Descubriendo escaleras inesperadas
La escritora se da largas caminatas para ir a los Cines Verdi y nunca usa ropa nueva
1. Escalinata entre el Parque de las Vistillas y Ronda de Segovia. Un día Google Maps me indicó bajar por estas escaleras que no conocía. Es de esos sitios de Madrid que no te esperas y de repente te encuentras: hay un gran desnivel, mucha vegetación y, en solo dos segundos, comunican dos barrios que no tienen nada que ver: La Latina y una zona muy popular con bares de torreznos.
Perfil: Libros coloridos
La periodista y escritora Blanca Lacasa es autora del reciente libro Amo los uniformes (Astiberri), ilustrado por Cristóbal Fortúnez; además del libro-disco Casi, un juguete, autoeditado con Alberto Mate y Puño; y de La caja de Nicanor (Modernito Books).
2. Café Molar. Lo llevan amigos y creo que es un sitio muy bien pensado. Tienen muy buena selección de libros y discos y encuentras regalos curiosos. Voy mucho, aunque nunca a trabajar: eso de trabajar en bares es un concepto que no acabo de comprender (Ruda, 19).
3. Cines Verdi. Creo que son los cines más cómodos y bonitos de la ciudad, con buena programación en versión original. Me encanta que puedas entrar y sentarte en esa cafetería con asientos de terciopelo rojo. También me gusta lo que suponen: como vivo en La Latina no me quedan demasiado cerca y el viaje andando de ida y vuelta forma parte de la experiencia cinéfila (Bravo Murillo, 28).
4. La Taberna Errante. Me parece fundamental tener un bar guay cerca de casa. Soy experta catadora de ensaladilla rusa y la suya es fenomenal, al igual que las chicas que llevan el local. Hay trasiego pero te sientes como en casa, casi como en Cheers, sobre todo en laborables cuando paran los parroquianos (Carrera de San Francisco, 8).
5. Museo Sorolla. Ni siquiera hace falta entrar al museo: su jardín parece estar en otro lugar, fuera de Madrid, como en una burbuja. Me gustan los museos que son casas, ver el sitio donde el artista trabajaba, y creo que para un niño también puede ser divertido: está a su escala (Paseo del General Martínez Campos, 37).
6. El Templo del Susu. No compro casi nunca ropa nueva: o me la hago yo o la compro de segunda mano. Ya hay mucha ropa hecha y hay que reutilizarla. Este es un buen sitio para ello que ya estaba antes del boom del vintage. Tienen precios razonables, buen material y rock de los 70 a todo trapo (Espíritu Santo, 1).
7. Institut Français. Tengo que confesar que soy bastante afrancesada así que frecuento la mediateca del Institut y su cafetería. La terraza está en un patio interno y es una gozada, lejos de eso que nos gusta tanto a los madrileños de que nos rocen los coches mientras comes una de bravas (Marqués de la Ensenada, 12).
8. Parque de El Capricho. Un gran desconocido que, curiosamente, es el mejor parque que tenemos. Lo descubrí hace poco, porque está totalmente retirado del mundo. Llegas ahí y simplemente no te lo crees, estamos acostumbrados a parques más controlados, rodeados de asfalto. Puedes perderte y encontrar muchas cosas y leyendas (Paseo de Alameda de Osuna s/n).
9. Plaza de los Carros. De día es un sitio normal, pero por la noche es un sitio muy loco. Me recuerda a La noche americanade Truffaut, que trata sobre el rodaje de una película. Si te sientas en un banco de esta plaza de madrugada tienes esa misma sensación de estar asistiendo a un rodaje.
10. Manuel Riesgo. Es una tienda de productos químicos muy curiosa. Su nombre ya tiene gracia, pero conserva todo el rollo antiguo: dentro hay unos tipos con bata que tienen detrás un montón de botellitas como de botica y que te pueden aconsejar sobre cualquier cosa. Se forman colas (Desengaño, 22).
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