Fallece el comisario y crítico de arte Manel Clot
Fue decisivo para el arte catalán y español de los años noventa
Fue uno de los comisarios independientes decisivos para el arte catalán y español de la década de 1990. Lucido, irónico y desencantado, con el alma de artista y una vena depresiva común a muchas mentes privilegiadas, Manel Clot, se fue alejando de la primera línea de fuego del arte, aún antes que el cáncer le obligara. La sorpresa causada por la noticia de su muerte, la noche del pasado martes, a los 59 años, se ha plasmado en decenas de mensajes de cariño y pesar en las redes sociales.
“Le vi hace unas semanas, me dijo que había salido de la vorágine de la enfermedad y la depresión, que estaba bien y tenía ganas de volver a engancharse a las conspiraciones artísticas. Esta mañana no se ha despertado, completamente solo, como siempre se había sentido”, escribe su amiga, la artista Francesca Llopis.
Pese a que físicamente estaba muy débil, hace un año volvió al ruedo con la muestra réserVoir en La Capella de Barcelona, en la que reunió veinte años después un grupo de creadores, que entonces eran emergentes y ahora han superado la media carrera y están más que consolidados. Aquella muestra, con los mismos artistas veinte años después puso de manifiesto un método de trabajo, basado en conexiones afectivas y complicidad intelectual, que apuntaba a una nueva forma de vivir el arte y la relación entre comisario y artista. Francesc Ruiz, Joan Morey, Javier Peñafiel y Carles Congost, fueron sus cuatro mosqueteros, pero hubo muchos más que deben a Clot haber contextualizado y encauzado su carrera. Por eso más que obras las de réserVoir eran homenajes, un tributo al pensamiento, la figura y la compleja y a menudo críptica personalidad de Clot.
Nacido en Granollers, crítico (lo fue del diario EL PAÍS) y teórico, también fue maestro de curators y capitaneó aquella generación de comisarios, denominados independientes, que durante un periodo fueron incluso más mediáticos que los artistas.
De su trabajo quedan hermosas exposiciones, muchos textos y su Museo de Frases, un conjunto de versos, nombres, aforismos y enigmas, que Clot fue recopilando durante años y sistematizó en una colección atemporal, ajena a jerarquías, que utilizó como marco conceptual para réserVoir. Pero no es lo único que queda, para decirlo con las palabras de su amigo el comisario Frederic Montornés, “dejó grabada sobre el alma de quien trató una suerte de marca escarificada compuesta de tantas dosis de incomprensión y sorpresa como de rechazo, resignación, estupefacción, cabreo y finalmente amor”.
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