de Sant Jordi, denominada internacionalmente como Books & Roses”. Así ha promocionado el Instituto Catalán de China -Casal- en Shanghái el acontecimiento cultural más conocido de Cataluña, que este año también se celebra en la capital económica del gigante asiático con un aliciente especial: el 15 aniversario del hermanamiento de Barcelona y Shanghái. “Más que una fiesta en la que se reivindique la cultura y la lengua catalanas, el objetivo en China es dar a conocer la contribución que Cataluña hace al mundo con una fiesta que reivindica los valores universales de la cultura y del amor”, explica a EL PAÍS el presidente del Casal, Alexis Roig.
A pesar de la insistente lluvia que ha caído en la megalópolis, algo que solo había sucedido un 23 de abril de los últimos 30 años, numerosas personas se han acercado hasta el céntrico parque de Jing’an para descubrir qué hay detrás del 书籍与玫瑰 (shuji yu meigui) que los libreros repartidos en una veintena de casetas repiten insistentemente. Y se han encontrado con un gran abanico de actividades culturales que va mucho más allá del tradicional ‘un libro y una rosa’.
Dos escenarios han albergado actuaciones de diferentes tipos de música, desde solistas que han interpretado piezas tradicionales chinas con flauta hasta grupos internacionales de pop-rock, y varias carpas han acogido talleres para niños y adultos con actividades tan diversas como el grafiti o el collage, que han corrido a cargo de los artistas Murera y Ana Reguera. En el contiguo centro comercial Réel se han organizado conferencias literarias, en las que han participado representantes consulares de Cuba y de Perú y en las que los expertos no se han olvidado de la omnipresente comparación entre Cervantes y Shakespeare. Finalmente, como no podía ser de otra forma, en el rincón gastronómico no han faltado las butifarras a la parrilla.
“China es como una esponja, un país que lo absorbe todo. Si ya celebramos fiestas como la Navidad, Halloween, o hasta el Día de Acción de Gracias, ¿por qué no vamos a adoptar una que promueve el amor y la cultura?”, se pregunta Wu Jian, una joven madre que ha llevado a su hija de cuatro años al taller de cuentacuentos del Instituto Cervantes. Claro que la mayoría de los asistentes chinos tiene una idea muy difusa de lo que estaban celebrando.
“La verdad es que no había oído hablar nunca de Cataluña, pero sí de Barcelona. Me gusta que su San Valentín se celebre otro día y que haya que regalar un libro. Además, me ha gustado tanto el logotipo que han preparado para hoy -la visión cenital de una rosa hecha con el perfil de libros, obra del diseñador Albert Creus- que quiero ver si me puedo comprar una camiseta como la que visten los voluntarios”, comenta una de las asistentes que ha disfrutado preparando un collage con revistas de moda mientras a su hija le convertían el rostro en una mariposa morada.
“Hemos planteado un Sant Jordi un poco ‘hipster’, más ‘cool’”, comenta Roig. “Cogemos lo más internacional para que la gente salga a la calle con sus allegados y pase un buen día regalando un libro especial y una rosa. Lo romántico les encanta a los chinos, así que eso es más fácil de vender que la historia del patrón de Cataluña y de la reivindicación cultural”.
No obstante, los organizadores no han dejado de un lado la historia y han explicado el origen de la fiesta. “Contamos la leyenda de San Jorge, pero la hemos tenido que adaptar un poco al gusto de las autoridades chinas. No podemos decir que mató al dragón, que de la sangre salió un rosal, y que la rosa se la dio a la princesa. En Shanghái San Jorge no mata al dragón y sólo le hace sangrar lo suficiente para que salga una rosa. ¡Al final incluso se hacen amigos! El personal del Buró de Cultura de Shanghái no nos permitió mostrar al dragón como si fuese un monstruo, porque aquí el significado que le da la mitología es distinto”.
Y, al fin y al cabo, gran parte del presupuesto sale del Gobierno de Shanghái, que ha aprovechado Sant Jordi para poner en marcha una nueva fase, más cultural, del hermanamiento con Barcelona. “Como ambas ciudades son motores económicos con características comunes, la colaboración de los primeros años estuvo más centrada en temas técnicos, como planificación urbanística, colaboración en materia de infraestructuras portuarias, etc…”, analiza Roig. “Ahora, sin embargo, se están desarrollando más intercambios culturales y académicos”.
Entre los que se han firmado esta semana se encuentra el hermanamiento de diez bibliotecas y de treinta escuelas de ambas ciudades. Las primeras intercambiarán libros, tanto físicos como digitales, y propiciarán el diálogo entre sus empleados para que compartan sus prácticas laborales y puedan mejorarlas. Las escuelas, por su parte, facilitarán el acercamiento de los alumnos a las culturas china y catalana. “Participarán niños de tercero a sexto de Primaria en actividades de clase que incluirán intercambios por vídeo, en los que podrán comunicarse y hacerse preguntas, o el conocimiento de leyendas y cuentos del otro país”, enumera Roig.
En definitiva, el proyecto pretende concretar y desarrollar acciones específicas en el sector de la cultura. “Junto con la educación, es uno de los ámbitos menos internacionalizados de China porque es estratégico para el Gobierno. Y por eso también quizá cuesta mucho más desarrollar esos acuerdos”, apunta el presidente del Casal. A pesar de las dificultades que conlleva organizar un evento cultural como Sant Jordi, Roig espera atraer hoy a entre 15.000 y 20.000 personas, un número que seguramente termine siendo inferior por la inclemencia del tiempo. “Pero a lo largo de todos los días en los que hemos preparado actividades se han repartido unas 800.000 rosas en bibliotecas y escuelas, y el público ha disfrutado. Así que estamos satisfechos”, sentencia.
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