Una gran alfombra roja que crece con lo intimista
El Festival de Málaga Cine Español se consolida como referente del sector
Daniel Guzmán recogió el 6 de febrero el Goya a la mejor dirección novel por su ópera prima, A cambio de nada. Por su trabajo en la misma película obtuvo el galardón como actor revelación el malagueño Miguel Herrán (otro malagueño, Pablo Alborán, fue premiado en la categoría de canción original por Palmeras en la nieve) y Natalia de Molina ganó el Goya a la mejor actriz (el segundo de su carrera) por su interpretación en la dura y modesta Techo y comida, dirigida por Juan Miguel del Castillo.
Una ciudad envuelta por el celuloide
Afirma Juan Antonio Vigar, director del Festival de Málaga Cine Español, que, a veces, “lo más popular es lo más desconocido”. El proyecto que lidera no se limita a las dos semanas de alfombra roja y focos encendidos, sino que se extiende a lo largo de 12 meses en busca, siempre, del disfrute de los malagueños. “Lo importante es que los ciudadanos sean conscientes del esfuerzo de un equipo por tener un encuentro permanente con el sector audiovisual. Tienen un hermoso proyecto de ciudad que se hace con ellos y que beneficia a su economía”, reflexiona.
Las actividades organizadas por la sociedad municipal son múltiples. Lo más novedoso es lo que está a punto de llegar por primera vez, el Movie Score Málaga (MOSMA), un festival internacional de música de cine (también de series de televisión y del mundo de los videojuegos) que se plantea como un evento "vanguardista, moderno e innovador". La cita será entre el 29 de junio y el 3 de julio y la inauguración estará a cargo de la Orquesta Filarmónica de Málaga, con un homenaje al compositor estadounidense Michael Kamen.
El programa también incluye desde hace tres ediciones el ciclo Málaga de Festival (MaF), un evento que calienta motores antes de la cita en primavera con el cine español e implica a todas las disciplinas artísticas de la ciudad. En 2015 hubo alrededor de 300 actividades de cine, teatro, arte, gastronomía y música en unos 100 espacios distintos en las semanas previas al certamen cinematográfico.
El Screen TV, por su parte, ha convertido a Málaga en referente de la ficción televisiva durante los dos últimos años. En 2015 programó en el Cine Albéniz 22 series internacionales (un total de 28 capítulos), con la emisión de nueve estrenos inéditos en España, siete primeros episodios de temporada, dos últimos y dos maratones de series.
Otros ciclos que organiza el Festival de Málaga son La edad de oro, dedicado al cine clásico; Cine abierto, con proyecciones al aire libre en verano en todos los distritos de la ciudad; y El cine en tu zona, con formato de cinefórum.
Estas dos películas se presentaron en abril de 2015 en la 18ª edición del Festival de Málaga Cine Español. A cambio de nada se llevó la Biznaga de Oro a mejor película, Guzmán también recogió el máximo reconocimiento como director y De Molina recibió la Biznaga de Plata que la acreditaba como mejor intérprete femenina. “Es un denominador común desde hace unas ediciones, se hacen apuestas valientes, películas que tienen calidad”, sostiene el director del certamen malagueño, Juan Antonio Vigar, sobre la selección de filmes y el rumbo que ha cogido esta cita en primavera con el cine español.
Le vienen más ejemplos a la cabeza. La intimista 10.000 kilómetros, de Carlos Marqués-Marcet, obtuvo cinco galardones en la sección oficial de Málaga en 2014 y fue muy aclamada por la crítica, y Carmina o revienta, de Paco León, supuso dos años antes un exitoso experimento que, entre otros premios, se llevó el especial del jurado y el del público. “Hay películas que han venido con poca ambición y se han ido con una gran valoración mediática y el apoyo del público”, argumenta Vigar.
La conclusión a la que quiere llegar es que el Festival de Málaga puede percibirse a veces como una gran alfombra roja desplegada durante 10 días para deleite de los fans, un escaparate de rostros famosos y de masas de jóvenes que se echan a la calle en busca de un selfie, pero al final se trabaja “por las películas y para que el público las vea”. “Un cine sin industria y sin puesta en escena es un cine incompleto”, justifica el gestor cultural, pero precisa que lo popular, que se ha convertido “en una seña de identidad”, convive en este caso con “las nuevas miradas de vanguardia”.
