‘El pessebre’ recuperado
El Liceo programa el oratorio de Pau Casals después de veintiséis años
Tras veintiséis años sin pasar por su escenario, el Liceo recuperó El Pessebre, el oratorio de Pau Casals sobre el poema del mismo título de Joan Alavedra. No es esta la única recuperación posible de la obra más ambiciosa del célebre violonchelista. Hace cuarenta años teníamos con El Pessebre un grave problema de orden ideológico y estético: era una obra de mediados del siglo XX, posterior a la Segunda Guerra Mundial, pero compuesta a partir de una estética y un lenguaje de mediados del XIX, era un verdadero fósil estético.
La vanguardia musical era muy militante en aquellos años y todos los que no estaban con ella estaban en contra. El Pessebre fue entonces anatematizado, fue oficialmente respetado en Cataluña por venir de quien venía y por significar lo que significaba en el contexto político de entonces, pero, en privado, ni la intelectualidad ni la vanguardia estética querían saber nada de esa música de 1950 que sonaba a Mendelssohn y, en el mejor de los casos, a veces a Brahms.
EL PESSEBRE DE PAU CASALS
Marta Mathéu, soprano.Gemma Coma-Alabert, mezzosoprano. David Alegret, tenor. Joan Martín-Royo, barítono. Marc Pujol, bajo.
Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceo. Coro del Gran Teatro del Liceo. Polifónica de Puigreig.
Josep Pons, dirección musical.
Gran Teatro del Liceo. Barcelona, 19 de diciembre.
Todo pasa. Hoy, en el imperio estético del “sálvese quien pueda”, con todas aquellas vanguardias militantes tan caducadas como aquello mismo que criticaban, los anatemas han prescrito y se puede programar y hasta gozar del concierto sin tener que dar explicaciones. El Pessebre programado por el Liceo a sala llena fue un éxito. Josep Pons intentó por todos los medios que la densa orquestación de la obra no ahogara los solistas vocales y en muchas ocasiones lo logró. El coro del Liceo, reforzado con la Polifónica de Puigreig sí pudo con la orquesta y las partes corales tuvieron el peso y el relieve requerido en un gran oratorio.
En los solistas vocales el tenor David Alegret en funciones de narrador y, ocasionalmente, de personaje brilló en el registro agudo y tuvo algún problema para dar cuerpo a los graves que frecuentemente le exigía la partitura. El barítono Joan Martín-Royo estuvo comodísimo en sus personajes y cantó con facilidad aplomo y voz potente. Marc Pujol defendió bien la parte de bajo de enorme exigencia en la parte grave. Gemma Coma-Alabert, la mezosoprano, fue tapada por la orquesta en su primera intervención, pero finalmente consiguió imponerse. Marta Mathéu consiguió pasar siempre de forma limpia y bien timbrada el muro de sonido orquestal.
El Pessebre, por momentos sublime, por momentos cursi, trasnochado, imperecedero, potente, sentimental, querido, fue recuperado con un éxito enorme.
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