_
_
_
_
Rock No Joy

Averno sónico

El cuarteto canadiense expuso en 40 minutos su propuesta radical y turbadora

Una de las guitarristas de la banda No Joy en la sala El Sol.
Una de las guitarristas de la banda No Joy en la sala El Sol. F. Neira

De una banda llamada Sin Alegría nadie debe esperar, en efecto, una colección de melodías risueñas o tiernas evocaciones del amanecer. El cuarteto de Montreal ejerce en ese sentido una saludable coherencia: son incómodos, quieren incomodarnos y a ratos lo consiguen. Ni hola, ni adiós ni una triste mueca articuló la banda durante los fulgurantes 42 minutos que invirtió este jueves en El Sol para adentrarnos en su particular averno sónico. Su rigurosa obnubilación shoegaze tiene algunas ventajas: puesto que no dirigieron un solo vistazo a la audiencia, tampoco advertirían que apenas la integraban unos 75 representantes del Madrid hirsuto.

Las dos guitarristas y el bajista de No Joy pierden la mirada en el infinito mientras el batería acciona los pedales con los pies descalzos, pero desdén y desaliño parecen, en los cuatro casos, actitudes medidas y estudiadísimas. El concierto comienza casi como una prueba de sonido para convertirse en un infierno de chirridos, zumbidos y distorsión a los cinco segundos. Tiene gracia esa manera de entrelazar los temas con episodios ruidistas, como si comparecieran en la sala una veintena de agentes del apocalipsis, pero queda la duda de si estos interludios no resultan en ocasiones más interesantes que las propias canciones.

Comparados a menudo con Wavves y piropeados por Best Coast, los canadienses integran su adhesión al noise con un gusto por la melodía etérea, pero la voz de Jasamine White-Gluz es absoluta y ridículamente inaudible sobre el escenario. No existe mayor absurdo en la música cantada que elaborar unas letras de la que ni siquiera puede colegirse el idioma en que se pronuncian. Esta automutilación, muy atenuada en el reciente (e intrigante) More Faithful, no obedece a un mal día en la mesa de sonido: la voz es igual de indistinguible cuando parece emitirla el bajista, Michael Farsky. Qué cosas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_