Reforzar esa búsqueda de películas de autor es una de las líneas de trabajo para los próximos años, además de seguir ahondando en el cine “en español”. Es decir, no solo el que se hace en nuestro país, sino en toda Latinoamérica (una de las secciones del festival está dedicada a este territorio). El contenido de la 19ª edición, que se celebrará del 22 de abril al 1 de mayo, no se ha presentado, pero se conocen algunos detalles. Abrirá fuera de concurso Toro, de Kike Maíllo, con Mario Casas, Luis Tosar y José Sacristán, coincidiendo con su estreno comercial. También ha confirmado su participación en la sección oficial La punta del iceberg, dirigida por David Cánovas y protagonizada por Maribel Verdú, y la actriz Paz Vega recibirá el Premio Málaga en reconocimiento a su trayectoria profesional.
El Festival de Málaga nació en 1998, cuando no había ningún certamen en todo el país dedicado al cine español. La triunfadora ese año fue La primera noche de mi vida, de Miguel Albadalejo, y desde entonces ha llovido mucho, crisis económica incluida, que obligó a un reajuste y a la eliminación de gastos superfluos. El apoyo municipal se ha mantenido. El presupuesto de la sociedad Festival de Cine de Málaga e Iniciativas Audiovisuales, que gestiona el certamen y numerosos eventos vinculados a esta cita durante todo el año, asciende a 2,6 millones de euros. El Ayuntamiento aporta 1,6 millones y el resto corresponde a patrocinios.
Un estudio elaborado por Analistas Económicos de Andalucía, sociedad de estudio de Unicaja, situó en 2014 el impacto económico del festival en 41,4 millones de euros, de los que 34,2 millones benefician directamente a la ciudad. La rentabilidad por cada euro público invertido, por tanto, supera el 2.000%. El certamen malagueño presume de cuentas saneadas y de pagar en 13 días a sus proveedores.
Sus actividades tuvieron en 2015 el respaldo de 122.000 espectadores, un 10% más que el año anterior, y la recaudación en taquilla subió un 12%, hasta los 125.427 euros. La plantilla de la sociedad municipal está formada por 21 trabajadores y para los días grandes del certamen se hacen alrededor de 240 contratos temporales.
José Luis Cienfuegos, director del Festival de Cine Europeo de Sevilla, alaba la estructura organizativa de la cita malagueña, que permite una ejecución “ágil y directa” y facilita su evolución. “En eventos culturales y festivos, la maquinaria administrativa es decisiva”, subraya el experimentado programador, que estuvo al frente del Festival Internacional de Cine de Gijón durante cerca de 17 años. Esa virtud de la que habla favorece, por ejemplo, la toma de decisiones y la búsqueda de contenidos.
Los ojos de Liz Taylor sobre la bahía
La Málaga Film Office, la oficina municipal de rodaje, atendió en 2015 un total de 443 producciones audiovisuales, de las que se realizaron 185 con una inversión de 2,4 millones de euros, un 31% más que el año anterior. La publicidad fue líder, seguida de largometrajes para cine y televisión. Entre las películas rodadas en Málaga el año pasado destacan Toro, de Kike Maíllo, las indias Jil y Son of Sathyamurhy y una TV movie alemana sobre la vida del último presidente de la RDA, Enrich Hoenecker, titulada Der letzte genosse.
Málaga ha sido un plató de rodaje habitual para filmes españoles y extranjeros desde mediados del siglo XX. El desembarco de estrellas ha sido destacado. Brigitte Bardot se puso a las órdenes de su exmarido Roger Vadim para grabar en 1957 en Torremolinos, cuando aún era una barriada de la capital, Los joyeros del claro de luna. Raquel Welch paseó por la Plaza de la Marina y por el Parque en Guapa, intrépida y espía (1967), una cinta de acción que la llevó por varios puntos de la provincia.
