Albiol se lanza a renovar el PP tras un año de fracasos
El líder popular pretende superar el eje izquierda-derecha y convertir al partido en el referente del antiindependentismo
La presidenta del Partido Popular, Alicia Sánchez-Camacho, alardeó tras el 20-D de que su formación quedó en quinta posición con cinco escaños, los mismos que Ciudadanos. Los populares se agarran a ese clavo ardiendo para maquillar su indiscutible caída libre: han perdido seis diputados y, en solo cinco años, han pasado de estar en el epicentro de la política catalana a retroceder hasta niveles de los años 90. Xavier García Albiol, líder de facto de la formación, aspira a renovar el partido en el congreso de 2016 tomando como ejemplo su gestión en Badalona. Su idea es superar el eje derecha-izquierda y convertir a su partido en referente del antiindependentismo, el modelo que ha catapultado a Ciudadanos. “Todo está inventado”, admiten en el partido.
El desplome del PP pone en cuestión el liderazgo en la sombra que siempre han ejercido los hermanos Jorge y Alberto Fernández-Díaz: pese a no tener un puesto orgánico relevante en el partido, poseen una indiscutible influencia en la formación. Tras el primer aviso de la caída en las europeas de 2014, el PP ha completado este 2015 un ciclo electoral nefasto para sus intereses.
Alberto Fernández Díaz, concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, pasó en las municipales de mayo de nueve a tres ediles. El PP, además, perdió sus dos grandes feudos: Badalona y Castelldefels. A Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior en funciones y cabeza visible de los populares el 20-D, tampoco le fue bien. Pasó de los 715.000 votos de 2011 a 417.000. Por primera vez en una cita electoral, además, el PP se ha quedado sin diputados en Lleida y Girona. El resultado fue igualmente malo en las autonómicas, bajo el auspicio de Albiol: de la cuarta plaza (19 diputados) pasaron a ocupa la quinta (con 11) mientras el partido de Albert Rivera se erigía en primer partido de la oposición.
La dirección admite que las urnas les han pasado varias facturas: la crisis, la corrupción, la gestión del 9-N —vacilante, según su electorado— y el caso Camarga, que involucró a Sánchez-Camacho en las escuchas de Victoria Álvarez, exnovia de Jordi Pujol Ferrusola. El partido admite que Ciudadanos ha sido el principal beneficiario de esa fuga.
“Quiero hacer lo mismo que en Badalona: gané en 2011 y 2015 porque me votaron desde convergentes hasta socialistas. La sociedad ha evolucionado y ya no es la misma de antes”, sostiene Albiol en los pasillos del Parlament. El diputado, que ha renunciado a ser concejal en Badalona y ha heredado el cargo de senador autonómico que ostentaba Camacho, se postulará como presidente del partido. Fuentes próximas sostienen que es improbable que haya más candidatos.
Sometido a un férreo control desde Génova —fue Mariano Rajoy el que recurrió a Camacho para frenar la crisis de 2008 y el que, en 2015, nombró a Albiol—, el PP catalán admite su endémica falta de penetración y estructura en la Cataluña interior —donde tiene graves dificultades para formar listas en las municipales— y el escaso eco que tienen sus propuestas en Madrid. Hace un año, los parlamentarios presentaron un documento con decenas de propuestas a La Moncloa y aún no se conoce la respuesta. Sin ir más lejos, el mismo Jorge Fernández defiende el principio de ordinalidad —no perder puestos en el ranking de riqueza tras la aportación a la caja común— en un modelo de financiación que fue rechazado por Génova. Pero en algo el PP no cambiará: Albiol ha defendido varias veces estas semanas que es partidario de aplicar el artículo 155 de la Constitución y suspender competencias de la Generalitat si se persiste en ejecutar la declaración de independencia. Igual que Ciudadanos.
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