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FRANCESC COLOMER / PRESIDENTE AGÈNCIA VALENCIANA TURISME

“Nos perdimos buscando grandes eventos que fueron grandes errores”

El presidente de la AVT ve el turismo como la “respuesta” para recuperar la reputación de la Comunidad Valenciana

El responsable de la Agència Valenciana de Turisme (AVT), Francesc Colomer.
El responsable de la Agència Valenciana de Turisme (AVT), Francesc Colomer. ÁNGEL SÁNCHEZ

Francesc Colomer (Benicàssim, 1966) lidera la política turística valenciana desde principios de julio, cuando fue nombrado presidente de la Agència Valenciana de Turisme (AVT) y tras un breve paso como presidente de las Cortes. Doctor en Filosofía, concibe el turismo como una forma de recuperar la reputación de la Comunidad y, aunque reconoce que los datos de esta temporada son buenos, llama a la prudencia. Como alcalde de Benicàssim (lo fue en dos ocasiones) reinventó el turismo local con el nacimiento del FIB y la llegada del Rototom. Con la AVT recibe el encargo de hacer que el aeropuerto de Castellón, al que criticó duramente en la oposición, sea útil para el sector turístico.

Pregunta. Lleva ya varias semanas al frente de la AVT. ¿Qué salud tiene el turismo valenciano y qué quiere cambiar?

Respuesta. El sector turístico tiene que cambiar cosas permanentemente, es un sector que está llamado a reinventarse de manera crónica y constante para espabilar y renovarse. La Comunidad Valenciana tiene un sector potente, consolidado, que tiene que vertebrar y desarrollarse de manera más equilibrada en el conjunto del territorio y en la totalidad del año. Esa es la radiografía de un sector que pasa por una temporada muy buena , pero también vivimos un poco de un cierto préstamo de flujo de turistas de otras zonas que por motivos bélicos han derivado contingentes de turistas hacia el mercado español. Por lo tanto, aunque las cifras sean bastante elocuentes, para nada hay que conformarse.

P. ¿Es la estacionalidad el principal problema del turismo valenciano?

R. Sí, la estacionalidad y la rentabilidad de los negocios, aunque en algunos destinos las estadísticas indican que ha remontado. La Comunidad Valenciana, el gran valor añadido que tiene, es la diversidad de productos: sol, playa, gastronomía, ámbito rural, patrimonio, cultura, fiestas, arte, etc. Es esa tremenda fecundidad de atributos turísticos lo que tenemos que gestionar adecuadamente.

Hay que trabajar mucho el concepto de paisaje en el modelo turístico valenciano
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P. ¿Y cuál es su fórmula?

R. Poner en valor nuestros productos más allá del verano. Tenemos la posibilidad de añadir sentido a la experiencia turística, saber dar con el segmento de la demanda que está dispuesto a vivir nuestras experiencias a lo largo de todo el año, trabajar mucho el concepto de paisaje en el modelo turístico valenciano como gran contenedor de un ecosistema que se basa en el patrimonio cultural e histórico

P. ¿Qué segmento es el que está dispuesto a venir todo el año?

R. Hay que barajar mucha información sobre los mercados emisores y las nuevas tendencias, segmentar la demanda en función de los gustos. Tenemos que detectar dónde está el segmento de demanda que ensambla bien con nuestra oferta, que debe huir de la estandarización y apostar por la diferenciación. Hay que reinventar lo que son nuestras fortalezas, quizás nos perdimos buscando grandes eventos que resultaron ser grandes fiascos y grandes errores.

P. Los grandes eventos, Terra Mítica… fueron la apuesta del anterior Gobierno para poner a Valencia en el mapa. ¿Qué efecto han tenido?

En los temas de interior está todo por hacer

R. Me gusta hablar muy poco del pasado, porque creo que el turismo debe ser un tema de Estado. Lo que somos es el resultado de muchos, de muchos alcaldes de todos los colores políticos, de quienes estuvieron antes y se esforzaron. Creo que hemos aprendido la lección de que ese no era el mejor de los caminos.

P. Son muchos quienes apelan al desprestigio de la Comunidad Valenciana, ¿afecta la corrupción al turismo?

R. El turismo puede ayudar mucho a una remontada histórica que tenemos que hacer desde el punto de vista reputacional. En los últimos años se ha levantado acta de una caída del prestigio, pero el turismo es parte de la respuesta, es la fuerza que puede recuperar la reputación de la Comunidad, mostrando lo mejor de nosotros, porque nosotros no éramos todo eso. Tenemos que reimpulsar nuestra reputación y ahí sí me siento comprometido para remar en esa dirección.

P. La provincia de Castellón es la que va más a la zaga en el sector. Al igual que Valencia con los grandes eventos, Carlos Fabra tenía su plan para potenciar la provincia: los proyectos con campos de golf. ¿Cree que son la salida?

