La ‘revisión monárquica’ afectará al menos a 16 calles de Barcelona
La iniciativa podría no ir más atrás de figuras de los últimos 200 años, por lo que la dinastía borbónica sería la más afectada
La revisión que la alcaldesa Ada Colau y su equipo quiere hacer del nomenclátor de Barcelona para analizar y reducir lo que califican de “sobredimensión simbólica de la Monarquía en la ciudad” afectará, al menos, a 16 nombres de calles, plazas o espacios de Barcelona. Según avanzó el jueves el Comisionado de Estudios Estretégicos y Programas de Memoria del Consistorio, Xavier Domènech, la revisión podría no ir más atrás de figuras de los últimos 200 años, la dinastía borbónica sería la más afectada. La mitad de esos nombres se impuso en 1939.
El nomenclátor de Barcelona ha sufrido, históricamente, vaivenes notables de cambios de nombres. Amén de los provocados por las dictaduras de Primo de Rivera y de Franco, el más reciente y espectacular fue el de 1980, con el primer Consistorio democrático, en el que casi 60 calles cambiaron su nombre y se tradujeron al catalán. La iniciativa anunciada por el equipo de Ada Colau —y que empezó simbólicamente con la retirada del busto del rey Juan Carlos del salón de plenos del Ayuntamiento—, tampoco quedará corta: afectará a 16 espacios urbanos, ello sin contar piezas monumentales o los cambios de nominaciones de esculturas o edificios, como el Palacio Real de Pedralbes, que lo es desde 1924.
Domènech, que junto al primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, presentó la iniciativa que, amén de las calles, también afectará a los elementos que existan en la propia Casa Consistorial y los edificios municipales, no dio detalles del exhaustivo informe técnico previo que se realizará. Pero al dejar entrever que la revisión podría no retroceder más allá de dos siglos comportaría que la afectación alcanzara a espacios que, mayormente, responden a un nomenclátor de la dinastía borbónica y a su familia.
La mitad de las calles con nombres monárquicos fueron bautizados así en 1939, tras la entrada de las tropas franquistas en Cataluña
Así, Juan de Borbón, padre de Juan Carlos I y conde de Barcelona, por ejemplo, se podría ver afectado por partida doble: por un lado, por el paseo que lleva su nombre en la Barceloneta y, por otro, por tener un busto, junto a su esposa, María Mercedes, en la galería gótica del Ayuntamiento.
Juan Carlos I será, de nuevo, un afectado seguro: además de al posible cambio de nombre de su plaza con obelisco desnudo en el cruce de Diagonal con paseo de Gràcia (Domènech usó todo el rato el popular “la plaça del Llapis”, anteriormente conocida como del Cinc d’Oros) el nuevo Consistorio ya ha propuesto recuperar la simbología republicana perdida en 1939, con la estatua que hoy luce en la plaza de Lluchmajor y el medallón dedicado a Francesc Pi i Margall).
Barcelona ha ido camuflando sutilmente durante la historia referencias monárquicas, como con la calle de Fernando VII: le quitó el ordinal
Alfonso XII (una calle) y la Reina Victoria (esposa de Alfonso XIII, que tiene calle y jardines), serían otras figuras susceptibles de desaparecer. También podría ocurrirle a la Reina María Cristina, madre de Alfonso XIII, que se caería de una avenida y de una calle, pero que también podría hacerlo, junto a su hijo infante, del cuadro que desde 1888 preside junto al busto de Juan Carlos I el salón de plenos, bautizado Salón de la Reina Regente en su honor.
Se da la circunstancia de que la mitad de las calles con nombres monárquicos fueron bautizados así en 1939, tras la entrada de las tropas franquistas en Cataluña (en alguna recuperando los anteriores de la época republicana). Son los casos del paseo de Isabel II y la calle de su hija, Infanta Isabel, la calle de María Victoria (esposa de Amadeo I de Saboya), la calle de la Princesa (Elisabet de Borbón, hija de Isabel II) y las cuatro de las reinas María Cristina y Victoria. El muelle del Príncipe de España, y las calles de la Reina Amàlia y de la Reina Cristina (ambas mujeres de Fernando VII) son otras de las existentes.
Barcelona ha ido camuflando sutilmente durante la historia referencias monárquicas, como hizo con el pasaje de Isabel II y la calle de Fernando VII: les quitó el ordinal. El último, cuyo maquillaje se produjo ya en 1910 para evitar el homenaje al monarca absolutista, conduce, justo, a la plaza del Ayuntamiento.
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