El primer origen del ‘Segon origen’
La novela de Manuel de Pedrolo es lectura recomendada en 201 escuelas, pero apenas capta 47.000 espectadores en el cine
“Es el más importante novelista que se ha dado en Cataluña después de Narcís Oller”, dijo en 1954 el reputado Rafael Tasís, en lo que parecía una hipérbole más del gremio de la crítica literaria porque el destinatario del elogio, Manuel de Pedrolo, había publicado hasta entonces sólo una novela, amén de un poemario y un libro de cuentos. Lo que ocurre es que todo en Pedrolo es chocante y elefantiásico: Tasis había leído muchos de los futuros 20.000 folios solo de las novelas, los 400 cuentos, los poemarios para 22 libros, las 19 obras de teatro y 250 artículos que acabaría pergeñando uno de los autores más prolíficos de las letras catalanes (120 títulos publicados) y de los más vendidos (unos 10.000 ejemplares al año de sus títulos hoy). Y, además, de todos los géneros, entre ellos, la ciencia ficción, paraguas bajo el que escribiría una obra juvenil, Mecanoscrit del segon origen, que se encamina hacia los dos millones de ejemplares, el segundo libro más vendido de la historia de la literatura catalana tras La plaça del Diamant, de Mercè Rodoreda.
Sobre esos guarismos, claro, habrá que ver los efectos que producirá la adaptación cinematográfica de la novela a partir del trabajo inconcluso de Bigas Luna que remató Carles Porta, Segon origen, si bien con las primeras cifras no se debería ser demasiado optimista: estrenada hace casi dos meses, el 9 de octubre, y con un presupuesto de 7,3 millones de euros, el filme ha sido visto por unos discretos 47.447 espectadores, lo que, traducido en taquilla, da una recaudación de 310.451 euros, según cifras del Ministerio de Cultura. La película sólo se exhibe ya en cuatro cines de toda España: tres de Cataluña y uno de Valencia.
Quizá no le hubiera importado mucho a Pedrolo lo de la afluencia al cine para ver la adaptación, autor de producción estajanovista quizá facilitada por un ritmo de vida austero, algo chocante en quien perteneciera a una familia de nobleza terrateniente con castillo incluido (si bien ya arruinados) en la áspera comarca de la Segarra, en uno de cuyos pueblos (L’Aranyó) nació en 1918. Luchador a contracorriente toda su vida (se casó, pese a la oposición paterna, con una tejedora de familia obrera de Barcelona, donde se instalaron), Pedrolo trabajaba de cualquier cosa hasta las dos de la tarde (de redactor de informes comerciales para agencias de detectives a vendedor de frutas), comía deprisa y, sin hacer mucho caso de la mujer y la hija, se encerraba a leer hasta cuatro libros a la vez o a escribir.
El grafómano Pedrolo cultiva el vicio, sin embargo, en el peor momento: a mediados de los 50 y hasta bien entrados los 60 la censura franquista está como nunca y la edición en catalán es casi testimonial. Y en ese contexto, el autor a contracorriente, además, decide que escribirá todo aquello que haga falta para buscar una continuidad y mantener la tradición literaria en lengua catalana, ni que sea importando él mismo, incluso, innovaciones de la literatura extranjera del momento y sin hacerle ascos a género alguno, novela erótico-pornográfica incluida, a tenor de su supuesta pero nunca bien aclarada paternidad de unos textos, Els Quaderns d’en Marc, oficialmente anónimos.
Y en ese afán de suplencia está la génesis de Mecanoscrit del segon origen. “El libro nació de su voluntad de explorar: si en los 60 se dedicó a la novela policiaca, tanto escribiendo como dirigiendo la colección La Cua de Palla, en los primeros 70 entre lo que encuentra a faltar está la ciencia-ficción, género prácticamente inédito en Cataluña entonces”, traza Jordi Cornudella, editor de Grup 62, en cuyo catálogo está buena parte de la obra de Pedrolo. El escritor apuesta desde el primer momento por una historia aparentemente simple (Alba y Dídac, de 14 y ocho años, son los supervivientes de un ataque extraterrestre que prácticamente aniquila la Humanidad), desarrollada con “una voluntad de estilo entre llano y poético, dejando de lado toda experimentación formal y las complejidades argumentales y estructurales que tanto le gustaban”, fija su editor.
