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El caudaloso e intelectual baile de La Veronal inaugura esta noche el Grec

El coreógrafo Marcos Morau subraya que 'Verònia' es una reflexión sobre el mal y la religión

Una imagen de 'Vorònia'
Una imagen de 'Vorònia'

El espectáculo de La Veronal Verònia, que abre esta noche oficialmente el festival Grec tras la fiesta popular de ayer,  es una ambiciosa pieza de danza contemporánea que reflexiona sobre la naturaleza del mal y que explora conceptos como la moral humana y la religión a través de una interesante combinación de movimiento, texto e imagen. Su autor es Marcos Morau (Ontenient, Valencia, 1982) sin duda el coreógrafo español con mayor proyección internacional. En esta ocasión el autor ha optado por una contraposición de imágenes constante y por una desconstrucción del movimiento, que confiera a la coreografía un carácter abstracto y a veces incluso violento.

Con Verònia también se inaugura la programación de danza del Grec 2015, que al igual que en los últimos años se caracteriza por el número de compañías de este género artístico programadas, en esta edición 13, y por la calidad de las mismas. La creación de Marcos Morau para su compañía La Veronal es una de las perlas de la presente edición, junto al musical En avant marche! de Alain Platel, À louer de Peeping Tom, el sorprendente haiku visual, que la Compagnie Adrien M Claire B presenta en Hakanaï, W.W. (We Women) de Sol Picó y El cinquë hivern de Mal Pelo. Y el espectador que quiera tomar el pulso a la danza contemporánea más experimental tiene una amplia programación en l’Antic Teatre.

Para crear Verònia, Morau se ha inspirado, al igual que en trabajos anteriores, como Islandia, Rusia o Siena, por citar tres, en un lugar geográfico. Verònia es una cueva de más de 2.000 metros de profundidad situada en Georgia, en el Cáucaso occidental. Un magnífico paraje para convertirlo en el infierno. “El mal es un tema complejo y que puede llegar a desbordarte a la hora de expresarlo a través del baile”, afirma Marcos. “Por esta razón junto con Roberto Fratini y Pablo Gisbert, mis colaboradores habituales, hemos creado una dramaturgia acotada por la religión, hemos utilizado la cristiana, la judaica y el islam para delimitar las ideas y el texto, ya que es la religión la que acordona  el mal a lo largo de la historia de la humanidad", afirma el coreógrafo, que advierte que utiliza la dramaturgia para dinamizar el baile, no para explicar situaciones concretas.

Veònia, de setenta minutos de duración y que se ofrece sin interrupción tiene dos partes muy diferenciadas. “La primera, de corte abstracto es una alegoría sobre la vida, del nacimiento hasta la muerte, es un ceremonia íntima, en penumbras e ilustrada por frases bíblicas y música sacra. La segunda es una celebración, un banquete, en el que provocamos al espectador a plantearse si el mal es parte intrínseca de ser humano. La música de Verdi y Wagner acompañará esta parte del espectáculo. En escena también estará presente un ascensor "que bajará al pecador a las profundidades del infierno", explica el artista.

“Primero me daba miedo el escenario al aire libre del Teatre Grec de Montjuïc, prefería un teatro cerrado, pero ahora que ya hemos realizado algunos ensayos me doy cuenta que es un escenario mágico del que se le puede sacar partido”, confiesa Morau, quién siente la presión de inaugurar el festival Grec.

En cuanto al vocabulario coreográfico que utiliza el joven creador en Verònia, está cercano a Zelenstova, uno de sus últimos trabajos. Una pieza que destaca por la versatilidad de su baile y por la belleza de su distorsionado y caudaloso movimiento. “En Verònia bailan ocho bailarines, cuatro de La Veronal y cuatro que he contratado para este espectáculo, como la coreografía la firmo con los intérpretes, me gusta también trabajar con gente nueva ya que siempre aportan ideas diferentes, y es una manera de enriquecernos y caminar hacia delante”, afirma el artista.

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En Marco Morau la genialidad y la modestia trenzan una atractiva personalidad. Se formó como coreógrafo en l’Institut del Teatre de Barcelona y en el Movement Research de Nueva York; creó en 2005 La Veronal, convirtiéndose en unos de los coreógrafos más interesantes de los últimos tiempos. Tiene en su haber numerosos premios, el Premio Nacional de Danza del Ministerio de Cultura de 2013 ─el premiado más joven de la historia de este galardón─, además del Premio Time Out al mejor creador del año y el Premio Sebastià Gasch, concedido por la fundación FAD de las Artes y el Diseño.

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