Anthony Quinn invadió la calle Larios en la bélica Mando Perdido (1966) y Elizabeth Taylor pasó una semana en Málaga en 1959 para hacer un cameo en Esencia de misterio, una cinta producida por Michael Todd Jr., hijo del tercer marido de la actriz, con escenarios en distintos puntos de España. Taylor aparece en la secuencia final, grabada en el Castillo de Gibralfaro de Málaga, y hay un momento en que la intérprete mira en dirección a la cámara y sus ojos de color violeta sobresalen sobre el azul de las aguas de la bahía.
Los más cinéfilos recuerdan dos momentos muy especiales en los últimos años. En 2003, el Festival de Cine Español coincidió con el rodaje en varias localizaciones de la ciudad de El puente de San Luis Rey, con Robert de Niro en el papel de un arzobispo de Lima y oficiando misa en la catedral. Un poco después, en 2005, el malagueño Antonio Banderas convirtió su ciudad natal en un plató para rodar buena parte de su segunda película como director, El camino de los ingleses.
“Málaga ha hecho una apuesta por la cultura y la punta de lanza fue el festival. Se han retroalimentado: el festival se ha beneficiado de una ciudad turísticamente potente y la ciudad se ve favorecida por el festival”, añade Cienfuegos. Cree que siempre ha sido una plataforma “muy útil” para el cine español y que ahora ha sufrido “cierta renovación interesante” en su esencia. Para Cienfuegos, el festival malagueño también cuenta, a priori, con un presupuesto con el que “se puede sentir bastante cómodo”.
Todos los inicios son duros y la labor de hacerse visible entre los productores y el sector audiovisual fue ardua. El punto de inflexión se sitúa, seguramente, en 2002, cuando El otro lado de la cama y Smoking room, de corte muy distinto, se convirtieron en las triunfadoras de la 5ª edición. Juan Francisco Gutiérrez Lozano, profesor titular de Periodismo de la Universidad de Málaga y analista del certamen desde sus orígenes en distintos medios de comunicación, recuerda el principio como “una apuesta de riesgo” que caminó poco a poco hacia la consolidación.
“Excepto los más cinéfilos, la ciudad lo veía como algo extraño, pero eso ha cambiado y ahora hay mucha vida alrededor. El público, los hosteleros, los estudiantes de audiovisual y arte dramático… implica a muchos sectores”, resalta Gutiérrez Lozano sobre cómo ha ido calando el proyecto. A su juicio, el lado cinematográfico “no se ha descuidado nunca”, la cita es un referente para el cine español, pero sí echa en falta alguna gran película que se ha presentado justo antes o después del certamen.
En esta idea coincide Pablo Bujalance, responsable de Cultura del diario Málaga hoy. “Asistimos todos los años a estrenos que tendrían su sitio lógico aquí y no lo tienen”, argumenta, y apuesta por “ganar hechuras”, por sumar ese punto que permita decir “somos el festival del cine español”. Recuerda el esfuerzo que está haciendo en esta parcela en los últimos años el Festival de San Sebastián, que en septiembre pasado acogió la presentación de la gran Truman, de Cesc Gay.
Además de la calidad de la sección de documentales, algo en lo que también coincide Gutiérrez Lozano, Bujalance destaca que el certamen malagueño está sirviendo “de plataforma de talento”, es escaparate de profesionales con trabajos que después firman un buen recorrido, y anima a apostar por el cine independiente y “más pegado a la tierra”. Estos proyectos están recibiendo el respaldo del público en taquilla, como ha ocurrido con La isla mínima, de Alberto Rodríguez.
El glamur y los rostros conocidos están muy bien y son un revulsivo, no hay que orillarlos, pero no se trata solo de eso, precisa el periodista. “El cine español es muy grande”, recuerda, y lanza una sugerencia: “Que Carlos Vermut viniera sería genial”. Gutiérrez Lozano añade otra. “Igual que los Goya salieron una edición de Madrid y fueron a Barcelona (fue el año de Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar, y de Solas, de Benito Zambrano), la Academia del Cine podría apostar un año por Málaga y celebrar aquí su gala, eso sería una apuesta firme”. Las ideas no se agotan para el Festival de Málaga, la cita del star system español que se abre a las nuevas tendencias.
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