Arreglado, pero informal

Convertirse en un lugar de culto. Con ese objetivo nació El Velázquez 17 (www.elvelazquez17.com). Este establecimiento, en pleno barrio de Salamanca, se vuelca en el culto a la buena mesa y a la cocina tradicional con un toque vanguardista. "Productos frescos, sabores alegres y una decoración arrebatadora", describen sus impulsoras, Eliza Arcaya y Johanna von Müller-Klingspor, el restaurante. En su propuestas caben desde reinvenciones de platos viejunos como un delicioso cóctel de gambas picante hasta cuidadas carnes o, los domingos, interesantes brunchs.

Cualquier momento del día se puede visitar su interior o relajarse en su terraza ajardinada; ofrecen cocina non stop. Su plan ha triunfado en la capital y, aunque se inauguró poco antes del verano, en estos meses ya se ha convertido en un it restaurant; un local en el que hay que dejarse ver. Atrae tanto a pijos relajados como a modernos que quieren salirse de Malasaña o Lavapiés sin olvidarse de las señoras elegantes del barrio de Salamanca. “El lujo es la vida, pero con otro ritmo”, definen las impulsoras la inspiración de su nuevo local, el segundo que llevan en la capital tras su experiencia en el Café Murillo. Además de cuidar la comida, en El Velázquez 17 miman el interiorismo (de inspiración industrial surcado de lámparas colgantes y con un enorme espejo que genera una agradable sensación de amplitud) y el diseño: su icono es un dibujo de las astas de un ciervo, que aparece hasta bordado en rojo en todas sus servilletas

De precio moderado (entre 25 y 30 euros por persona; menú del día, 14 euros), en El Velázquez 17 han conseguido su propósito; aunque en ocasiones la música está demasiado alta, el resultado es un cuidado restaurante informal donde puedes quedar bien lleves a quien lleves.