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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El gran camuflaje

El “se acabó la broma” de García Albiol ha contribuido a una dinámica frentista que beneficia a Junts pel Sí en Cataluña y al PP en el resto de España

Milagros Pérez Oliva

Empieza en Cataluña la campaña más decisiva, pero también la más rara de cuantas se han celebrado. Pese a los muchos intentos de hacer valer que se trata de unas elecciones autonómicas en las que se decide la composición del Parlamento y el futuro Gobierno catalán, se ha impuesto finalmente la estrategia plebiscitaria de los partidos soberanistas. Prueba de ello es que todas las encuestas publicadas, incluida la del CIS, han sido interpretadas y presentadas bajo esa perspectiva.

La campaña se inicia, pues, bajo el frame, el marco conceptual impuesto por los independentistas, y hay que decir que para ello han contado con la inestimable colaboración del PP. Sus últimas iniciativas y aquel “se acabó la broma” de García Albiol han contribuido a una dinámica frentista que beneficia a Junts pel Sí en Cataluña y al PP en el resto de España. Y que deja escaso espacio para matices y terceras vías.

Es también una campaña extraña porque el presidente que aspira a la reelección no solo no encabeza la lista sino que ha sido diseñada para que no tenga que dar cuentas. Artur Mas ha participado en algunos actos electorales con un perfil muy discreto y, gracias a su agenda institucional, se las ha arreglado para tener una presencia constante en los medios, siempre al abrigo de cualquier confrontación con los rivales. A lo sumo, el riesgo de que algún empresario le haga alguna pregunta incómoda.

Mas no participará “en principio” en ningún debate entre candidatos. A los que se han hecho hasta ahora han acudido Raül Romeva y Germà Bel, y los dos han mostrado escaso interés en hablar del Gobierno saliente. Se entiende. Romeva es un exeurodiputado de Inicitavia y Bel un exdiputado del PSC. Un ecosocialista y un socialista dando la cara por una candidatura que, si logra los votos suficientes, servirá para dar de nuevo la presidencia a quien ha aplicado las políticas que no hace mucho criticaban.

Lo que durante la confección de la candidatura de unidad se presentó como una gran renuncia por parte de Mas, que “generosamente” se brindó a no encabezar la lista, aparece ahora como la gran operación de camuflaje de una Convergència desgastada por los recortes y minada por los escándalos de corrupción. Mientras se conocen los detalles de una presunta trama de financiación ilegal y corrupción tan estructural como las de Gürtel, Púnica o los ERE, el partido que aparece como supuesto beneficiario y su líder, ni están para responder, ni se les espera en los debates.

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