Aun pensando en un público juvenil, la fuerza narrativa de Pedrolo (fallecido ahora hace 25 años) se impone, como su voluntad de dejar mensajes como botellas de náufrago: la destrucción de la Humanidad por su mala cabeza, la pérdida de valores de la sociedad, la perpetuación de la especie, el protagonismo compartido entre chico y chica, el trasunto de novela iniciática para unos jóvenes que se ven forzados a madurar… Y hasta algunos guiños técnicos: la numeración de los capítulos como si de un libro sagrado se tratara y un juego metaliterario cuando generaciones futuras hallan el libro y discuten sobre si pertenece al género del diario (una historia real, pues) o si pertenecía al llamado género de la ciencia-ficción.
La obra es semilla del auge de la distopía
Todos esos elementos son los que valoraron los equipos educativos de lengua y literatura de los colegios catalanes hacia mediados de los años 70, al poco de morir el dictador Franco, cuando empezó a introducirse el estudio del catalán en las aulas y plantearse qué lecturas recomendar para trabajar la lengua. Por una vez, el calendario sonrió a Pedrolo: el libro había aparecido poco antes, en 1974, y tuvo una acogida extraordinaria en la comunidad educativa, corriendo como la pólvora entre los centros y convirtiéndose en un fijo desde entonces casi de manera ininterrumpida. “Es de los pocos libros que tenemos en el mercado en tres formatos simultáneos: en edición escolar con sus propuestas de trabajo, en bolsillo y en una edición rústica”, enumera Cornudella. El resultado es que del libro, en catalán, se llevan vendidos más de millón y medio de ejemplares. Eso sin contar las traducciones en gallego, euskera, castellano... y francés.
Segon origen, la película de Bigas Luna y Carles Porta, quizá no potencie en exceso el fenómeno, pero la novela, que ya cuenta con una adaptación al cómic (1984) y otras dos como serial radiofónico y de televisión (ambas de 1985), lo necesita relativamente, al menos en su tierra. Este mismo curso, Mecanoscrit del segon origen es lectura recomendada en 160 centros de Cataluña, a los que hay que añadir 41 más del ámbito lingüístico catalán: 26 en la Comunidad Valenciana y 15 en Baleares. Pero no es el único título de Pedrolo que circula por las aulas porque también están dos de las novelas negras más reconocidas del escritor: Joc brut (33 institutos de Cataluña, 17 de Valencia y 12 de Baleares) y Mossegar-se la cua (siete centros catalanes).
Algunos de esos lectores tempranos del Mecanoscrit… forman parte hoy de las nuevas hornadas de escritores catalanes, muy dados al género de la ciencia-ficción y de las distopías, algo no casual según el profesor de Literatura de la Universidad de Barcelona y él mismo representante literario de esas nuevas generaciones, Borja Bagunyà, que cree ver “claramente la semilla del Mecanoscrit… en el cultivo de este género en la literatura catalana de hoy”. El editor Cornudella detecta incluso elementos en la obra de una vigencia y dimensión hoy que no tenían en 1974: “El hecho de que los protagonistas sean una niña blanca y un niño mulato y que acaben teniendo relaciones se ve ahora más natural y creíble que en la Cataluña de los años 70, donde no había entonces ese tipo de inmigración; son ellos quienes deberán reconstruir la Humanidad… Dice mucho del pensamiento y la actitud sociopolítica de Pedrolo”. Un segundo origen ya hoy, pues, para el Mecanoscrit del segon origen.
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