R. Venimos de una década en la que tenemos que sacar grandes conclusiones. Todos compartimos un diagnóstico de lo que fue un error de coordenadas y de estrategia. Una idea de progreso y prosperidad que descarriló, creo que ese esquema no es válido para el futuro y hay que sustituirlo. Al final, de toda esa agenda turística de Castellón de los últimos veinte años, no se ha hecho nada. Hay que aprender la lección.

El aeropuerto solo es una manera de entrar, pero ¿quién va a venir a Castellón por un aeropuerto?

P. ¿Afectaría también a Marina d’Or Golf y Mundo Ilusión?

R. No quiero valorar proyectos concretos, desconozco cuál será su desenlace.

P. ¿Cómo se estructura un turismo cohesionado frente a estos proyectos municipales?

R. Hay que sumar esfuerzos desde una perspectiva supramunicipal, un destino turístico rara vez es un municipio. La planificación supramunicipal es fundamental. En los temas de interior está todo por hacer, pero en el litoral tenemos que hacer un esfuerzo para regenerar los destinos de playa maduros, que pueden haber ido quedando obsoletos desde el punto de vista urbanístico, la belleza, la estética. Soy más de este tipo de cirugía urbanística, de regeneración que no de grandes ofensivas inmobiliarias, no es un tiempo para ello.

P. ¿Piensa en algún municipio en concreto?

R. No.

P. Valencia es la única provincia en la que el gasto del turista nacional lleva años de caída. ¿A qué responde?

R. Creo que la tendencia ha comenzado a cambiar. Valencia provincia tiene un potencial turístico enorme. Tiene un legado histórico espectacular, aparte del sol y playa. También la gastronomía, que está en una edad de oro. En Valencia, más allá de los grandes eventos hay vida. Hay siglos de historia para poner en valor.

P. Como portavoz del PSPV en la Diputación fue uno de los más duros críticos con el aeropuerto de Castellón y ahora lo define como “fundamental”. ¿A qué se debe el cambio?

R. Cambio ninguno. El aeropuerto de Castellón ha pasado unos preliminares y ha dado una serie de noticias que han sido muy poco edificantes. Al lado de lo que los ministros del PP han llegado a decir del aeropuerto, nuestras observaciones han sido casi indulgentes. Ya que está hecho, es muy importante para que mercados que resultaban esquivos a nuestro destino, que es inédito en gran parte del mundo, puedan llegar con más facilidad. Lo que tenemos que hacer es construir producto y que la gente quiera venir a Castellón porque merece la pena, el aeropuerto solo es una manera de entrar, pero ¿quién va a venir por un aeropuerto? Nadie. A mí no me ha gustado todo el proceso hasta llegar aquí. Ahora, llegados aquí, tenemos que ponerlo al servicio del interés general y del sector turístico, porque lo ve como fundamental. Esto es lo que he empezado a hacer.

P. ¿Cree que el modelo de gestión acordado con el Gobierno del popular Alberto Fabra es el más idóneo?

R. No.

P. ¿Por qué?

R. Creo que se escogió (al principio) este modelo privado, socializar pérdidas y privatizar ganancias, que era el esquema histórico del aeropuerto y declinan asumirlo desde Aena. Entonces se ha elegido esta vía (la adjudicación a Lavalin), pero no me parece el modelo más óptimo.

P. Este modelo implica que la Generalitat va a pagar 24,5 millones a Lavalin durante los primeros nueve años para que gestione el aeropuerto durante 20 años. ¿No hay riesgo de que abandone al décimo año, una vez cobrado todo?

R. (Suspira). Pues tendremos que examinar todos los extremos del literal del contrato para garantizar y custodiar el interés general. Si esto sucediera, me parecería mal, claro. Pero tampoco estoy para hacer de agorero, sino para ayudar al máximo a que la cosa salga bien, no por el aeropuerto, sino por el sector turístico.

P. Como alcalde de Benicàssim promovió el turismo de festivales al crear el FIB y traer el Rototom. La fórmula se ha copiado en otros municipios, pero parece que choca con el rechazo de la población. ¿Cómo se puede conjugar este turismo frente a las críticas?

R. Es un debate clásico sobre anfitriones y visitantes. Tenemos que reforzar nuestra condición de anfitriones. Una sociedad es turística y competitiva turísticamente si quiere serlo, es una vocación, una actitud y una conjura colectiva querer ser un destino turístico. Eso significa beneficios y sacrificios. La capacidad de carga en determinados momentos se ve sobredimensionada con esos macrofestivales , pero eso dura poco en el tiempo, hay que adaptarse, generar las infraestructuras, la estrategia, la logística. Creo en los festivales y en Benicàssim, por ejemplo, nos ha ayudado a reinventarnos como destino de litoral maduro que tenía una cierta decadencia por ser demasiado residencial.

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