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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Equivocarse de pregunta

La calle Blai, en Poble Sec, es como un microcosmos de los males que afectan a la ciudad: poco espacio y demasiada avidez de negocio fácil. El problema no son las terrazas sino el modelo comercial

La calle Blai entra en el Poble Sec como una flecha lanzada desde el Paralelo, un Paralelo muy caminado desde que engordaron las aceras. Blai es un microcosmos amenazado por los males que agitan la ciudad: demasiadas cosas en poco espacio, demasiada avidez de negocio fácil. Dicho de otro modo: demasiadas terrazas. El Ayuntamiento acaba de indultarlas, con buen criterio, siguiendo la normativa que aprobó el alcalde Trias, que congeló la alcaldesa Colau y que ahora, mesa más mesa menos, ha quedado consagrada. La cantidad exacta no tiene ninguna importancia, porque lo que falla es el sistema: nos estamos equivocando de pregunta.

El Poble Sec es un barrio introspectivo, silencioso. Blai es como el desguace de la energía contenida. Hace la función de una calle mayor, pero no tiene el carácter y es aquí donde falla el sistema. Veamos: es una calle corta, comercial, vertebral y peatonal. El escenario es correcto para la función, pero el atrezzo —las terrazas— lo transforma en una rambla turística, inútil para los vecinos, multitudinaria a ratos, sonora e incómoda.

Por debajo de esta piel repleta de bares y puntos de restauración (7.400 en toda Barcelona) aguantan todavía una casa de fisioterapéutica histórica (1993), dos farmacias, una escuela, dos sucursales bancarias, alguna joyería. Después hay una proliferación de verdulerías, carnicerías y barberías regentadas por inmigrantes que funcionan muy bien abiertas los domingos: apuntemos el detalle para no obstinarnos en debates inútiles. Alguna agencia de viaje encarada a Latinoamérica. Y dos locutorios: cosas todas ellas que remiten a una población inmigrante que ha desplazado el comercio tradicional.

El tema es la banalización del modelo. Si hay 7.400 bares en Barcelona, el problema no son las terrazas —indispensables con la ley seca de humos— sino el modelo comercial. La poca imaginación de un tejido comercial invadido por el mimetismo y la facilidad. Algo tendrá que ver en esto Barcelona Activa, que es donde van a preguntar los que están a punto de capitalizar el paro: ¿se limitan a ayudar con el plan de negocio? ¿O son los distritos los que no sugieren ni orientan? El Poble Sec no tiene casi nada en las calles que bajan de la montaña, calles centenarias de paredes morenas. Excepto bares: ya lo cantaba Serrat, el entrañable vecino, “un bar en cada cantonada” en Poeta Cabanyes. Seguimos igual. No se pueden domesticar las terrazas sin cambiar de raíz este esquema reiterativo. Ni vale la pena predicar que se defiende el comercio de proximidad frente a la libertad de horarios si se está extinguiendo la utilidad debido a la facilidad de copiar y repetir.

Los diagnósticos correctos parten del conocimiento, de las horas de caminar, ver y anotar. Parten más de la experiencia que de la teoría. La ciudad es un artefacto demasiado complejo para controlarlo solo con palabras. Hace poco se convocó una sesión concurrida para presentar el Plan Estratégico de Turismo del nuevo Ayuntamiento. El concejal Agustí Colom abrió fuego haciendo un resumen correcto de la situación: nada nuevo pero bien enfocado, con frases altisonantes que revelan la vocación de estar al día en la nomenclatura. Y después nada.

Dejo de lado que el Plan Estratégico es un mecanismo obsoleto porque todo cambia tan rápido que cuesta planificar a cuatro años vista; y que hubo un plan anterior poco operativo. ¡Es que hasta junio se ocuparán en hacer el diagnóstico y hasta diciembre en elaborar las propuestas! Hace no más de un año se celebraron unas jornadas espléndidas en Sant Pau que cubrieron de manera notable diagnóstico y propuestas: está todo hecho. Es conocimiento que este equipo desdeña porque tiene la ingenua pretensión que ha venido a inaugurar el mundo. La gestión de la ciudad es la acumulación de conocimiento de los sucesivos mandatos. Si cada uno que llega pone el contador a cero no salimos nunca del sitio. Avanzar es sumar.

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Y para acabar la semana maldita, el pleno municipal convocado en el Saló de Cent para presentar a las entidades un discurso previsible —desigualdad y participación— que se está gastando a fuerza de usarlo sin recargarlo con resultados plausibles. Estaba previsto streaming en el Saló de Cròniques, pero ni siquiera se llenó el recinto principal. Entre otras cosas, porque BTV retransmite íntegros los plenarios desde hace años. Señora alcaldesa, bienvenida al mundo real.

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