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La manía por guardar de los Riquer

El patrimonio documental de la familia del filólogo ingresa en el Arxiu Nacional de Catalunya

Carles Geli
Martí de Riquer, con parte de la documentación familiar histórica.
Martí de Riquer, con parte de la documentación familiar histórica. CARLES RIBAS

Quien crea que los archivos tienen un transcurrir plácido, en semipenumbra y en una calma de silencio cartujo no sabe de archivos. O, al menos, no conoce las vicisitudes del de la familia Riquer, el que permitió al gran filólogo Martí de Riquer construir en 1979 uno de sus clásicos, Quinze generacions d'una familia catalana.

Conde de Casa Dávalos, Riquer tenía en su casa (en buena parte en un habitáculo del garaje) un fondo documental formado por 433 pergaminos, siendo el más antiguo de 1156 y el más moderno, de 1612, amén de 77 legajos y 28 manuscritos. Son documentos históricos de cinco familias: los Riquer, juristas de Lleida y señores de Albatàrrec; de los Remolins, señores de Vimfaro; de los Sabater, señores de Benavent; de los Agullana, señores de Palau Sator, y de los Gallegos, condes de Casa Dávalos, aparte de otras familias emparentadas.

El fondo contiene 433 pergaminos, el más antiguo de 1156, 77 legajos y 28 manuscritos

El problema es que la mayoría de esas familias, “especialmente durante el siglo XVIII, era gente que lo guardaba todo: desde entradas del teatro a un número de lotería que no había tocado (esto, los marqueses de Benavent), pasando por la factura de herrar las mulas; de esa época, no hay día que no haya una carta de un Riquer”, resume el historiador Borja de Riquer, hijo del filólogo y que ayer fue el encargado, en nombre de todo el linaje, de ceder en comodato (mantienen la propiedad) todo el material al Arxiu Nacional de Catalunya para su conservación y digitalización.

La variedad y exhaustividad de los fondos (la correspondencia familiar y política es copiosa y, excepcionalmente en este tipo de documentos, está conservada íntegramente) es la mayor riqueza de ese patrimonio escrito, que va desde los pergaminos a un sinfín de protocolos, pasando por largos pleitos de años con su correspondiente papeleo. Por ello, sorprende relativamente poco que asomen los planos originales del castillo de Agullana de siglo XVI, donde en uno de sus más altos balcones Martí Agullana leía en 1605 la primera edición del Quijote que llegaba a Girona. Una documentación que precede a otra sobre el periodo de las guerras carlistas o a la del artista modernista Alexandre de Riquer, ya de principios del siglo XX.

La madre del estudioso cursó paleografía y archivística solo para analizarlos y ordenarlos

“Los archivos tienen vidas agitadas, siguiendo los itinerarios familiares, donde en nuestro caso en algunos momentos se guardó todo y en otros no se fue tan cuidadoso”, planteaba como preámbulo a los avatares de ese patrimonio Borja de Riquer, papeles ciertamente viajeros los de su linaje, que empezaron en Lleida y en el XVIII recayeron en Barcelona.

Cuando Alexandre de Riquer marchó a Mallorca en 1917, toda la documentación quedó en manos de uno de sus hermanos “el tío Paco”, como lo reconocen aún hoy los Riquer, y luego a los hijos y nietos de aquel, descansando en el olvido de unas desván de Sant Vicenç de Castellet, cerca de Manresa.

De ahí las rescató en 1940 Martí de Riquer y se las llevó consigo de nuevo para Barcelona, siempre junto a él en los dos pisos en los que llegó a vivir. Y en ese momento, la querencia genética de los Riquer por el amor a los papeles tuvo su momento culminante: María Morera, madre de Martí de Riquer, decidió poner orden a todo aquello y entre 1940 y 1960, guantes en ristre y tras estudiar exprofeso paleografía y archivística, empezó a ordenarlos e interpretarlos, facilitando la labor de su sabio hijo. Hasta de un mueble con escudos gozaron los papeles.

Varios nietos de Martí de Riquer estaban ayer en el acto de firma con el conseller de Cultura Ferran Mascarell, en una mesa redonda (look medieval acorde con la saga); uno tomaba fotos con su móvil. De los 11 que son, sólo uno cursa Letras y ninguno es historiador. De los 16 biznietos, aún es pronto. Por el momento, los papeles se los cuidan en el Arxiu Nacional. Sobre la futura documentación digital que genere el linaje seguro que la genética aflorará.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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