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Sastrería El Barco

Las aceras que rodean Santa María del Mar tuvieron el aspecto de un gran zoco

El símbolo de la sastrería El Barco en Barcelona.
El símbolo de la sastrería El Barco en Barcelona.Joan Sánchez

Por lo insólito de este objeto, parece extraño que no sea más fotografiado. Un barco de dos palos suspendido en el aire, surcando un mar inexistente. La maqueta de este navío pintado de blanco y verde, con sus barcas de salvamento a los costados y sus escalerillas de cuerda para subir al mástil, parece aferrada a una barra de hierro que une su casco a la pared de un edificio. Eso que solo vemos de refilón cuando pasamos por aquí es uno de los últimos reclamos publicitarios que le quedan a esta ciudad (como la muestra comercial de Can Culleretes, o la llave de la ferretería Cucurella de la calle Riereta), unos elementos que sirvieron durante siglos para que los clientes, habitualmente analfabetos, pudieran reconocer el tipo de establecimiento que buscaban. Este en concreto perteneció a una sastrería que estuvo situada en uno de los enclaves comerciales más populares de la vieja Barcelona.

El lugar de El Barco lo ocupa hoy el restaurante Santa Maria del Mar

Las aceras que rodean la basílica de Santa María del Mar tuvieron durante mucho tiempo el aspecto de un gran zoco, pues todas estas calles rebosaban de tiendas que ofrecían sus productos directamente en la puerta. Por entonces, el templo estaba rodeado de pequeñas barracas de madera adosadas a sus muros, donde se vendía un poco de todo, y que estuvieron en pie hasta 1926. Abundaban los vendedores ambulantes, los puestos de golosinas y los quioscos de bebidas. Por Navidad se celebraba la feria de Sant Tomàs, donde podía encontrarse toda clase de materiales para hacer belenes, de forma similar a la feria de Santa Llúcia. En aquellos años, esta iglesia era conocida como “la catedral de la pescadería”, porque en sus inmediaciones había muchos comercios dedicados a la venta de pescado salado y seco. Se decía que las misas que allí se celebraban olían a pescado, pues asistían a ellas muchos pescadores. Y Joan Amades recoge la leyenda de que sus parroquianos eran bautizados con el agua utilizada para desalar bacalao. Santa María estaba vinculada con la cofradía de bacaladeros y comerciantes de sardinas de la costa, arenques y mojamas; de los dieciocho almacenes de esta clase de productos que había en toda la ciudad, dieciséis estaban en los alrededores.

Cambio de ubicación

Sobre este universo comercial (que a partir de 1876 comenzó a girar en torno al mercado del Born), reinaba una serie de establecimientos que abastecían de prendas de vestir a sus modestos vecinos, ya fuesen estos marineros, obreros o vendedores. Sastres conocidos como mantegaires, que vendían desde trajes de primera comunión a ropa de trabajo o barretinas. Los había en las calles de Canvis Vells o de Caputxes, pero los más famosos eran los que acogía esta plaza de Santa María del Mar, uno al lado del otro. Estaba la sastrería La Estrella (de la que Sempronio explicaba que en los años ochenta le robaron el reclamo), el Gran Bazar de Sastrería La Luna de Artigas y Pich (“Ventas al por mayor y menor, gran surtido en trajes confeccionados de todas clases”), y la sastrería El Barco. Esta última era propiedad del sastre Francisco Armengou, y se anunciaba como “Sastrería y confección El Barco, gran surtido de ropas hechas y a medida de todas clases. Especialidad en trajes sport y trajes mecánico. Se hacen trajes en 6 horas”. Este emprendedor era desde 1918 el vicepresidente del gremio de “Ropas Hechas”, poseía la empresa Manufacturas de Sastrería y Camisería Francisco Armengou, y emparentaría con la fábrica de “tintorería, blanqueo, apresto y mercerizado de algodones en madejas” Ramón Borras S. A. de Badalona, gracias al enlace de su hija con un heredero de aquella industria.

Las aceras que rodean Santa María del Mar tuvieron durante mucho tiempo el aspecto de un gran zoco

Todos estos comercios fueron desapareciendo en silencio a finales del siglo XX, la prensa no se hizo eco del cierre. En su lugar, donde estaba La Luna se encuentra la tienda de confecciones femeninas de Lurdes Bergada y Syngman Cucala, y en lugar de El Barco está el restaurante Santa Maria del Mar, mientras que el local donde estuvo La Estrella lo ocupa el bar de vinos La Vinya del Senyor. Hasta el barco ha cambiado de ubicación, por fotografías antiguas se observa que estaba situado bajo el balconcillo del primer piso y ahora ha ascendido hasta el balcón del segundo, seguramente para evitar su robo o algún acto de vandalismo. Y allí sigue, flotando por encima de las cabezas de los miles de turistas que a diario acuden a esta plaza, como cardúmenes de peces loro.

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