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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El camarote de los Marx

Cataluña no se merece este espectáculo político que culmina cinco años perdidos en los que no se han hecho avances ni sociales, ni económicos ni ambientales

Seguro que la mayoría de ustedes han visto y disfrutado la película Una nolche en la Ópera, de los hermanos Marx. Si no se acuerdan vayan a Internet y allí verán los cuatro minutos más desternillantes, donde Groucho Marx va permitiendo la entrada a todo tipo de gente a un pequeño camarote, que no es el suyo, lo que da lugar a una montonera impresionante que termina cuando la señora que se hospeda en él abre la puerta y salen todos los personajes trastabillados, confusos y algunos liberados de la presión.

Este camarote es lo más parecido a la política protagonizada por los partidos y entidades soberanistas durante estas últimas semanas. Grouchismo en esencia: ante las posibles elecciones del 27-S (Mas ha amenazado con no convocarlas) se han presentado diferentes composiciones de listas del ámbito independentista que iban entrando en el camarote electoral. Después del 9-N, Mas propuso formar una lista unitaria con partidos y entidades independentistas que él podría encabezar o cerrar.

Como la cosa no fue muy bien, a principios de este año pactó con ERC una hoja de ruta común, según la cual los partidos concurrían por separado a cambio de apoyar los presupuestos austericidas. Por el camino CiU se rompió y los convergentes, sin el lastre de Duran y los suyos, recuperaron lo de la lista unitaria, impulsada por las entidades independentistas (Òmnium, ANC y AMI) y en la que Mas se ofrecía para subir al altar de la candidatura.

Estas últimas semanas ha aparecido en el camarote otro personaje, el líder de ERC, Oriol Junqueras, para proponer una lista sin partidos. Llama también a la puerta la CUP y sugiere una lista sin partidos y sin políticos, o sea, sin Mas ni Junqueras, y que en dos meses se disuelva otra vez el Parlament y se convoquen unas nuevas elecciones, que serían constituyentes. Mas no está de acuerdo, Junqueras y la CUP sí, y las entidades no saben qué hacer.

Surge como una necesidad histórica que las fuerzas de la izquierda transformadora tomen las riendas del país y a través de una confluencia de partidos puedan ofrecer una propuesta ilusionadora

Ya tenemos el camarote lleno de barbaridades y de propuestas como la de la CUP, que parece fraude de ley. Además, ¿cómo se articula una lista sin políticos? ¿Quién los propondrá y elegirá? ¿Habrá que definir qué es un político en activo? ¿Si gana esta lista, no propondrá a nadie para gobernar? ¿Esto es legal, es ético? ¿I si no ganan ellos? ¿No habrá partidos de oposición? ¿Se volverán a reagrupar los antiguos partidos, saldrán de nuevos?.... ¡Y dos huevos duros!

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Cataluña no se merece este espectáculo político. No se merece que estos partidos nacionalistas e independentistas mareen a la ciudadanía que cree en la necesidad de un nuevo encaje entre Cataluña y España. Basta ya de mentiras, de ocurrencias de aprendices de brujo, que ellos ya saben que no van a ocurrir. Son meras propuestas para quedar bien con la parroquia nacionalista y con las entidades independentistas para sacar los máximos réditos electorales.

Este espectáculo deprimente es la culminación de cinco años perdidos, donde no se han abordado propuestas sociales, ambientales y de economía sostenible que hubieran permitido a Cataluña encarar la crisis luchando con dignidad y evitando las lacerantes desigualdades sociales que padece.

Ante esta situación surge como una necesidad histórica que las fuerzas de la izquierda transformadora tomen las riendas del país y a través de una confluencia de partidos puedan ofrecer una propuesta ilusionadora, de izquierdas, que ponga por delante propuestas para superar la emergencia social, para acabar con los recortes sociales, de lucha contra el cambio climático. Una confluencia de izquierdas como las que se han creado y han ganado las elecciones municipales en Madrid, Barcelona, Cádiz, Valencia, Zaragoza, Santiago y muchas otras grandes ciudades. Esta es otra oportunidad para acabar con las desigualdades

Esta confluencia de izquierdas tiene que llevar en su ADN fundacional el derecho de autodeterminación de los pueblos y esto significa la incorporación en su programa del derecho a decidir a través de un referéndum. Es el momento del cambio histórico, donde las izquierdas, en Cataluña y en el resto de España, puedan gobernar a partir de finales de este año y pongan fin al sufrimiento de muchas familias sin trabajo, sin vivienda y sin esperanza.

Es imprescindible, por respeto a la ciudadanía catalana, que el camarote se vacíe de ocurrencias, mesianismos, mentiras, frustración y desesperanza.

Joan Boada Masoliver es profesor de Historia

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